José M. Hidalgo y Esnaurrízar publicó, hacia el final de su vida, unos recuerdos de juventud en los que narra su estancia en la legación de México en el Vaticano a mediados del siglo XIX. Siendo muy joven, había participado en la defensa ante la Invasión Norteamericana, pero hacia 1887 era más bien recordado como miembro de la comisión que ofreció la Corona a Maximiliano.
Hidalgo rememora su estancia en la Fortaleza de Gaeta, donde conoció al papa Pío IX. Con prosa amena da cuenta de los usos y costumbres, comidas, bailes, moda y anécdotas de las clases aristócratas en Nápoles, Roma y Londres. Si políticamente fue conservador por su apasionada defensa del monarquismo, para las letras, en cambio, fue innovador, al publicar un texto autobiográfico cuando en México pocos se atrevieron a ello.