Perdurable compañía es un peculiar epistolario y el libro con el que, en 2005, W. S. Merwin se consagra definitivamente como una de las grandes voces norteamericanas de hogaño. En él, el autor se dirige tanto a un viejo árbol como a sus piernas, a su alma, a la espera, o a la bicicleta que nunca tuvo el poeta polaco Zbigniew Herbert. Con detallada cercanía, al modo de las odas elementales de Pablo Neruda (no en vano tradujo al inglés los poemas del inmortal chileno y del mexicano Jaime Sabines), Merwin convierte el poema en la piedra filosofal que vuelve transparente el objeto de su reflexión, permitiéndonos observar al mismo tiempo su exterior y su interior, su cara y su envés, alcanzando así la cúspide de la realidad trascendida. W. S. Merwin es de esos contados poetas que nos enseñan que la trascendencia no supone lejanía, sino que procura más bien el grado más alto de la cercanía, la intimidad. Perdurable compañía es por derecho propio uno de los libros fundamentales de la poesía norteamericana (y mundial) de las últimas décadas.