El nombre de Victoriano Salado Álvarez (Teocal-tiche, Jalisco-Ciudad de México, 1867-1931) sigue siendo enigmático para muchos, aun entre los especialistas. Su vida transcurrió entre los extremos de las dos últimas gestas que sacudieron al país (Reforma y Revolución mexicana) y adquirió plena madurez en el Porfiriato, del cual fue una de sus más respetadas figuras intelectuales. Conocido por sus grandes obras de novela histórica: De Santa Anna a la Reforma (1902-1903) y La Intervención y el Imperio (1903-1906), que en conjunto forman los Episodios nacionales mexicanos, Salado encumbró la cultura decimonónica de aquella época, dedicándose a su tributo y defensa en los tiempos convulsos de la Revolución mexicana. Esta circunstancia le valió el destierro y, más tarde, por una ley implacable de dialéctica política, el descrédito y el olvido. Es paradójico que él mismo instara a sus contemporáneos a escribir sus memorias "porque es algo que le debéis a la posteridad" y, al mismo tiempo, que la posteridad haya acumulado con él una deuda tan grande. Este es el sentido de la labor de edición y rescate de sus obras: restaurar esa deuda histórica, que casi a modo de epitafio constituyó la última voluntad literaria de un autor tan desdeñado como imprescindible en nuestras letras nacionales.