Nació en Orizaba, Veracruz, en 1803 y murió en la Ciudad de México en 1862. Estudió Derecho y humanidades en San Ildefonso. Literato y crítico. Fue miembro de la Academia de San Carlos. Diputado, senador, ministro de justicia. Colaboró en El Mosaico Mexicano (1836-1837) en el que publicó los cuentos "La mulata de Córdoba" e "Historia de un peso falso".
Católico, liberal moderado, jurisconsulto, político y escritor, don José Bernardo Couto realizó sus primeros estudios en Orizaba y desde la adolescencia los continuó en el Colegio de San Ildefonso. Estudió derecho y obtuvo el grado en 1827. Fue discípulo de José María Luis Mora y pasante en su bufete.
Apenas graduado, ocupó en San Ildefonso la cátedra de derecho público constitucional, y al poco tiempo ingresó a la Academia de Legislación y Economía Política. Vivía en Xalapa en 1829, cuando fue nombrado diputado por Veracruz. Más tarde sería nuevamente diputado y senador por su estado natal.
En 1833 fue catedrático de derecho romano en San Ildefonso y miembro de la Dirección de Instrucción Pública. Fue académico honorario de la Academia de Bellas Artes y, a la muerte de Javier Echeverría, fue nombrado presidente de la junta directiva, puesto que ocupó entre 1852 y 1861.
En 1845 fue ministro de justicia y en ese entonces escribió, en compañía de Pesado y Lafragua, la primera ley mexicana de derechos de autor, para asegurar la propiedad literaria y artística. Ese mismo año había realizado la Defensa del general Isidro Reyes ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que le valió el reconocimiento como jurisconsulto y abogado.
Perteneció a la comisión de paz y llevó todo el peso en la negociación con Míster Trist en lo que se conoce como los Tratados de Guadalupe, a consecuencia de la triste jornada de Padierna y la batalla de Churubusco, después de la intervención norteamericana, en la que México perdió más de la mitad de su territorio. Concertó la paz el 2 de febrero de 1848, y redactó el documento conocido como Tratado de paz, amistad y límites.
Reinstalada la Academia Mexicana de la Lengua, fue nombrado académico en 1854. Un año más tarde se dedicó a organizar la que habría de ser la primera galería mexicana de arte colonial, con cuyas colecciones hasta nuestros días se conserva el acervo plástico desde la Conquista.
En 1858 fue nombrado miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística. Para este tiempo, ya había escrito su Discurso sobre la constitución de la Iglesia, obra canónica que le mereció los elogios de Menéndez y Pelayo.
Retirado a la vida privada y dedicado al ejercicio de su profesión, entre 1850 y 1860 escribe lo que José Rojas Garcidueñas, uno de sus biógrafos más distinguidos, llama sus obras menores: una colección de artículos para el Diccionario Universal de Historia y Geografía (entre otros, las biografías de Andrés Cavo, Francisco Javier Echeverría, Pedro José Márquez y José María Luis Mora), la biografía de Manuel Carpio y una traducción ahora perdida del Arte poética de Horacio.
En 1861 retorna a la vida pública y es nombrado magistrado de la Suprema Corte de Justicia. Hacia el fin de su vida da por terminado el Diálogo sobre la historia de la pintura en México, obra a la que puso punto final tres días antes de su fallecimiento.
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