Un pueblo sin teatro es un pueblo sin conciencia dijo Usigli, y en el caso del Teatro del 68 la aseveración del maestro resulta claramente certera. Los hechos acontecidos entre los meses de julio a octubre del trascendente año marcaron a una generación en particular y a la historia nacional en general. El México antes del 68 y el posterior parecen ser dos. A partir del movimiento estudiantil, el autoritarismo unipersonal del presidente constitucional mexicano, ejercido como una reencarnación del "gran Tlatoani sexenal", comenzó a ser cuestionado. Es cierto que los cuatro siguientes continuaron, en el ejecutar, mandatos sin que aparentemente nadie los juzgara, pero cada vez visualizando la posibilidad de evolucionar a una situación diferente, más cercana a la democracia. Este avance es propiciado por el Movimiento Estudiantil del 68 así como sus secuelas represivas.
El 2 de octubre es una fecha clave en el año, en el movimiento estudiantil y en la historia. Los cientos de muertos aún alcanzan en su verguenza a los herederos políticos de quienes ordenaron y ejecutaron una de las mayores matanzas del siglo en nuestro país; los actuales gobernantes y sus mandos supremos militares esconden los archivos todavía, a treinta años de los hechos. Sin embargo, por arriba del silencio oficial de la dramaturgia mexicana los han tomado, con todo y consecuencias, como punto de partida para la creación literaria.
Esta antología es, como toda obra del tipo, perfectible.
Abarca una temática amplia y la necesidad de cerrar espectro corre entre el riesgo de dejar fuera material que quizá otro antologador consideraría imprescindible. Sin embargo, el material elegido y al alcance de los editores es representativo de una temática rica y veta viva para la dramaturgia mexicana.