La exaltación poética de los escenarios naturales de Chiapas marca un derrotero común para diferentes creadores de todas las edades que buscan alcanzar en la letra impresa el signo intemporal de su pertenencia electiva. Esta simbiosis de palabra y paisaje, verbo y naturaleza, ha cubierto casi en su totalidad la superficie geográfica de la entidad chiapaneca: ríos, lagos, cascadas, montañas, cañones, playas, grutas, parajes selváticos y demás elementos impulsan a la evocación del canto y a la fijación de la imagen colorida y rotunda. Por ello llama la atención en el ejercicio poético de Aída Pastrana la enunciación de una de las regiones menos conocidas de Chiapas: La Frailesca. Un lector atento se detendrá por las páginas de este libro a conocer una zona de labranza asociada con la fertilidad y el ciclo temporal. El acto de la germinación y el espacio de la siembra tienen lugar en el presente trabajo de una autora desbordada por la pasión hacia el cultivo de su voz, sus voces.