Casi no hay nada para documentar la relación que existió entre Alfonso Reyes (1889-1959) y Carlos Pellicer (1897-1977). Faltan las memorias reveladoras, los ensayos críticos, las alusiones pertinentes y sobre todo un epistolario abundante. Sólo quedan tres o cuatro cartas y una treintena de recados o tarjetas, algunas dedicatorias, contadas referencias y poco más. Casi medio siglo de amistad se condensa en unos centenares de líneas lo cual no deja de ser sorprendente dada la fertilidad ya legendaria de Reyes como corresponsal. Lo paradójico es que esa escasez de testimonios tangibles no significa falta de interés o de simpatía de parte de ambos personajes. De hecho, si se leen con cuidado (y entre líneas) los escasos documentos disponibles, queda una impresión de sincera y profunda amistad.
El libro incluye un breve anexo fotográfico, tomado de los archivos de Carlos Pellicer López, que reproduce originales de algunos textos y otra sección con los versos que se dedicaron los escritores en donde se recupera “Una cactácea para Alfonso Reyes”, poema de Pellicer “descortésmente” olvidado y no recogido en la edición de la Poesía Completa.