Este libro está lleno de la diversidad de la expresión humana: cómo miran y sienten dos indios mayas de Zinacantán, Chiapas: Domingo de la Torre y Anselmo Pérez. Laughlin, impelido por el malévolo propósito de cambiar de máscara con sus informantes para transformarse en el nativo superior y ellos en etnólogos incrédulos e inconscientes, invitó a su país natal a estos dos indígenas chiapanecos y por supuesto, fueron quienes nos dice el autor rieron al final. Curioso artefacto, este libro es una breve joya de una antropología que ventila sus límites y sus propios meandros. Es un homenaje, un diario de campo, un glosario de costumbres convexas donde la multiplicidad de miradas que aquí convergen nos dan breve cuenta del ojo conceptual que ha observado a los indios de Chiapas desde la academia norteamericana.