La democracia de los muertos. Ensayo sobre poesía mexicana 1800-1921, de Luis Miguel Aguilar, ofrece con el estudio más documentado que existe sobre el periodo, una discusión crítica que recupera y revitaliza todo un siglo lírico, hasta ahora generalmente resguardado en la guardarropía de los próceres lugares comunes y cierto paralítico patriotismo sentimental: Navrrete, Sartorio, Ochoa, Sáncez de Tagle, Pesado, Rodríguez Galván, Calderón, Altamirano, Prieto, Cuenca, Acuña, Flores, Gutiérrez Nájera, Othón, Díaz Mirón, Placencia, González León, etcétera.
Este libro parte de las fuetnes originales, en algunos casos raras o desconocidas; traza una figura poética del siglo XIX mexicano con un afán, insólito en nuestra crítica, de no perder de vista el texto –ante todo, la lectura de los poemas, más que la imagen de los poetas o de la poesía-, pero sin olvidar la historia, las biografías, los chismes, las discusiones, la literatura comparada, la sociedad, las ideas, la política nacional o cotidiana; finalmente, con una feliz alianza de erudición y creatividad, narra los riesgos y logros de la formación de la expresión poética moderna en México, que Aguilar ya ve madura en el Modernismo. Pero sobre todo, el asunto vivo de este libro: una poesía minuciosa de versos y poemas concretos, sujetos a lecturas desde todos los ángulos imaginables, como prismas irrepetibles.
Pocas veces se reúnen, como ahora, en un historiador de la poesía, los conocimientos estilísticos, culturales e históricos, así como una perspectiva crítica aliada a la documentación. La democracia de los muertos aúna a su necesario valor crítico y como libro de consulta, el de constituir asimismo uno de los momentos superiores del ensayo literario en México.