En el espacio no hay sonidos. Dentro de la oscuridad profunda del universo los colores se vuelven poemas. Millones de puntos luminosos convergen hacia todos los sitios. El mar de esferas, gases, rocas gigantes y vórtices impredecibles parecen moverse formando olas que se expanden infinitamente.
Cada segundo en ese lugar no existe, porque no se mide el tiempo. No existe el ruido, solo hay una absoluta indiferencia hacia nuestra ignorancia. Los planetas, soles, órbitas elípicas, circulares y agujeros negros, en apariencia se contraponen a leyes físicas demostrando que la lógica no siempre es lógica. El frío no es absoluto porque nada lo es. Nada está quieto, todo es constante, se repite desde que algo existe y seguirá así hasta que nada sobreviva a sí mismo. Los planetas cuentan su propia historia, un mismo origen desde la gran singularidad, pero con una distinta evolución en la danza eterna del multiverso. Solo hay oscuridad, solo silencio.