Los visitantes extranjeros en México descubren, en aquello que para nosotros es cotidiano, un motivo de asombro. Su mirada es interesante por lo que encuentran extraño, y sus escritos llevan a la reflexión sobre el que José N. Iturriaga ha llamado el perfil prototípico del mexicano, aquel que lo diferencia e identifica.El criterio que ha guiado al autor en la selección del material reúne testimonios insólitos que se han escrito sobre nuestro país a lo largo de cinco siglos, anécdotas llamativas y raras, lo increíble, lo espeluznante, lo pintoresco; todo aquello que pueda cautivar es objeto de interés, y ni la exageración ni la mentira son motivos que puedan forzar la exclusión de textos: importa el punto de vista de los forasteros deslumbrados, que muchas veces se dejaron seducir por sus propias invenciones.José N. Iturriaga glosa, en la introducción, como ejemplos, algunos delos relatos. Escritores, desde el siglo XVI, refieren la existencia de gigantes bisexuales que poblaban el Altiplano central, hablan de extracciones del corazón a víctimas todavía vivas, de despellejamientos, de indios voladores, del uso de cráneos humanos para beber vino, del rey chichimeca Xólotl, que aparentemente vivió casi doscientos años, del traidor despedazado vivo, de las torturas a los adúlteros y a otros trasgresores, de cómo los más pobres pagaban sus impuestos con piojos. Cuenta también la existencia de saetas envenenadas, de peleas de gallos sobre alfombras persas, de mineros sustrayendo plata escondida en los intestinos, de cacerías de potros salvajes para comer, en suma, el compilador logra impactarnos con la visión de esos observadores maravillados.