Nadie puede poseer una ciudad, pero sí acercársele por medio de atajos, rodeos, pequeños asedios personales, incursiones y tanteos. Vivir en la Ciudad de México es eso: una constante aproximación, como un cortejo cuya culminación fuera constantemente postergada. Ese ejercicio de seducción urbana es el que propone Julio Trujillo en estas páginas, sin el afán del historiador ni del cronista pero sí con la ambición secreta de ganarse algunos rincones e instantes propios: partículas apenas de la gran urbe, pero salvadas del tiempo por las redes de la escritura, la memoria y la lectura. Atajos y rodeos no es un mapa para llegar a la ciudad, sino una especie de mantra para atraerla.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2015. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.