Enciclopedia de la Literatura en México

Los restos del incendio y otros cuentos

Alfonso Reyes erigió una ciudad de palabras habitada, junto a él, por un puñado de filósofos, otro de héroes grecolatinos y varios montones de poetas, narradores, dramaturgos y pintores. Alojados, ahí también, están su amigo y maestro Pedro Enríquez Ureña y sus amadísimos Francisco de Quevedo y Stéphane Mallarmé. Para construir esta ciudad se sirvió de la lectura y la escritura: leer para devorar lo leído. Leer para consumir lo leído: la lectura como el fuego que absorbe con vehemencia lo leído; la lectura que quema y abrasa a lo otro hasta convertirlo en un montón de cenizas. Reyes leyó como la llama lee sobre la madera. Se consumió en todas y cada una de sus lecturas y una manera de constatarlo, me atrevo a apuntar, consiste en observar que desde sus primeras hasta sus últimas publicaciones consagró su incendiarse a los ya aludidos Quevedo y Mallarmé. De la lectura como llamarada que todo devora hasta convertirlo en cenizas, podemos atisbar un eslabón en los cuentos compilados en esta selección que nos entregan la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Fondo Editorial de Nuevo León: la narrativa titulada «Los restos del incendio» podría funcionar como bisagra.

Asunción Rangel

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2021. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.