Ninguna obra como la de Miguel de Cervantes suele generar tantas disidencias, disolvencias y hasta divergencias. Leerle hoy es sólo una de las muchas maneras de reinventarlo. De unos años acá, Ignacio Padilla se ha dado obsesivamente a dicha tarea. Irreverente, convencido de que siempre es posible reinventar a los clásicos y reinventarse con ellos, el autor ha cabalgado en su propia quijotada de lector que escribe. En esta aventura ha ido proponiendo, entre otras cosas, la aceptación de la ambigüedad y la falibilidad cervantinas, ha alanceado al monstruo del cervantismo romántico y ha subvertido a su manera el instructivo de la dictadura de un Cervantes santo y de un Quijote infaliblemente bueno.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2011. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.