Tres poetas poblanos y una poeta de la ciudad de México forman este volumen. En versos de Jesús Pimentel, la vida, el amor y la creación pueden borrar el dolor y el olvido; allí anida la esperanza de encontrar una unidad esencial. Para Miraceti Jiménez, la poesía es una escritura íntima, un recuerdo de los hechos menudos, pero es también plegaria, diálogo con figuras fantasmales. En Sánchez Camargo se hace sentir la tendencia a la descripción, la epístola y la celebración de los pequeños enigmas. Muñoz emprende una poesía que descansa siempre en la energía de la palabra, en la confianza de que ésta siempre encuentra su coherencia a partir de una rara intensidad.