Paolo Zellini es un escritor único: en él confluyen diversas corrientes de pensamiento que, al pasar por la criba de su poderosa pluma, emergen como una creación extraordinaria. La rebelión del número es un claro ejemplo. Pocas veces podemos contemplar una visión científica que mediante analogías literarias y filosóficas logre proyectar la esencia misma de la sabiduría y el conocimiento de todos los tiempos. Zellini nos va narrando, con maestría y claridad, la historia moderna de las matemáticas. Pasando por personajes de la talla de Dedekind, Cantor, Poincaré, Russell, Brouwer, Hilbert, Gödel, Lakatos, por nombrar sólo algunos, la mirada de Zellini se adentra en las cuestiones más intrincadas que han aquejado al pensamientos matemático de los últimos dos siglos. Los matemáticos oscilan entre la creación divina y la simple constatación de lo que la naturaleza esconde en sus enigmáticas estructuras. Los entes matemáticos pueden ser creaciones exclusivas de ciertos individuos que, a pesar de existir únicamente en sí mismas, sin ningún tipo de relación con la realidad exterior, permanecen verdaderas. Éste es el postulado de las tesis intuicionistas. Pero por otro lado tenemos el embate formalista, que pretende dotar de cimientos incontrovertibles a las matemáticas, intentando así alejarse del simple juego especulativo. Zellini ubica entre estas dos grandes tendencias lo que él llama la crisis de los fundamentos, donde incluso la forma de conocimiento considerada más precisa está inmersa en cuestiones indemostrables. Este maravilloso periplo, plagado de crisis e incertidumbres, es lo que finalmente hace de las matemáticas algo tan fascinante. Pero lo realmente extraordinario es poder ver cómo el conocimiento es algo que no puede abordarse unilateralmente. Incluso en matemáticas, el fundamento es una simple imagen que los hombres buscan materializar sin conseguirlo jamás. No obstante, para Zellini eso no es algo desalentador: «Flaubert, recordaba Yeats, hubiera querido escribir la historia de un hombre que sueña las visiones más espléndidas conforme su vida se vuelve más infeliz; el naufragio de un amor “real” coincidiría al final con “su matrimonio con una princesa de ensueño”».