Alfonso Reyes siempre resulta grata compañia. Leerlo nos hace bien. Pero nunca imponernos su lectura como una obligación cultural si no como un placer. La lectura es una conversación a larga distancia pero de persona a persona. Como dijo su amigo Borges de su mutuo maestro Wilde, Reyes "es de aquellos venturosos que pueden prescindir de la aprovación de la critica y aun, a veces, de la aprobación del lector, pues el agrado que proporciona su trato es irresistible y constante".
José Emilio Pacheco
Ante un mundo que ha perdido casi completamente el sentimiento de la forma, al grado de que la frase hecha, después de conquistar periódicos, parlamentos y universidades, se convierte en el medio de expresión favorito de poetas y novelistas, el amor de Reyes al lenguaje, a sus problemas y sus misterios, es algo más que un ejmplo: es un milagro.
Octavio Paz