Alfredo López Austin, uno de los más destacados estudiosos del pensamiento y la religión prehispánicas, autor de grandes tratados e indagaciones exhaustivas, afrece aquí una muestra de sus hallazgos y lo hace entorno de quien conversa, con humor y ánimo de entretener, a la vez que movilizando todos sus conocimientos. El conejo en la cara de la luna: Ensayos sobre la mitología de la tradición mesoamericana proporciona una visión variada, accesible y amena de las tradiciones que, desde siglos antes de la Conquista y hasta nuestros días, explican el origen de los nombres propios, los eclipses y las estrellas, o del apelativo "tarasco"; relatan la fundación de Tenochtitlan o la suerte del malvado dios Anntón Kristo, sometido por los dioses Santo Tomás y Santa María, pero todavía amarrado alos pilares de la tierra, que a veces sacude causando terremotos; se refieren al cacao, a lo frío y lo caliente, a la mano derecha y la mano izquierda, a nuestros primeros padres, a los tlacuaches y, por supuesto, al conejo visible en la cara de la Luna.
Alfredo López Austin, uno de los más destacados estudiosos del pensamiento y la religión prehispánicas, autor de grandes tratados e indagaciones exhaustivas, ofrece aquí una muestra de sus hallazgos. Y lo hace en el tono de quien conversa, con humor y ánimo de entretener, a la vez que movilizando todos sus conocimientos. El conejo en la cara de la luna: Ensayos sobre mitología de la tradición mesoamericana proporciona una visión variada, accesible y amena de las tradiciones que, desde siglos antes de la Conquista y hasta nuestros días, explican el origen de los nombres propios, los eclipses y las estrellas, o del apelativo “tarasco”; relatan la fundación de Tenochtitlan o la suerte del malvado dios Antón Kristo, sometido por los dioses Santo Tomás y Santa María, pero todavía amarrado a los pilares de la tierra, que a veces sacude causando terremotos; se refieren al cacao, a lo frío y lo caliente, a la mano derecha y la mano izquierda, a nuestros primeros padres, a los tlacuaches y, por supuesto, al conejo visible en la cara de la Luna.