Con extraordinaria sensibilidad, Virginia Woolf retrata la vida del cocker spaniel de Elizabeth Barret Browning, una de las poetistas inglesas más afamadas del siglo xix. Las aventuras de Flush en la elegante Wimpole Street incluyen el retrato de la sociedad victoriana, hipócrita y costumbrista, así como los sucesos más importantes en la vida íntima de su ama. El asombroso mundo sensorial de un perro es narrado con maestría en estas páginas que escribiera la autora como un descanso luego de la intensa composición de Las olas. Esta es una oda a la relación milenaria del hombre con el perro. Una relación desprovista de palabras, basada en gestos, intuición, familiaridad y contacto. Es una obra que expone y discute las fronteras entre la verdad y la verosimilitud: no es una auténtica novela, puesto que recoge los datos y el estilo de una biografía, pero tampoco es una biografía convencional, porque antepone la libertad, lo artístico de la buena prosa a la rigidez del discurso histórico. Definitivamente, una obra maestra que merecía una nueva edición española para revitalizarla.