Alegoría del mundo y de la condición humana, Santa María del Circo es la historia de un grupo de cirqueros que, al llegar a un pueblo fantasma, no menos desolado que ellos, tratan de fundar un nuevo orden, de construir sobre lo destruido. Su vida se convierte así en una función interminable en busca de la propia redención. En ese camino recorrido a tientas se hallan mezclados la tragedia y el humor negro, el dolor y la ironía. En las páginas que relatan ese ir y venir al mismo punto, se pasea, oronda, una idea estremecedora: el mundo es un gran circo, pero sin espectadores.
«Nadie decide ser cirquero. Son cosas que pasan.»
El circo llegó al pueblo. El pueblo está vacío. ¿Qué hacemos con el circo?¿Qué hacemos con el pueblo?¿Qué con el enano, el hombre fuerte y la mujer barbuda?¿Con el mago, el hombre bala, el contorsionista?. Compren su boleto, damas y caballeros, niños y niñas, y entren al circo; ese circo que se va al diablo, lo mismo que todos nosotros.