Enciclopedia de la Literatura en México

Porfirio Parra

Ángel Muñoz Fernández
1995 / 02 ago 2017 14:54

Nació en Chihuahua, Chihuahua, en 1855 y murió en la Ciudad de México en 1912. Médico y filósofo. Discípulo de Gabino Barreda. Profesor de lógica de la Escuela Nacional Preparatoria. Profesor de patología en la Escuela de Medicina. Miembro de las Academias de Medicina y de la Lengua. Diputado y senador. Colaboró en El Método, El Positivismo, La Libertad, Revista de instrucción pública mexicana, Revista de Chihuahua y Revista positiva.

José Luis Martínez
1993 / 11 sep 2018 12:41

Nació en la ciudad de Chihuahua el 26 de febrero de 1856. Allí inició sus estudios y, cuando cursaba la preparatoria en el Instituto Literario, fue pensionado por el gobierno del estado para proseguirla en la Escuela Nacional Preparatoria, donde encontraría a quien sería su maestro por antonomasia y el orientador de sus ideas, Gabino Barreda. Pasó a la Escuela de Medicina, donde conoció a Manuel Acuña, y se graduó en 1878 como médico. Al mismo tiempo, se interesaba en el estudio del positivismo y concurría a las reuniones de la Asociación Metodófila. Desde antes de terminar su carrera de medicina, obtuvo la cátedra de higiene y de medicina de urgencia, que se daba entonces en el Conservatorio Nacional de Música. El mismo año de su recepción fue nombrado profesor de lógica en la Preparatoria, en substitución de Barreda que partió a Europa. Fue también médico del Hospital Juárez y catedrático de anatomía y patología externa en la Escuela de Medicina. Años más tarde, sería director de la Escuela Nacional Preparatoria y de la de Altos Estudios. Varias veces fue electo diputado al Congreso de la Unión y en sus últimos años senador de la República. Fue uno de los primeros mexicanos en asistir a numerosas reuniones internacionales de medicina: al Congreso Médico de Bruselas, en 1899; al de Lisboa, en 1906; a los Congresos Internacionales de Medicina y Cirugía de París; a la Junta Internacional sobre Terminología Médica, de París, en 1900 y, al parecer, al Congreso Internacional de Medicina de Moscú, en representación del estado de Chihuahua. Participó también en el Congreso Pedagógico Nacional, celebrado en México en 1889 y 1890, en el que se declaró laica y gratuita la instrucción primaria.

El doctor Parra, que sería el sucesor de Barreda y el maestro de la segunda generación positivista, fundó las revistas El Método y El Positivismo y colaboró en periódicos y revistas como La Libertad, la Revista de Instrucción Pública, la Revista de Chihuahua, la Re­vista Positiva, la Gaceta de México y El Universal. Perteneció a varias sociedades culturales y científicas, entre ellas, a la de Geogra­fía y Estadística, a la de Ciencias "Antonio Alzate" y a la Academia Nacional de Medicina, y presidió la Sociedad Positiva de México. La Academia Mexicana lo eligió miembro de número, para ocupar la silla iii, el 16 de marzo de 1896. El doctor Parra murió el 5 de julio de 1912.

La obra de Porfirio Parra se orienta toda a la exposición y apli­cación del pensamiento positivista, ya se trate de escritos científico-filosóficos, históricos o literarios. Entre los primeros, escribió nume­rosos artículos en los Anales de la Asociación Metodófila Gabino Barreda[1] y en la Revista Positiva,[2] que luego coleccionó en parte en sus Estudios filosóficos.[3] Además de estos artículos doctrinarios redactó la monografía acerca de "La ciencia en México" para la obra colectiva México, su evolución social[4] y el Nuevo sistema de lógica inductiva y deductiva,[5] que sirvió de texto en la Escuela Nacional Preparatoria desde su aparición hasta 1930.

La obra histórica más importante del doctor Parra está dedicada a la Reforma. Para celebrar el centenario del nacimiento de Benito Juárez en 1906, una comisión especial convocó a un concurso sobre tres temas: biografía de Juárez, estudio sociológico de la Reforma y composición poética a Juárez. En el segundo tema fueron premia­dos Ricardo García Granados, Porfirio Parra y Andrés Molina Enríquez. El trabajo de Parra, que es una de sus obras vigentes y permite comprender los móviles de los mexicanos progresistas de aquel periodo y el sentido de los programas que cristalizarían en las constituciones de 1824 y de 1857 y en las Leyes de Reforma, se publicó aquel mismo año bajo el título de Estudio histórico-sociológico de la Reforma[6] y se reeditaría posteriormente como Sociología de la Reforma.[7]

Su obra de carácter literario es singular. A la manera de los poetas progresistas e ilustrados que en los primeros años del siglo xix se entusiasmaban con temas como la propagación de la vacuna, la invención de la imprenta o la agricultura de la zona tórrida, Por­firio Parra, en las últimas décadas del siglo, vuelve a asuntos en algo semejantes para exaltar el triunfo de la ciencia y el ingenio humano sobre la naturaleza, en su poema lírico-descriptivo "El agua", o el coro armonioso de los números en la oda "A las matemáticas" (hay ediciones separadas de estos poemas, de 1891 y 1887. Las poesías de Parra se coleccionaron en un volumen: Imprenta de "El Agri­cultor Mexicano", Ciudad Juárez, Chihuahua, México, s. f., c. 1910). Largos pasajes de estos dos poemas, los más representativos de su pluma, no son más que escueta exposición positivista, pero aun así, brotan de tan fervientes convicciones que alcanzan de pronto giros afortunados y cierto temblor lírico:

En la nada fecunda de tus ceros
quise abismarme, conocer los ritmos
con que norman tus cálculos severos,
llegar hasta sus límites postreros
en alas de tus raudos logaritmos.

En 1900 publicó Porfirio Parra su única novela, Pacotillas,[8] también otro alegato positivista. Es una novela de crítica social, para ilustrar el dilema del "palo y del pan" a través de la historia de un joven idealista que vive para la libertad y la justicia y es derrotado por una sociedad corrompida. Su héroe, Paco Téllez, "Pacotillas", se asemeja al Juanito Quiñones de La bola de Emilio Rabasa. Más que creación literaria válida, Pacotillas es, según Juan Hernández Luna, "el documento que inicia el filosofar sobre el mexicano de nuestro siglo".


1. Anales de la Asociación Metodófila Gabino Barreda, México, 1877-1878, vol. i.

2. Revista Positiva (Edición, Agustín Aragón y Horacio Barreda), 14 vols., México, 1901-1914.

3. Porfirio Parra, Estudios filosóficos, 2 vols., México, 1896.

4. México, su evolución social, México, J. Ballescá, 1901, t. i, vol. ii.

5. Porfirio Parra, Nuevo sistema de lógica inductiva y deductiva, 2 vols., México, Tipografía Económica, 1903.

6. Porfirio Parra, Estudio histórico-sociológico de la Reforma, Imprenta de la Gaceta de Guadalajara, 1906.

7. Porfirio Parra, Sociología de la Reforma, México, Empresas Editoriales, 1948.

8. Porfirio Parra, Pacotillas, Barcelona, Tipografía de Salvat e Hijo, 1900.

Intelectual polifacético y de inquietudes diversas, Porfirio Parra y Gutiérrez, como muchos intelectuales de la segunda mitad del siglo xix, creció marcado por el liberalismo, la defensa de la libertad y el entusiasmo por el método científico. Nació el 26 de febrero de 1854 en Chihuahua, Chihuahua, y murió el 5 de abril de 1912, en la Ciudad de México. No hay un consenso histórico sobre los orígenes socioeconómicos del futuro médico, escritor, periodista, traductor, diputado y poeta ocasional. Algunos historiadores señalan que provenía de una de las familias más acaudaladas del estado; en cambio, otros insisten en que tuvieron dificultades económicas. A los 11 años ingresó al Instituto Científico y Literario de su ciudad natal, donde aprendió latín, filosofía y matemáticas. Gracias a un subsidio de 200 pesos otorgado por el gobierno del estado, se trasladó a la capital para estudiar en la Escuela Nacional Preparatoria, institución fundada en 1868 abocada a la formación de las nuevas generaciones de abogados, médicos y científicos encargados de diseñar, proyectar y consolidar la actividad institucional del país. De la mano de Gabino Barreda, introductor de la filosofía positivista en México, Parra se convirtió en su discípulo y ferviente promotor del método científico que, a la postre, se convertiría en el fundamento intelectual de las políticas públicas impulsadas desde la administración del presidente Porfirio Díaz. En 1872 ganó el concurso de oposición para la cátedra de historia en la Escuela de la Encarnación, un año después, ingresó a la Escuela Nacional de Medicina. Realizó prácticas en el Hospital de San Andrés, donde se contagió de tifo. Ocupó el cargo de profesor de medicina de urgencias en el Conservatorio Nacional de Música en 1877, año en que ingresó a la Asociación Metodófila “Gabino Barreda”. En 1878 obtuvo el título de médico cirujano, meses después, la plaza de profesor adjunto de fisiología en la Escuela Nacional de Medicina y de profesor de Lógica en la Escuela Nacional Preparatoria, en substitución de Barreda. En 1881 fue arrestado y encarcelado unos días por haber dado de alta a un paciente del Hospital Juárez, sospechoso de haber provocado la caída de unos andamios en la Alberca Pane. En sus años de estudiante contrajo matrimonio, poco tiempo después se separó.

En la administración pública, Porfirio Parra y Gutiérrez fue electo diputado propietario por el Congreso de la Unión en 1882, 1883, 1884, 1887 y 1898, función que desempeñó hasta 1910, año en que ocupó una curul como senador propietario, que conservó hasta su muerte. Su postura y participación de los asuntos públicos lograron despuntar en los medios de información más importantes de la segunda mitad del siglo xix: la prensa y las revistas científicas. Parra fue un implacable defensor del positivismo, considerado como un método experimental que posibilitaba –mediante la observación de los fenómenos sociales–, un conocimiento “objetivo” de las leyes que regían el conjunto de las actividades humanas. Los positivistas tenían la firme creencia de que la sociedad era un organismo natural, por lo tanto, la ciencia era el instrumento necesario para revertir los grandes problemas que aquejaban al país en ese momento: la insalubridad, la reproducción de las enfermedades venéreas y sifilíticas, el consumo de alcohol y enervantes, la propagación de virus y bacterias, los trastornos mentales, los padecimientos nerviosos y, en general, el atraso en que vivían amplios sectores de la población. En 1897, representó a la delegación mexicana en el “Congreso Internacional de Medicina y Cirugía” en Moscú; dos años después, participó en el “Congreso Internacional para la Profilaxis de las Enfermedades Venéreas y Sifilíticas”, en Bruselas; al siguiente año, asistió al “Congreso Internacional de Medicina, Cirugía e Higiene” celebrado en París y, en 1906, presidió la comisión mexicana que asistió al “Congreso Internacional de Medicina y Cirugía”, realizado en Lisboa, Portugal. De 1902 a 1906, fue secretario fundador del Consejo Superior de Educación, instancia mediante la cual veló por la educación indígena, la supresión de la explotación del trabajador rural y la institucionalización de la educación primaria laica, obligatoria y gratuita.

Entre el último tercio del siglo xix y los primeros años del xx, Porfirio Parra escribió para diversos periódicos de tendencia liberal y oficialista, como La Libertad fundado en 1878 y promotor del evolucionismo, así como en El Universal del periodista-empresario Rafael Reyes Spíndola, vocero de la política oficial de la administración porfirista, diarios en los cuales estuvo al frente de la sección científica. En ellos escribió artículos sobre diversos temas de interés social: higiene personal, la educación científica, las afecciones del sistema nervioso y consejos útiles para el hogar. Fue asiduo colaborador en revistas especializadas de medicina de la Ciudad de México: Gaceta Médica de México, La Escuela de Medicina y El Observador Médico, impresos de enorme presencia en el campo de la investigación clínica y terapéutica. Colaboró con interesantes ensayos sobre medicina orgánica, enfermedades venéreas, medicina legal y psicopatológica, investigaciones que abonaron al conocimiento de la biología de los trastornos mentales y su relevancia en el ámbito de la justicia penal. Publicó artículos sobre la cuestión educativa en la Revista de Instrucción Pública Mexicana, Talleres de la Escuela Nacional de Artes y Oficios, Revista de México y Revista de Chihuahua, en las que también fue el responsable de la sección científica. En su calidad de editor, fue fundador y redactor en jefe de El Método y la Revista Positiva, órganos de investigación y difusión de la filosofía experimental en México y el extranjero. Entre sus principales obras de investigación se encuentran: “La Ciencia en México”, capítulo integrado en el segundo tomo del libro México. Su evolución social (1902), Nuevo sistema de lógica inductiva y deductiva (1903), La Reforma en México (1906), además, tradujo y editó el libro Discurso sobre el espíritu positivista de Auguste Comte. Perteneció a diversas asociaciones, sociedades y academias dentro y fuera de México, como la Sociedad Filoiátrica de Alumnos y Profesores de la Escuela de Medicina, Sociedad Médica “Pedro Escobedo”, Sociedad de Geografía y Estadística, Sociedad “Antonio Alzate”, Sociedad Positivista de México, Sociedad Francesa de Enseñanza Popular, con sede en París, Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente a la Española, Academia Mexicana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, correspondiente a la Española y Academia Mexicana de Ciencias Sociales.

Como muchos otros autores decimonónicos, su tránsito por las letras lo llevó a la poesía, que cultivó muy escasamente. Porfirio Parra escribió “Lutero”, “La noche”, “El agua” y otros poemas, entre los que se destaca “A las matemáticas”, composición que representó un homenaje al espíritu progresista y científico de la época. Se tiene noticia que sus poemas fueron reunidos en forma de libro y publicados en Ciudad Juárez, en la casa editorial El Agricultor Mexicano en 1910. También tradujo fragmentos de novelas de figuras prominentes de la literatura francesa, además de narraciones breves de autores identificados con el movimiento romántico. El 13 de septiembre de 1891, Parra comenzó a publicar por entregas capítulos de su única novela titulada Pacotillas, en el suplemento dominical del diario El Universal. Debido a las presiones del periódico, seguramente no logró cumplir con las exigencias de los redactores, luego de que éstos se vieron obligados a reproducir dos domingos seguidos los apartados vii y viii, para mantener la atención de los posibles lectores. La obra se publicó en libro nueve años después, en Barcelona, España, en la Tipografía de Salvat e Hijos. Manuel Rocha y Chabre en su artículo “La novela en México en el siglo xix (ligeros apuntes)” publicado en El Correo de Chihuahua, en su edición del 12 de enero de 1899, mencionó la reciente aparición de la novela antes de que ésta apareciera en forma de libro.

En su momento, Parra fue reconocido como un escritor realista, cuyo valor estilístico radicaba en su voluntad de reflejar una época de la historia mexicana. Victoriano Salado Álvarez en su ensayo “Pacotillas. Novela del doctor Porfirio Parra”, publicado en la Revista Positiva (1903), calificó de “admirable novela” y lamentó la “criminal indiferencia” que suscitó en el medio letrado. Como muchos críticos apegados a las fórmulas de Hippolyte Taine, Salado Álvarez enfatizó que la obra respondía “al medio y momento”, por la cual Pacotillas representaba un excepcional “documento humano” que acercaba a los lectores porfirianos, a los pormenores de la historia política de México durante la gestión del presidente Manuel González (1880-1884). En ese mismo tenor, Carlos Pereyra estimó con desagrado que la obra fuera recibida con “beocio desvío”, dado que abordaba la vida de un personaje que, como el “Periquillo” de José Joaquín Fernández de Lizardi, constituía el “símbolo del mexicano de los primeros años posteriores a la Revolución”. Pereyra reiteró el aspecto del “héroe simbólico” que lucha en un ambiente desfavorable, por lo tanto, su valor histórico radicaba en los problemas que planteaba de cara al siglo venidero.

Respecto a la recepción posterior de su novela, existen pocos estudios de crítica literaria mexicana; sin embargo, un trabajo pionero que siguió la misma línea de observación que Carlos Pereyra hiciera al respecto, es el ensayo de Juan Hernández Luna titulado “El gran Pacotillas”, publicado en 1952 en la revista Historia Mexicana. El ensayo buscaba rescatar la obra desde la mirada sobre la mexicanidad y el ser mexicano, reflexiones filosóficas que se dieron en el México posrevolucionario. Para el autor, la figura de “Pacotillas” personificaba el “símbolo de la mexicanidad” que defendió, con honor y rebeldía, la libertad como valor humanitario y universal. Mediante un riguroso análisis sobre las ideas y conductas del protagonista, Juan Hernández Luna concluyó que Pacotillas era la novela inaugural del filosofar del mexicano, cuyas páginas describían a un personaje real e histórico forjado en el periodo de la dictadura porfiriana.

En los últimos años, encontramos nuevas rutas de investigación en relación con la novela, como objeto de indagación y fuente de saber. En 2004, Yliana Rodríguez González presentó “Los reporters: una plaga” en la Asociación Internacional de Hispanistas, trabajo en el que analizó la figura de los reporters como personajes literarios en cuatro novelas decimonónicas: La bola, Moneda falsa, La Rumba y Pacotillas. La autora destacó que los novelistas solían utilizar el estilo propio del reportaje sensacionalista, tomando hechos reales de la vida cotidiana para reelaborar situaciones ficticias, o bien, para narrar historias imaginarias con los recursos que el reportaje les proporcionaba. Para el caso Pacotillas, la autora sostiene que la novela engrandece el periodismo honorable e inteligente que ejerce su protagonista, una práctica valorada más allá del escándalo, la calumnia o la diatriba que realizaban los reporteros. Por otro lado, en 2012, Ana Laura Zavala Díaz publicó un ensayo titulado “Un carácter que no pudo adaptarse al medio social: Porfirio Parra y su novela Pacotillas”, en el cual analiza las relaciones entre el discurso médico y las prácticas discursivas de finales del siglo xix. Para Zavala Díaz, Pacotillas es una muestra elocuente de la “imaginería somática” propia de un tipo de literatura que, sin importar inclinaciones estéticas o filiaciones políticas, no logró escapar del influjo de la medicina científica. Argumenta que el personaje de Pacotillas es identificado con la sensibilidad de un artista “bohemio y antiburgués” que reniega de la vida moderna. La autora consideró que la obra aborda un género discursivo muy popular en la narrativa finisecular como es el “caso clínico”, de tal manera que Porfirio Parra fue un autor que supo explorar de manera ejemplar, cuestiones relacionadas con la degeneración y el cuerpo mórbido, tópicos que son estudiados en su texto como enfermedades de época. Por su parte, José Antonio Maya González en su trabajo “Ficciones psicopatológicas: locura y medicina mental en la novela Pacotillas de Porfirio Parra, 1900”, estudió la novela como una fuente para la historia cultural de la psiquiatría en el México de finales de siglo. El autor analizó las representaciones de las locuras en la narrativa parriana a partir de las actitudes, ideas y comportamientos de los personajes, contrapunteándolos con los discursos médicos en el contexto de la primera psiquiatría biológica del país. El autor sostiene que la novela no solo expresó preocupaciones científicas del momento, como las relaciones entre la vida moderna, el nerviosismo y la degeneración, sino que puso en circulación una serie de conocimientos didácticos sobre la enfermedad mental que puso al servicio de una minoría ilustrada, proceso mediante el cual, el médico-escritor chihuahuense buscó coadyuvar en la legitimación de la medicina mental mexicana en ciernes.

Por último, cabría señalar que hoy en día la novela de Porfirio Parra es citada por historiadores, antropólogos, sociólogos y filósofos; por un lado, varios estudios procuran mostrar la fecunda exploración que hizo el autor de un momento histórico específico, por el otro, ponen de manifiesto la enorme complejidad intelectual de un personaje de su tiempo, que logró concatenar, en una extensa novela, la polifonía sociocultural de una época vertiginosa y contrastante.

Instituciones, distinciones o publicaciones


Instituto Bibliográfico Mexicano
Fecha de ingreso: 01 de mayo de 1899
Miembro fundador