A lo largo de siete noches frente al mar de Pie de la Cuesta en Acapulco, dos hombres y dos mujeres se reúnen para festejar su diversa y divertidísima humanidad como la había recomendado Voltaire en Cándido: contándose las historias de sus vidas, las historias de otras vidas, historias compartidas y envidiadas, historias que tocan el meollo de la existencia y otras que reflejan en el espejo de su exuberancia, desparpajo, crudeza, agudeza y alegría humanas.
Como en los centones medievales, en Siete noches junto al mar, Luis Zapata encadena una serie de relatos narrados por cuatro amigos que se reúnen junto al mar en Pie de la Cuesta, Guerrero. Sin acotaciones ni narrador, solamente marcando el orden dialógico por medio de diversos sangrados, Iván, Fernando, Lucía y Nidia conversan y recuerdan anécdotas dignas de ser contadas, para convertirse, a su vez, en narradores intradiegéticos que ríen, charlan, se burlan de sí mismos y de los demás, al mismo tiempo que reivindican la oralidad acapulqueña con todos sus matices y registros lingüísticos. Siete noches junto al mar, asimismo, es un homenaje a las grandes obras medievales que recurrieron a esta técnica del encadenamiento, como el Libro de buen amor, El conde Lucanor, Las mil y una noches, Cuentos de Canterbury, Il novellino, El decamerón,Sendebar, El libro de los gatos, y otras más que Zapata domina, degusta y aplaude.