El presente volumen es un pretexto para acercarse a una definición imposible: ¿Qué es la lectura? Pero, no por imposible, el acto definitorio deja de ser un bálsamo lúdico que guarda en sí mismo su recompensa. Diálogo incesante, remedio contra la ignorancia, deliciosa compañía, viaje de nunca acabar, hipnótico cuerpo del deseo, acto y ejercicio civilizatorio o sencillo arrebato de la invención humana, la lectura ha acompañado a las criaturas sobre la Tierra (las criaturas que leen) en su terco afán por encontrarse a sí mismas, por definir su historia y su destino, por rozar, aunque sea en sueños, los labios sutiles de la felicidad. En Rostros de la lectura, Chavezmaya elige el espejo, la ventana, el camino, el encuentro, el vicio, y con estas cinco inocentes metáforas juega a elaborar su propia definición; al hacerlo, nos invita también a jugar, a mirarnos y a asomarnos, a caminar y a encontrarnos, a pecar y a abismarnos, en este inefable milagro que la lectura representa.