En este poemario confluyen la soltura de las observaciones simples, el claro sonido del apunte fugaz, las deliciosas nimiedades que enriquecen a los huecos de la vida. Momentos quietos de lo cotidiano, animados por Julio Trujillo a través de chispas verbales, pequeños mundos que aun después de agotarse quedan encendidos en la intimidad. El sonido del helicóptero, las alas de la piedra, el accidentado paisaje de la página en blanco, la huida de la mirada tras un par de ardillas. Temas y excusas que adopta Trujillo para versificar en la corta distancia, apostándose a la sorpresa y a la imaginación. El poeta mira a través de palabras que son cristales y producen refracciones verbales que son poemas. Pequeños juegos de luz, breves temas de sonido, gozo continuo.