Argón 18 inicia, ahí como lo ven,
es el título de una gran novela. Y digo gran novela sin la exageración
peyorativa ni el bombo platillense. Simplemente gran novela. El tiempo de la
novela es de media hora, o sea que toda una vida, unas vidas, las de Librarius
Erectus Hernández, Milagros Leyva y Pepe Nava, transcurren con patitas y
manitas, enteras, contemporáneas y desarrolladamente vivas, en treinta minutos.
Un Argón es como una bolita millonésimamente pequeña que anda por el aire, como
esos pelillos que vemos cuando entra el sol al descuido de un cuarto íntimo. Se
supone que no muere, no se combina con otro átomo y pudo ser respirado por
Cristo, por el Che, por el mismito Marx o por Proust, pongamos por caso. El
Argón 18 va por la cinta de Moebius, corre por ciento cuarenta y cuatro páginas
y reaparece al revés al final, destiempado y atemporado, como quien dice; es un
número atómico, inicia es arranque, revolución, novelación. ¡Magnifico!
María Luisa Mendoza