Un lector de Walter Benjamin tal vez deba encontrarse con las palabras de éste como se encuentra la mirada con las estrellas de un cielo nocturno y generoso. Quien lee a Benjamin tal vez deba ser paciente, como aquél que mira el firmamento, así, quizás, en algún momento de fortuna pueda contemplar el trazo de una constelación.
Los materiales que conforman el Libro de los Pasajes parecen ser notas escritas por Benjamin para Benjamin: por eso, cuando uno se planta como lector frente a ellas es imposible no sentirse un intruso. No obstante, esta intimidad con la que Benjamin, escribe, organiza y selecciona sus materiales es la misma que le otorga un vívido tono a su escritura, mismo que termina por atraparnos en un juego de búsqueda parecido al coleccionismo.