Aunque formado en los sesentas, década en que se cruzan tres generaciones, Medio Siglo, Casa del Lago, La Onda, Fernando Curiel ha seguido caminos enteramente propios. Como narrador y ensayista cultural, crítico e investigador. Entre su obra numerosa y de difícil nomenclatura se cuentan, ya con el carácter de aportaciones decisivas, títulos como: Vida en Londres, Fotonovela rosa, fotonovela roja, La telaraña magnética o el lenguaje de la radio, Paseando por Plateros, Onetti: calculado infortunio (Premio Xavier Villaurrutia) y La Querella de Martín Luis Guzmán (Premio José Revueltas). Situal al que en su momento accederán Manuscrito hallado en un portafolios, mismo que inaugura la novela política post-sesentayocho, Mal de ojo, experimento tipográfico sobre la literatura icónica y Navaja, hondo corte a la vetusa prosa al uso.
Dispóngase ahora, el lector, a una aventura infrecuente: la de la crítica que se asumo como creación asimismo literaria. Di ahí la variedad de géneros: crónica, reseña, estudio, pesquisa de obsesiones, autobiografía inducida, paráfrasis; y de temas: el ateneismo mexicano, la ciudad de México como literatura, los mitos regionales, la selva, la revolución dictada, Santa María de Brausen, los límites y transfigura a Alfonso Reyes, Martín Luis Guzmán, Julio Torri, Carlos Días Dufoo Jr., Federico Gamboa, Jorge Ibargüengoitia, José Revueltas, Luis Cardoza y Aragón, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, por citar algunos de los autores de su predilección, en personajes. Acto analítico e imaginario, de la razón y la pasión: textual.