Entre los años 1983 y 1991 Vicente Preciado Zacarías tomó apuntes de sus conversaciones con Juan José Arreola durante las «lecturas compartidas», reunión que realizaban en Zapotlán. El resultado fue «un altero de libretas de bolsillo», ya que el escritor no quiso grabadoras. Fue así que don Vicente desarrolló «un sistema de escritura a partir del cual fue posible atrapar al vuelo, textos que constituían su ordo amoris, la escala cognoscitiva que- además de acceder a su universo axiológico- determinaba su ethos; es decir, el orden de sus amores y preferencias, y por contraposición, los rechazos y expulsiones de su paraíso cultural». Después, con amorosa paciencia, el doctor Preciado se dio a la tarea de ordenar, transcribir y enriquecer con datos complementarios, los apuntes surgidos de las conversaciones, para finalmente presentar estas páginas que en conjunto constituyen un gran libro y que asemejan «una lluvia de oro, que en las tardes de Zapotlán bajaba como una bendición para posarse sobre el barro del corazón». Sobre la primera edición de Apuntes de Arreola en Zapotlán, el indispensable crítico de las letras mexicanas, Emanuel Carballo, señaló entusiasmado – en su colaboración semanal para Radio Universidad de Guadalajara (2003) – que «después de leer el libro de don Vicente Preciado Zacarías, yo que me jacto de conocer como pocas personas en México a Arreola, me siento como un muchacho al que le faltan muchas cosas para entender cabalmente al gran escritor de Zapotlán. Es un libro precioso, magnífico, digno de leerse».