En los Aforismos de Zürau, Kafka nombra a lo divino por primera vez llamándolo lo “indestructible”. De esta manera hace referencia a aquello que se encuentra oculto pero siempre presente. Roberto Calasso logró, como nadie, percibir lo “indestructible” del propio Kafka, por lo que decidió brindarle un majestuoso homenaje no sólo escribiendo el espléndido libro K., sino sacando a la luz esa potencia escondida en forma de otro libro, pero ahora en uno del propio Kafka: los Aforismos de Zürau.
Esta maravillosa obra es producto del trabajo editorial realizado por Calasso a partir de los manuscritos originales que se encuentran en la Bodleian Library de Oxrford. Todo parecía indicar que Kafka nunca tuvo la intención de publicarlos en forma de libro autónomo, aunque sí salieron a la luz póstumamente en 1953, gracias a su amigo Max Brod, que los incluyó en la antología de escritos póstumos Preparativos para una boda en el campo con el título: Consideraciones acerca del pecado, el dolor, la esperanza y el camino verdadero. Sin embargo, son Calasso y el sello editorial Adelphi los que recrean la versión definitiva que Kafka deseaba. Y esa versión es justo la que tienen en sus manos. Para darnos una idea de la importancia que este libro entraña, mejor escuchemos a Calasso: “Este libro es como un diamante muy puro, enraizado en los vastos yacimientos carboníferos que había en Kafka. En vano se buscaría, entre las compilaciones de aforismos del siglo, alguna que fuera tan intensa y enigmática. Publicados en conjunto, estos fragmentos ocuparían una veintena de páginas casi irrespirables. Puesto que cada fragmento es un aforismo en el sentido de Kierkegaard, un ser -aislado-, que debe respirar rodeado de un espacio vacío”.