Dueño de una clara vocación de escritor, Alfonso Reyes (1889-1959) dejó una obra extensa, en prosa y verso, realizándola en la primera mitad del siglo veinte. Pronto se destacó entre los jóvenes miembros del Ateneo de la Juventud, revelándose desde sus años juveniles como poeta y ensayista. Su vida transcurrió entre la lectura y la escritura, pero su vocación literaria no le impidió desempeñar con disciplina y rigor la tarea diplomática, de los años 1922 a 1938. De 1913 a 1939 vivió fuera de México y a partir de este año se instaló en la capital mexicana, en su casa de la calle Industrias, 122 (hoy Benjamín Hill), donde estableció su biblioteca personal, y dirigió La Casa de España en México, que más tarde se convirtió en El Colegio de México. Los últimos veinte años de su vida los pasó en México y la obra escrita continuó en esos años. Alfonso Reyes se integro a instituciones como El Colegio Nacional y la Academia Mexicana de Lengua, presidiendo El Colegio de México hasta su muerte. La obra de Alfonso Reyes tiene vigencia hoy. Su extensión es testimonio de una vida dedicada a escribir y al mismo tiempo revela una permanente intención de alcanzar en ella la comprensión de la cultura nacional y la cultura universal, como dos manifestaciones que se integran y se complementan. Así ambas expresiones se muestran por igual en sus páginas y ambas se manifiestan bajo el signo del humanismo, como actitud que rige la existencia humana y propicia el reconocimiento de los supremos valores de la vida.
Alfonso Rangel Guerra