En los dos tomos de que consta Sor Juana a través de los siglos hay casi medio millar de textos –algunos de extensión considerable, brevísimos otros— que dicen algo acerca de la prodigiosa monja escritora. Encabezando el desfile está el bachiller Diego de Ribera, que en 1668 llama "glorioso honor del Mexicano Museo" a Juana Inés Asuage, joven de apenas diecinueve años (en vísperas de hacerse monja en el convento de San Jerónimo), pero cuyos versos la han hecho digna ya de tan superlativo elogio, pues los poetas que constituían el mexicano Museo no eran pocos, y los había muy buenos. El desfile termina con Amado Nervo, que en 1910 dedica a Sor Juana un libro escrito con mucho amor.
El variopinto desfile que marcha desde 1668 hasta 1910 merece ser contemplado. "Es fascinante –dice el recolector y editor de los textos— ver lo que las sucesivas generaciones encontraron en sor Juana, con qué ojos la leyeron, qué imagen se hicieron de ella”.
He aquí un ejemplo. En los primeros años, los aplausos más fervorosos van dirigidos al Primero sueño, tan novedoso, aunque escrito en una lengua imitada de la lengua de Góngora, príncipe de la poesía, y a la Crisis o crítica de un sermón de Antonio Viera, príncipe de la oratoria sagrada. Las composiciones eróticas ni siquiera se mencionan. En cambio, hacia mediados del siglo XVIII ha caído el desprestigio sobre la poesía de Góngora y sobre los sermones al estilo de Viera, y los lectores de sor Juana, que se van haciendo cada vez menos, la admiran más bien por su personalidad y erudición. Las poesías amorosas comienzan a mencionarse apenas en la segunda mitad del siglo XIX. El primero que las toma en serio es Trinidad Rojas y Rojas (1862), español.
El lector podrá comprobar cómo los mexicanos del siglo XIX, y en particular el celebrado Francisco Pimentel (1869), están, en cuanto a agudeza crítica, muy por debajo del mencionado Rojas y Rojas, del argentino Juan María Gutiérrez (1865), del ecuatoriano Juan León Mara (1873) o del español Menéndez Pelayo (1893).
Y podrá pasar ligeramente por algunos de los textos, pero otros lo van a cautivar. Como dice el recolector y editor: “Es una experiencia satisfactoria ver cómo van variando los gustos y los juicios. El largo recorrido está lleno de sorpresas”.