Este libro constituye la novena carta pastoral del Beato Juan de Palafox y Mendoza, como Obispo del Burgo de Osma-Soria, España, a donde fue destinado después de su fecundo paso por la Diócesis de Puebla de los Ángeles, a la que llamaba su Amada Raquel. La firma el 5 de enero de 1658, en la plenitud de su ministerio episcopal, en la madurez de su vida espiritual, y cuando su existencia está a punto de alcanzar la eternidad. Es una reflexión inspirada en el texto de Ezequiel 33,1-9, donde Dios compara al profeta con el centinela de la ciudad, que responsablemente debe anunciar la proximidad del peligro, para que los habitantes se resguarden y no perezcan. Así el enviado de Dios ha de invitar al malvado a la conversión, para que no perezca y salve su vida; si el profeta no lo hace, el malvado morirá por su culpa, y al profeta se le pedirá cuentas de su negligencia. Así, el Beato nos recuerda a los obispos y a los sacerdotes que tenemos por misión llamar a todos a la conversión, para que salven sus vidas, consciente de que Dios nos pedirá cuentas del pueblo que se nos ha confiado; un pueblo que no es nuestro sino de Dios.