El Dr. Atl. (Gerardo Murillo) (1875-1964) no fue sólo el notable pintor del valle de México y un destacado crítico de arte –Las artes populares en México (2 vols., 1992) e Iglesias de México (6 vols., 1924-1927), con las valiosas fotografías de Guillermo Kahlo y la colaboración de Manuel Toussaint y José R. Benitez–, sino que, además, escribió una serie de vigorosos cuentos –llenos de sabor e imaginación populares– entre los que figuran algunos sobre temas revolucionarios: Cuentos bárbaros (1930) y Cuentos de todos colores (t. i, 1933; t. ii, 1936, y t. iii, 1941).

Estudió en el Liceo de Varones de Jalisco y desde los quince años tomó clases con el pintor religioso Felipe Castro. Continuó sus estudios en el Instituto de Ciencias de Aguascalientes, donde conoció a Alberto J. Pani, y hacia 1904 realizó algunos estudios en la Escuela de Bellas Artes de la capital del país. Hizo su primer viaje a Europa con el patrocinio de Porfirio Díaz. Estudió Filosofía, Política, Geografía e Historia en la Escuela de Altos Estudios de París, por lo que más tarde su amigo, Leopoldo Lugones, le añadió el título de doctor al seudónimo que el propio Murillo adoptó en su travesía por el mar hacia Europa y que lo distinguiría toda su vida. Asistió a los cursos sobre Arte de Henri Bergson en la Sorbona. Se distinguió como activo militante de las causas populares en Roma, participando en manifestaciones y mítines y colaborando en algunos órganos del Partido Socialista, como el periódico Avanti. En 1903 montó en Guadalajara, Jalisco, exposiciones y ferias de carácter “revolucionario” para combatir el academicismo de la pintura mexicana. El Dr. Atl solía habitar por largos periodos en las faldas de los volcanes. Conoció a José Guadalupe Posada y a Joaquín Clausell en la Ciudad de México y asistió a los talleres nocturnos de la Escuela de Bellas Artes, en la que más tarde instaló su estudio y la sociedad Centro Artístico, en la que se originarían los primeros proyectos de la pintura mural, sin lograr consolidarlos. Al inicio de la lucha armada, el Dr. Atl abandonó nuevamente el país en 1911. Fundó en París la revista Action d’Art y el periódico L’Action d’Art, para la difusión del desarrollo arquitectónico y científico y la creatividad artística en plena libertad para crear una ciudad ideal que se llamaría Olinka; entre sus propulsores se encontraba José Enrique Rodó. Colaboró en L’Humanité (1911-1912) y participó con éxito en protesta contra el préstamo que pretendía obtener el gobierno de Victoriano Huerta del estado francés. Al regresar a México en 1914, el Dr. Atl se involucró en el apoyo al gobierno constitucionalista de Venustiano Carranza, quien lo designó jefe de propaganda de la capital y director de la Academia de Bellas Artes, cargo que rechazó. Fundó el periódico Acción Mundial; participó en la creación de la Casa del Obrero Mundial, en la de los Batallones Rojos, integrados por obreros de Puebla y Orizaba, que derrotarían definitivamente a Emiliano Zapata y en la fundación de la Confederación Revolucionaria, de la que era miembro Álvaro Obregón. En Orizaba fundó el periódico La Vanguardia y varios periódicos murales en Guadalajara, Hermosillo, Tampico y Mérida, con la colaboración de los estudiantes de entonces (entre ellos, David Alfaro Siqueiros), en un intento de darle un contenido ideológico a la lucha armada. En 1917 se separó de Carranza, desterrándose en Los Ángeles, California, donde fundó el periódico Sonora. Poco antes de la derrota del gobierno carrancista decidió regresar a México para apoyarlo, pero fue tomado prisionero y enviado a la cárcel de Tlatelolco de donde se fugó para recluirse en el ex Convento de la Merced, que se le encomendó para su restauración y conservación, en 1920, y en el que vivió hasta 1937. En estos años se interesó en el urbanismo y en la creación de cooperativas de artesanos, sin lograr grandes avances. Colaboró con cuentos y ensayos en las revistas Antena, La Falange, Forma, México Moderno, Nuestro México y en el periódico Excelsior. En 1942 fundó en su domicilio particular el Consejo Nacional de Cultura. Sus talleres estuvieron ubicados en varios lugares, desde el Convento de la Merced hasta las cuevas del Pedregal. Su obra pictórica mereció varias distinciones y premios nacionales e internacionales. Sus restos descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres del Panteón de Dolores de la Ciudad de México.

Gerardo Murillo Cornadó es ampliamente conocido por su obra pictórica. Escribió narrativa autobiográfica y de ficción, ensayo político y estudios sobre arte popular, tecnología, explotación de recursos naturales y tratados sobre vulcanología. El Dr. Atl es posiblemente uno de los pintores mexicanos que más han escrito. Como pintor, es reconocido como uno de los artistas plásticos más vigorosos e innovadores con la invención del “atl-color”, el aqua-resina y sus aeropaisajes, realizados desde viajes en aviones o helicópteros, que solía hacer en México después de haber perdido una de sus piernas. Es autor del retrato de Carmen Mondragón (Nahui Olin), su compañera de algunos años, de su autorretrato y del telón del Palacio de Bellas Artes. Escribió Cuentos de todos colores y Cuentos bárbaros, en los que recrea tipos populares y personajes de la calle, rescatando sus historias de amor, miseria y delincuencia. Algunos de sus relatos, marcadamente autobiográficos, dan cuenta de su protagonismo en la lucha social en escenarios bélicos mexicanos de 1910 y del movimiento cristero. Otros ejercicios narrativos de Murillo son historias de fantasía, misterio y superstición, en algunos más participa de algunos escenarios europeos y del lejano Oriente. Sus novelas Un hombre más allá del Universo y El Padre Eterno, Satanás y Juanito García son muestra de sus creencias científicas e ideológicas. Gentes profanas en el convento, considerada novela por su autor, es más una autobiografía en la que el Dr. Atl narra su estancia y vivencias en el ex convento de la Merced, incluye sus poemas y cuentos y algunas cartas de Nahui Olin. Las artes populares en México es una de las primeras aportaciones al estudio conjunto de la alfarería, la orfebrería, la juguetería y la vestimenta de cada región del país, hace, además, algunas consideraciones sobre la arquitectura, literatura y música mexicana, destacando sus observaciones sobre el corrido. Igualmente importante es su extensa obra sobre las iglesias de México, cuya coordinación le fue encomendada y para la que contribuyó con textos y dibujos. Su interés por los volcanes del valle de México y del Bajío se manifestó tanto en la poesía como en el ensayo (así como en su pintura), del primero surgió su serie de prosas poéticas, Sinfonías del Popocatépetl; del segundo sus estudios, La actividad del Popocátepetl y Cómo nace y crece un volcán, el Paricutín. Un grito en la Atlántida, texto de carácter antropológico y lingüístico, representa un intento de establecer un origen náhuatl a la palabra Atlántida y, por consecuencia, un origen mexicano al continente desaparecido. Sus textos de carácter político se acercan a la defensa del fascismo y del franquismo y a actitudes anticomunistas y antisemitas. El archivo personal de Gerardo Murillo, “Dr. Atl” se encuentra bajo resguardo de la Biblioteca Nacional; ha sido ampliamente consultado por uno de sus estudiosos, Arturo Casado Navarro. Existe también un importante estudio de Tomás Zurián, sobre los dibujos del pintor, que no ha sido publicado: “Estudio técnico sobre la autentificación y valuación de 54 dibujos del Dr. Atl”.