El general Bernardo Reyes fue un notable militar y político mexicano que combatió en la Segunda Intervención Francesa. Fue gobernador de Nuevo León por más de 20 años, hombre cercano a Porfirio Díaz y combatiente contra Francisco I. Madero, quien pudiendo hacerlo fusilar se contentó con encarcelarlo. Tras de ser liberado participó en un enfrentamiento contra las fuerzas leales al presidente Madero, en vísperas de la Decena Trágica, terminando muerto a consecuencia de una ráfaga de balas frente a la Puerta Mariana de Palacio Nacional. ¿Qué sueños, alucinaciones, pesadillas y quizá locuras movieron a este hombre de hierro para entregarse a una causa en la que creía profundamente? ¿Cuáles fueron sus intenciones al saberse partícipe de una causa que muchos juzgarían traición? La magistral pluma de Ignacio Solares nos acerca al personaje con rigor histórico y al mismo tiempo con gran capacidad literaria. Como se establece en la novela sobre este personaje: “Cuánto tuvo que odiar a Madero y su debilidad para actuar contra sí mismo en forma tan absurda. Y si algún mérito le queda es que llevó esa pesadilla a sus últimas consecuencias la noche del 9 de febrero de 1913”. Ese odio lo llevó a la prisión, desde donde siguió confabulando y donde empezó a tener sueños en los que campeaba una visión trágica de su país, al que, pensaba, le correspondía tratar de salvar. Y así, acosado por el sabor de las pesadillas pero seguro de que había nacido para ese destino inevitable, cabalgó a la cabeza de un pequeño contingente en una carga desesperada contra Palacio Nacional. Poco antes había dicho, sin lograr evitar las lágrimas: “Vamos, la patria nos llama”.