"Dentro de las grandes corrientes artísticas que se desarrollaron durante la revolución mexicana -hace notar el autor de este libro- cabe destacar el caso de las artes escénicas. Como forma del arte, el teatro es un instrumento que contribuye a transformar las estructuras sociales de explotación y sometimiento de los trabajadores al capital nacional e internacional; se trata de un teatro que, en manos de los trabajadores, se convierte en forma de incitación política y manifestación de las ideas libertarias, tan boga en el mundo de entonces..." Una muestra son las obras del revolucionario oaxaqueño Ricardo Flores Magón, Tierra y Libertad y Verdugos y Víctimas, representadas en la década de los años veinte del siglo pasado en el puerto jarocho por grupos como el Cuadro Artístico, Literario y Musical de la Federación Local de Trabajadores (FLT) afiliada a la Confederación General de Trabajadores (CGT). Lo que confirma que "la influencia del anarquismo magonista en el movimiento obrero veracruzano tiene hondas raíces -recordemos que-; durante esos años se viven momentos vitales para la vida política del país y los sindicatos anarcosindicalistas."
Esta entidad de la república constituye un punto esencial ya que como cita Nahmad Molinari: "La ciudad de Veracruz era una importante plaza teatral en las primeras décadas del siglo XX, en parte porque era el mayor puerto del país: por él entraban y salían las principales obras teatrales. De manera simultánea, el teatro ocupaba algo del tiempo libre de la población porteña y también era una actividad central en la lucha de los sindicatos en un momento de intensa movilización social..."