Dos poetas de la ciudad de México, uno del occidente y otro del oriente del país se reúnen en este volumen. Burillo incide en una escritura dolorosa (soy el rojo de la herida) donde la pérdida interna y el esfuerzo por mantenerse por encima de sus limitaciones físicas (narcolepsia) la llevan a indagar el campo de su voluntad sin perderse en la incomunicación y la incomprensión de los demás. Para Navarro, las leyes de la naturaleza y las humanas delatan la dureza de lo ya vivido: la fantasmagoría del cuerpo, los sonidos, la espiral del sueño, el dolor del abandono. Ruiz Granados aborda con destreza temas antiguos y los renueva; la concisión hace de sus poemas una fuente de rumores amorosos. Heredia refiere en sus prosas la función de instrumentos musicales que hacen vibrar las emociones.