Juan Antonio Rosado | Angélica Tornero.
2004 / 31 oct 2018 12:19
La serie de controversias y conflictos sociales producidos a causa de la ambición del imperialismo económico originaron la producción de un tipo de obras literarias vinculado estrechamente con la Literatura de contenido social*: la llamada literatura del petróleo.
La literatura del petróleo trata de manera realista las implicaciones sociales, políticas y económicas de esta industria. Estas obras, cuya publicación comenzó en 1920, tienen carácter antiimperialista, de izquierda, y en ellas se denuncia, ridiculiza y critica severamente a los capitalistas estadounidenses e ingleses que mantienen el dominio económico del subsuelo de México, a veces por medio de métodos ilegales como el soborno y el crimen.
Los principales exponentes de esta tendencia son Francisco Monterde, Mauricio Magdaleno y Xavier Icaza, Gregorio López y Fuentes, José Mancisidor, Héctor Raúl Almanza, B. Traven, Francisco Martín Moreno y Héctor Aguilar Camín.
Las dos primeras obras significativas sobre los conflictos generados por la industria del petróleo aparecen en 1927: Oro negro, obra dramática de Francisco Monterde, que trata sobre todo del valor que la tierra tiene para el campesino, y Mapimí 37, de Mauricio Magdaleno, que presenta la injusticia de una compañía petrolera imperialista; cabe señalar que Magdaleno adaptó esta novela a obra dramática en 1931 y la llamó Pánuco 137.
En 1928 se publica Panchito Chapopote, de Xavier Icaza, novela que será considerada como la primera obra importante que trata sobre el problema del petróleo. En ésta se hacen constantes alusiones a la Revolución Mexicana con un espíritu antiimperialista. La siguiente novela mexicana sobre el tema es Huasteca (1930), de Gregorio López y Fuentes; en ella se habla del desarrollo de la industria petrolera capitalista y de las tragedias que acarrea la explotación del petróleo.
José Mancisidor publica Alba en la simas en 1955; esta novela aborda el tema de la expropiación petrolera. Dos años después, Héctor Raúl Almanza saca a la luz Brecha en la roca, en en la que se narra la lucha de los trabajadores petroleros por lograr su independencia económica.
Dentro de la literatura del petróleo mexicano hay algunas novelas escritas por autores extranjeros, por ejemplo, Tampico (Nueva York, 1926), de Joseph Hergesheimer; Black River (Filadelfia, 1934), cuyo título alude al río Pánuco, de Carleton Beals, y El salario del miedo, publicada en México en 1954, de George Arnaud.
Pero la novela extranjera más importante sobre el tema es La rosa blanca, de B. Traven, cuya primera edición aparece en alemán en 1929; la primera en español no se publica hasta 1940. Rosa Blanca es el nombre de una hacienda próxima a Tuxpan, perteneciente al indio Jacinto Yáñez. La Condor Oil Company quiere comprar la hacienda y para ello ha adquirido todos los terrenos que la circundan. Yáñez no quiere vender su hacienda por razones personales y la compañía extranjera luchará por conseguirla y recurrirá incluso al crimen.
La cabeza de la hidra (1978), de Carlos Fuentes, sin ser específicamente literatura del petróleo, toca también el tema. México Negro; una novela política (1986), de Francisco Martín Moreno, es también representativa Morir en el golfo de esta tendencia. Una de las últimas obras que se han escrito sobre el tema es Morir en el golfo (1985), de Héctor Aguilar Camín.
Con el fin de conmemorar el 50 aniversario de la expropiación petrolera, Petróleos Mexicanos (pemex) reeditó en 1988 una serie de obras literarias sobre el petróleo. Entre ésta cabe mencionar el libro de cuentos y artículos periodístico Episodios perdidos, de Javier Santos Llorente; la novela Los veneros del diablo (1941), de Jorge García Granados; Testimonio de una familia petrolera, de Martha Chávez Padrón, y Operación petróleo (1981), de Álvaro Soto Guerrero [esta novela es sobre el petróleo árabe].