Sabemos que Alejandro de Humboldt es una de las figuras más altas de la cultura universal. Aquel sabio prusiano que hace dos siglos, a sus 30 años de edad, desembarcó en América y lo recorrió por tierra y mar, desde Venezuela hasta México, volvió cinco años después a Europa para publicar una serie de libros científicos trascendentales sobre nuestro continente y convertirse, como se le ha llamado tantas veces, en el segundo descubridor de América. Esa magna labor aparece descrita con seducción y hondura en los ensayos centrales de este libro escrito por Jaime Labastida, uno de los mejores conocedores en nuestro continente de la obra de Humboldt. Y aparece, después, probada en la antología de los textos de Humboldt, seleccionada y traducida por el propio Labastida, cuya lectura colma nuestra admiración y nos llena de satisfacción y sorpresa como lectores ávidos y asombrados.
El prólogo del notable antropólogo Eduardo Matos Moctezuma apunta algunos aspectos sobresalientes de la obra de Humboldt, y el secretario de Educación Pública, Miguel Limón Rojas, dedica el libro a los estudiantes que habrán de encontrar sin duda en él causas sobradas para admirarlo y gozarlo.