01 sep 2018 / 09 nov 2018 16:02
En 1977 Víctor Suárez Molina hablando sobre la importancia de la llegada de la imprenta a la Península, decía que en estas tierras la lucha por la independencia no había pasado por el campo de batalla, ni necesitado derramar sangre alguna, las batallas se dieron a través de cuartillas y periódicos. La llegada de la imprenta fue labor de un grupo de peninsulares con ideas liberales, conocedores de primera mano de todo lo que estaba pasando en las Cortes españolas. A partir de ahí se irían fundando más talleres de imprenta en Yucatán. En 1821 las prensas a cargo de Manuel Anguas promovían en hojas sueltas las publicaciones a la venta en donde aparece la primera obra de poesía, las Cartas al conde de Cominges a su madre publicadas en 1816 junto con cartillas, catones y catecismos, sin faltar la literatura religiosa. Seis años después, en 1827 saldría el primer libro de versos escrito por un yucateco; iniciando con ello la producción libresca en tierras mayas.
El presente trabajo se sustenta principalmente en cuatro fuentes. La Biblioteca Yucatanense[1] resguarda cerca de veinte mil documentos entre manuscritos, folletos, fotografías, grabaciones y libros, presentando información de primera mano; incluso una gran mayoría de las obras se encuentran digitalizadas. Otra importante fuente temática es la Enciclopedia Yucatanense, al aportar datos detallados sobre la historia de la poesía, la novela, el teatro y la oratoria. En el caso de la página Yucatán literario, a pesar de que no comprende todos los literatos que escribieron en el siglo que nos ocupa, las semblanzas de los que aparecen son de utilidad. La última fuente es mi tesis de doctorado en historia sobre la imprenta en Yucatán en el siglo xix, investigación que permitió conocer las imprentas yucatecas más importantes del siglo xix. Aquí sólo nos enfocamos en las que llegaron a publicar literatura. La revisión bibliográfica reportó algunos talleres de imprenta fuera de la ciudad de Mérida como Motul y el puerto de Progreso que se presentan esquemáticamente al final. En el caso de Campeche, puerto que perteneció a Yucatán hasta 1858, se optó por manejarlo de forma independiente destacando las obras encontradas. Desafortunadamente acerca de esta ciudad casi no existen fuentes documentales. Pero por fortuna la distinción entre yucatecos y campechanos, para este siglo, es inexistente e incluso opera una hermandad que incluye a los tabasqueños.
Hemos organizado la escritura de este panorama editorial en varias secciones: en la de Perfil se presenta un breve resumen con las principales características de los impresores y las imprentas que se fundaron en Yucatán en las que se encuentran ediciones de obras literarias a lo largo del siglo xix. En la sección denominada Contexto se trata de presentar en pocas páginas el entorno social y cultural en el cual se establecieron las imprentas, los editores y escritores que buscaron a través de diversos géneros literarios ilustrar a sus coterráneos, presentándoles la sociedad en la que vivían y los valores que querían preservar. En la Caracterización se despliega información de los autores presentados por casas editoriales comentando las obras encontradas y describiendo los impresos en lo que respecta a autor, contenido, género literario, año, número de páginas, edición, medidas, uso de imágenes o fotografías, costo y encuadernación cuando los datos recabados lo permiten. En total son alrededor de 120 autores, de los cuales sólo nueve son mujeres, contabilizando más de 200 obras registradas incluyendo colecciones de autores en poco más de 40 establecimientos tipográficos. Finalmente en la Recepción se ofrecen comentarios sobre los estudios previos en la materia.
El Boletín de Bibliografía Yucateca (1938) consigna para el siglo xix, cubriendo la península de Yucatán, alrededor de setenta diferentes nombres de talleres tipográficos los cuales produjeron bajo alguna razón social algún impreso. Los talleres cambiaban continuamente de propietarios e incluso se daba el caso de que las mismas prensas produjeran obras para un impresor diferente a través del arrendamiento de la imprenta, como fue el caso de Mariano Guzmán y Estrada Zenea. Como en otras partes del país, encontramos impresores que sólo se dedicaban a las labores tipográficas, como fue el caso de las imprentas de Gamboa, Seguí, Tipografía Gil Canto, Mariano Guzmán o la de Cecilio Leal. Otras, además de contar con una imprenta, disponían de una tienda. Ejemplos de lo anterior: el negocio de la familia Espinosa, la tienda de Castillo, la de Pedrera, Loret de Mola e Ignacio L. Mena. Otros solamente se dedicaban a la venta de libros como la Librería Meridana de Eraclio G. Cantón, la Librería Católica o la Librería “La Universal” de Luis Bros.
Los impresores más reconocidos como Espinosa, Castillo, Pedrera e incluso Gamboa, pertenecían a familias acomodadas. La elección del oficio de tipógrafo era visto como una profesión rentable que incluso podía acumular cierto prestigio, porque contenía un factor de intelectualidad al requerir conocimientos de una persona letrada. Tipógrafos de la talla de José Dolores Espinosa, José María Corrales o Castillo participaron en agrupaciones como la Sociedad de Mejoras Materiales que buscaban desarrollar la economía y la cultura en su localidad. Para ser miembro se requería contar con una profesión o industria. Era común que los llamaran para actuar como examinadores en las escuelas o escrutadores en las elecciones. De igual forma impresores-libreros como Espinosa, Heredia o Castillo, fungieron como diputados u oficiales mayores tal como en la ciudad de México lo hicieron Cumplido como diputado y posteriormente senador, y Fernández de Lara encargado de la tesorería. Para el caso de los operarios, los periódicos a lo largo del siglo xix dan cuenta de la constante falta de oficiales de imprenta “diestros en caja y prensa” y de aprendices ofreciendo contratarlos pidiendo buena conducta y que “supieran medianamente leer y escribir”. La península de Yucatán no contó con una escuela que enseñara este arte hasta pasado el siglo xix. Los impresores debían aprender el oficio trabajando directamente en los establecimientos. Gamboa se instruyó en los talleres de uno de los descendientes de Espinosa. Manuel Aldana se formó en las prensas de Pedrera y destaca el caso de una mujer, Carmen Espinosa, que aprendió en los talleres familiares y llegó a editar el popular Calendario de Espinosa.
Otra característica común del oficio fue la formación de redes de parentesco que afianzaba el establecimiento a través de enlaces matrimoniales y como ejemplos, nuevamente, aparecieron los Espinosa, Mariano Guzmán y Gamboa. También era cosa común diversificar el negocio mediante la venta de otros productos. La Imprenta de Lorenzo Seguí vendía billetes de lotería de la cercana Habana, Corrales contaba con un negocio de calesas, los Espinosa en algún momento conjuntaron los negocios de impresor y boticario y, aparentemente, Cecilio Leal poseía una especie de cantina. Muchas imprentas hacían el trabajo de encuadernación, servicios litográficos o fotografía. Del primero da cuenta la Imprenta de Loret de Mola, mientras que la Imprenta de Espinosa con José Dolores Espinosa Rendón hacía las litografías, por lo que es considerado el introductor de la litografía en Mérida. Otras imprentas agregarían a su razón social este servicio, como por ejemplo la Imprenta de Ricardo Caballero. En el caso de la fotografía en 1877 Manuel Espinosa Rendón, hermano del litógrafo, contaba con un local con todo lo necesario para hacer retratos. Por lo que se refiere a los requerimientos inherentes al establecimiento, la cercanía al mar y a la vez la distancia respecto al centro hicieron que los insumos, como toda clase de papel, viñetas, estampas litográficas y libros, procedieran de Cuba o Europa. La tinta así como los tipos de letras, las prensas y material de encuadernación se surtían en Nueva York y Nueva Orleans, recibiéndolos por el puerto de Sisal (Mérida) o por Campeche. Como veremos más adelante, en algunas imprentas se observa una clara especialización e incluso en ciertos casos se podría hablar de una vocación por el tipo de libros que publicaban sus prensas aunque por lo general los talleres imprimían todo lo que pudieran a pesar de la censura y los problemas con las leyes de imprenta. Ejemplos de esta vocación pueden verse claramente en los establecimientos tipográficos de Castillo, Pedrera, Guzmán, Cervera al publicar varias novelas escritas por una mujer, Gamboa o Cecilio Leal por no decir de las imprentas de literatos como Ancona, Molina Solís, Castillo Peraza, Estrada Zenea, Villamor, Cisneros, Aldana, Palma y Palma o la Sociedad Tipográfica con Gregorio Buenfil.
Aunque una Península es una porción de tierra rodeada por agua y unida en algún punto a una extensión mayor, los primeros mapas de Yucatán la dibujaban como una isla y por mucho tiempo, debido a la ausencia de caminos, así lo parecía. Las comunicaciones debían hacerse por mar navegando hacia Veracruz para luego internarse tierra adentro. Las noticias de España que llegaban a través de los papeles públicos y por las voces de marineros y forasteros se conocían antes en la Península que en la Nueva España. No obstante, las condiciones naturales no jugaban a su favor. La carencia de riquezas mineras y lo pedregoso de su tierra conformó una región socioeconómica distinta y mayormente orientada hacia el comercio. Era la única provincia que libremente podía comerciar con otras colonias y naciones independientes contando con un ventajoso arancel. Aún después de la independencia, Yucatán siempre buscó defender las concesiones de que gozaba con la monarquía y estas ideas, sentimientos y demandas ocasionaron que dicho estado fluctuara entre el separatismo y la autonomía para con el resto de la República, dando paso a la conformación de un acentuado regionalismo. La proximidad con otros puertos y el idioma originaron un fuerte vínculo comercial, social y cultural con Cuba, al punto de que muchos de los vocablos se asemejan más con las poblaciones del Caribe y de Centro América que con las del centro del país. Este lazo cultural seguiría fluyendo con numerosos exiliados cubanos que arribaron a estas tierras y que como veremos se reflejó en hombres de letras, impresores, editores y maestros.
La imprenta y el primer maestro impresor arribaron de La Habana a principios de 1813, y ese mismo año de sus prensas saldrían siete periódicos. Igual que en otras partes, el género literario está plenamente ligado a los periódicos. Publicaciones periódicas como El Fénix, El Museo Yucateco o El Repertorio Pintoresco, fueron los primeros receptáculos de las poesías y las novelas de los escritores peninsulares. El folletín, las novelas por entregas era la mejor forma de difundir masivamente un producto literario que podía pasar más fácilmente de mano en mano, leído en grupo o comentado en boticas, plazas y salones. Los mejores éxitos de la novela de folletín pasaban a la producción del libro. Las creaciones de hombres como Justo Sierra O'Reilly, el padre de la novela histórica en Yucatán, comenzaron a circular gracias al periódico, al sistema de suscripciones, al apoyo de sociedades literarias, a los propios autores con o sin mecenas detrás y al interés (económico o altruista) de impresores que apostaban por difundir entre sus paisanos autores autóctonos, escribiendo historias cercanas, leyendas o cuentos. Las leyendas se inspiran en las tradiciones de los lugares de donde surgen, tienen dosis de invenciones pero también suelen ser relatos de historias o creencias antiguas del lugar. Las novelas históricas tenían un objetivo didáctico, buscaban instruir al pueblo sobre el conocimiento de su historia y el amor por su patria. Desde el periódico El Fénix, Sierra intentaba rescatar del polvo, la humedad y el comején los documentos de su historia y Eligio Ancona, su predecesor, en sus largas novelas recorre los principales acontecimientos históricos de Yucatán. Junto con Ancona otros seguirían con los temas del padre de la novela, Gerónimo del Castillo, Juan Miguel de Losada con sus leyendas, Ramón Aldana, Crescencio Carrillo y Ancona, Delio Moreno Cantón, Eulogio Palma y Palma por citar los más reconocidos. Por otro lado, las cercanas relaciones con Cuba, aún colonia española, permitía contar con las últimas novedades teatrales de España traídas por las compañías dramáticas. En los cuadros de costumbres que gustaba escribir el poeta, periodista y dramaturgo Manuel Barbachano y Tarrazo a mediados del siglo decimonónico, describe el gusto por las novedades teatrales de los yucatecos, al grado de no ver obras repetidas aunque fueran puestas por otras compañías y hubiera pasado tiempo.
Otros autores como Peniche Vallado destacaron la gran afición del yucateco por los espectáculos teatrales. Un lustro antes de que llegara la imprenta, Mérida había construido un edifico dedicado al teatro.[2] Esta afición bien puede explicar la naturaleza y el arraigo que cobró el teatro regional. Los estudios se remontan a las antiguas fiestas mayas, a los carnavales, a la influencia del teatro bufo cubano, al teatro criollo, a las pastorelas que solían representarse en salones de familias adineradas, formándose así las primeras agrupaciones juveniles de teatro que comenzaron interpretando pastorelas y siguieron con el teatro español. Las obras que el gaditano Antonio García Gutiérrez escribió y presentó en estas tierras por los años 40, despuntaron no sólo porque retomaron escritos de Sierra O’Reilly, sino que son importantes porque se basaron en hechos históricos ocurridos en la Península, tratando por primera vez los personajes, el entorno social y el ambiente de la sociedad yucateca con todas sus contradicciones; resultando un parteaguas para el teatro meridano, al mostrar su propia historia. La temática del terruño animó a otros escritores como José Antonio Cisneros a escribir obras de teatro costumbristas basadas en su idiosincrasia, a José García Montero escribir obras cómicas (por lo que se le considera el pionero del teatro cómico regional) y a Lorenzo López Evia obrillas que publicaba en revistas, mismas que eran interpretadas en el Circo Teatro o en el salón Novelo y en ocasiones censuradas por las autoridades o por la sociedad.
Historia de las imprentas en Yucatán en el siglo XIX
La imprenta de un escritor-impresor. Imprenta de Castillo y Compañía
La vida de Gerónimo del Castillo es interesante y valdría la pena trazarla a detalle algún día. Por los años de 1845-1846 escribía y luego fungiría como editor en El Registro Yucateco, periódico de Sierra O’Reilly y Vicente Calero. Posteriormente sería editor del Boletín Comercial de Mérida y Campeche. A mediados del siglo xix se desempeñó como oficial mayor del gobierno de Yucatán. Contaba con una tienda donde vendía papel para imprenta, cartas, facturas, así como libros importados procedentes de La Habana traídos en bergantines. La Biblia, novelas de Salisbury, Alejandro Dumas, Eugenio Sue, George Sand, Balzac, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Pascual Riesgo, todas se podían comprar en su tienda. En 1831 publica Crónica sucinta de Yucatán escrita por D. José Julián Peón. En su primera página contiene un soneto que se considera el primer madrigal yucateco. José Julián fue poeta y cronista, capitán de una compañía de milicias blancas, regidor del Ayuntamiento de Mérida y estuvo presente en las reuniones en que se proclamó la independencia y la unión al imperio y posteriormente la adhesión al sistema federal. La segunda edición sería impresa por la Imprenta Nueva de Cecilio Leal en 1901. Desde sus Misceláneas Castillo gustaba de hacer traducciones y recopilaciones de otros lugares. Tal vez por ello llegó a publicar a dos españoles: Antonio García Gutiérrez y Cipriano Arias. La Enciclopedia Yucatanense afirma de Cipriano Arias que trabajó como actor en la compañía de Manuel Argente y en la obra de Diego, el mulato, al interpretar al Capitán Galván. Es factible que escribiera otras obras dramáticas aunque no se sabe si fueron publicadas. La Imprenta de Castillo produjo en 1846 Una noche de 1843. Un drama en verso, misma que se presentó el 31 de mayo de 1846 en el Teatro San Carlos de Mérida. A este drama también se le conoce como El honor yucateco. La historia está basada en las vivencias de Arias bajo las órdenes del general Sebastián López de Llergo durante el combate del 10 de abril de 1843 en el pueblo de Tixkokob. Su libro se lo dedica a López de Llergo.
Antonio García Gutiérrez fue un poeta y dramaturgo que vivió en Cuba y Mérida. En dos años Castillo imprimió cuatro de sus dramas. Se le considera el precursor del teatro yucateco porque durante su estancia escribió y representó con su compañía teatral dos obras en las que por primera vez la trama, los personajes y el ambiente son yucatecos. En Los alcaldes de Valladolid retoma un hecho histórico de la historia política de principios de siglo xviii para transfigurarlo en un drama de tres actos en prosa y verso. La obra se presentó en agosto de 1845. En 1846 escribió la segunda aparte de Los alcaldes de Valladolid, basándose en la novela El secreto del ajusticiado de Sierra O’Reilly. El secreto del ahorcado. Drama en cuatro actos se estrenó en el Teatro San Carlos el 22 de mayo de 1846. Aunque la portada tiene un marco sencillo cuenta con la foto del autor. Los alcaldes de Valladolid se presentó en su portada con una ilustración de unos pilares y un marco en su contraportada. Ambas obras estaban a la venta en el teatro por 8 reales. Le sigue La mujer valerosa. Drama en cuatro actos y en verso. Estrenada en el mismo teatro en junio del mismo año de su publicación, 1845. Castillo escribió en el periódico El Registro Yucateco una reseña de la obra. Se podía comprar en el teatro por el mismo precio que las anteriores. En 1846 imprime el sainete picaresco Los hijos del tío Tronera. Parodia del Trovador. En la primera hoja el título está enmarcado en un bello marco y fue la segunda edición, no sabemos si la primera se hizo con Castillo. Por lo que se refiere a sus medidas, estas fluctuaban entre los 19 centímetros con Los hijos del tío Tronera, 20 para La mujer valerosa y 21 para Los alcaldes de Valladolid.
Animado por los éxitos de García Gutiérrez, el poeta y dramaturgo José Antonio Cisneros escribe Diego, el mulato obra de teatro basada también en una leyenda de Sierra O’Reilly bautizada como El filibustero. La Imprenta de Castillo publicó Diego, el mulato en 1846. La obra se representó el 22 de junio de ese mismo año del 46 en el Teatro San Carlos cuando su autor apenas contaba con 20 años, y resulta importante porque fue la primera obra teatral escrita por un yucateco que se presentaba en un teatro en Yucatán. En sus primeras hojas dedica sus versos a Vicente Calero. El Drama en tres actos en verso suma 69 páginas en 28 centímetros incluyendo su litografía, misma que se vendía por ocho reales.
En 1848 se inauguró la Academia Científica y Literaria siendo el presidente Gerónimo Castillo. En su discurso de inauguración el impresor y escritor pedía a todos los escuchas que “practicasen dos buenas acciones siquiera al año para bien de la posteridad[…]; a saber, plantar un árbol y publicar alguna obra según su genio y su instrucción”.[3] Castillo cumplió sus palabras con creces con la publicación de su novela Un pacto y un pleito, impresa por Pedrera, sus trabajos de traducción y el inconcluso esfuerzo del Diccionario histórico, biográfico y monumental de Yucatán, publicado por sus prensas en 1866.
Imprenta Rafael Pedrera. Un impresor de renombre
Cuando revisamos los anuncios de las imprentas meridanas notamos que el negocio de Rafael Pedrera se distinguía por su gran surtido de tarjetas elegantes para felicitaciones, ofrecimientos, exequias, honras fúnebres, ofreciendo a su clientela la posibilidad de seleccionarlas entre veintitrés diferentes tipos. A la par, vendía papel con filete negro para cartas de duelo junto con libros de diversos géneros: novenas, oraciones, cartillas para enseñar a leer, tablas de aritmética, catones hasta compilaciones de leyes, decretos y órdenes del Poder Legislativo. Tal era un proyecto complejo y de varios volúmenes, que requería además el permiso del gobierno, trabajo de investigación y compilación para encontrar las disposiciones desperdigadas, sus adiciones y derogaciones.
Como la Imprenta de José Dolores Espinosa, Pedrera también publicaba el “Calendario de Rafael Pedrera”. En 1857 valía medio real y 5 la docena. Los primeros pies de imprenta pertenecen al año de 1844 primero como “Impreso por Rafael Pedrera”, “Imprenta Rafael Pedrera”, “Imprenta del Editor”, “Oficina tipográfica de R. Pedrera” y “Tipografía de Rafael Pedrera”. Como solía suceder el negocio impresor continuó a través de su hijo Ricardo Pedrera. No obstante, no se conoce la historia de esta imprenta familiar. A diferencia de los otros talleres, no se caracterizó por el predominio de un autor o un tipo de género sobresaliente. Si a caso podemos decir que su imprenta destacó por la publicación de numerosas publicaciones periódicas. El Siglo xix, El Eco de la fe, La Revista Yucateca, Biblioteca para señoritas, Las Garantías Sociales, así como una gran cantidad de documentos oficiales como decretos, reglamentos, leyes, estatutos, memorias, presupuestos, dictámenes, manifiestos, proyectos, etcétera.
Si nos remitimos a seguir cronológicamente sus publicaciones, la primera sería la Miscelánea instructiva y amena impreso por la “Oficina Tipográfica de Rafael Pedrera” en 1849. Como su nombre lo indica es una colección de escritos que versan sobre diferentes materias tanto en prosa como en verso. Incluyen textos originales y copiados. Dentro de los originales, destacan entre otros autores el también impresor Gerónimo del Castillo utilizando el seudónimo El censor yucateco o firmando simplemente como “G.C.”. Otros escritores participantes son: Manuel Barbachano y Tarrazo (seudónimo Don Gil de las calzas verdes o Arach Noabb), Wenceslao Alpuche, Justo Sierra, J. J. Milanés y otra persona que sólo firma con sus iníciales J.G. de la C. En 584 páginas puede leerse la popular poesía de Alpuche, “La vuelta a la patria”, o derivado de sus estancias en la ciudad de México, su poesía “Chapultepec”. Los recuerdos de un jueves santo en la memoria de Justo Sierra y la poca conocida faceta de cuentista de Gerónimo del Castillo “El esposo indulgente”, “Sois unos hipócritas”, “El egoísta”, “Don Tranquilino”, entre otros. En el caso de J.J. Milanés sólo contiene una poesía, “La ramera”. El tomo II de Miscelánea comprende la novela de Gerónimo del Castillo Un pacto y un pleito, que sigue la obra de su maestro Sierra, la poesía fúnebre escrita en honor a Luis Aznar Barbachano por José Antonio Cisneros y artículos originales y copiados. De acuerdo con un anuncio de la obra de 1858, inserto en un periódico que se imprimía en las prensas del taller de Pedrera, la Miscelánea constaba de dos tomos en octavo empastado a la holandesa, costando 2 pesos el ejemplar. Del hijo de Gerónimo Castillo, Joaquín Castillo Peraza, la imprenta publica Ensayos poéticos en 1862 distribuidos en 152 páginas.
Como se mencionó, Manuel Barbachano y Tarrazo gustaba escribir cuadros de costumbres o rasgos satíricos de las cosas que veía. Como muchos otros sus escritos se leían en los periódicos locales. Pedrera circuló en un pequeño librito de 14 centímetros y 320 páginas sus Artículos de costumbres y satíricos (1850). Como refiere el autor algunos de estos textos no se habían publicado antes. En sus cuadros podemos encontrar las costumbres, hábitos y ocurrencias de los yucatecos como los viajes en carros y literas, las vaquerías, la fiesta de los toros, el mercado y las costumbres indígenas, el carnaval, el público en los espectáculos, las bodas, etcétera. En 1851 Rafael Pedrera imprime dos leyendas del cubano Juan Miguel de Losada. La primera era El pájaro negro, medía 14 centímetros. La segunda, El lirio de oro. Leyenda mística tradicional, como expresaba su autor a petición de algunos amigos, había puesto en verso la tradición de la milagrosa imagen del señor de las ampollas, se vendía en la imprenta por un real, medía 14 centímetros y contaba con 46 páginas.
En 1852 su imprenta imprime, seguramente subvencionado por sus autores Baranda, Solís Bolio, Zavala y García, Alegre viaje de cuatro amigos a las ruinas de Uxmal en 18 de mayo de 1852.[4] De forma jocosa sus autores presentaban la relación de su viaje con la intención de sacar de la ignorancia e indiferencia de sus paisanos las “preciosidades de nuestro suelo”. El recuento de este viaje consta de 32 páginas de 21 centímetros. Otro autor del cual Pedrera llegó a imprimir dos libros es el caso del poeta Nicanor Contreras Elizalde. En 1853 en tan sólo 8 páginas salió en una medida de 23 centímetros. El cantar de los cantares. Perífrasis por Nicanor Contreras dedicado a la memoria de su madre doña Manuela Elizalde de Contreras. En las Noches de amor escritas sobre el Cantar de los Cantares de Salomón, Contreras se propone hacer su propio ensayo sobre el Cantar de los Cantares. Su portada luce un marco con columnas dóricas y en la contraportada aparecía los lugares en donde se recibían suscripciones. Para el caso de Mérida funcionaba la cantina del Omnibus, la Librería Meridana y en la imprenta. Salió por entregas a un precio de 3 reales con un prólogo de Pantaleón Barrera y medía 21 centímetros. Pedro Ildefonso Pérez Ferrer escribió la reconocida y popular composición poética La patria. En escasas 15 páginas, prólogo de Fabián Carrillo Suaste, el “Poeta Pérez” escribe sobre las necias luchas y los bélicos extravíos de dos razas que disputan la patria y su dominio. Rafael Pedrera la publicó en 1858. En su portada luce un sencillo marco sin imagen alguna. En cambio en su contraportada presenta un libro de partituras acompañado de una lira y un clarín envueltos en una corona de olivos. Alvino Franco es considerado como un poeta festivo. Escribió Quintillas diabólicas halladas dentro de unos papeles cuya fecha data de 1786 y que se publican sin objeto ni alusión alguna a ninguna persona, pues de las que trata o no existieron o han muerto tiempo ha. En la contraportada la imprenta avisaba que entre los “vetustos originales en que se hallaron estas quintillas” se encontraron grabados, los cuales irían saliendo a la luz pública.
José Antonio Cisneros (seudónimo Genovevo Palasuya) lo mismo escribió dramas que comedias. Se le conoce más por sus obras teatrales. La Imprenta de Pedrera llegó a publicarle cuatro obras de teatro en un mismo año (1860). Mercedes. Drama en tres actos fue representada por primera vez en el Teatro San Carlos el 24 de mayo de 1860, bajo la dirección del actor Manuel Argente. La portada y contraportada están enmarcadas con un elaborado marco a un costo de 8 reales en la Librería Cantón. Cisneros se la dedicó a su esposa Juana Cámara de Cisneros y lleva ese nombre en honor de su hija Mercedes. Llama la atención sobre otras obras porque el autor se enfrentó al reto de escribir un drama suprimiendo los monólogos y los apartes en las escenas. Del vicio al crimen es un drama en cuatro actos. Aquí Cisneros también experimenta con la supresión de monólogos. La obra se presentó el 18 de noviembre de 1861 igualmente por la compañía de Argente. Celia es una pequeña comedia en un acto que ocupa 11 páginas. Como lo indica la portada, fue escrita para la señorita Celia del Castillo y León. El 7 de junio de 1860 se presentó en el Teatro San Carlos bajo la dirección del director y actor Vicente Segarra. La obra carece de marcos e imágenes en su portada. La comedia en un acto Matar el gato igualmente fue representada por primera vez en el Teatro San Carlos el 20 de diciembre de 1860, bajo la dirección del actor Baltazar Torrecillas. Su portada careció de ornamentos. El misionero de la cruz fue la primera novela que escribió Manuel Sánchez Mármol, razón por la cual se conoce y se habla poco de ella. Se imprimió en la Imprenta de Pedrera en 1860 y también salió en el periódico La Guirnalda, órgano de la Sociedad Literaria La Concordia. La portada no muestra ningún tipo de adorno, mide 23 centímetros.
Siguiendo el orden cronológico en 1866 se publica Ovación patriótica que la ciudad de Mérida consagra a la valiente guarnición de Tihosuco por el memorable asedio de dicha plaza y triunfo alcanzado contra los bárbaros el 15 de septiembre de este año. Libro que contempla poesías, odas, composiciones y discursos. Para este caso las poesías y las odas que aparecen son de Gertrudis Tenorio Zavala, Rita Cetina Gutiérrez, Genoveva Solís Gutiérrez (tenía ocho años), Néstor Rubio Alpuche, Juan Peón Contreras, Octavio Zorrilla (con una Oda), Manuel Palomeque y Ramón Aldana. El libro mide 23 centímetros y constituye una ofrenda a la victoria ante el asedio que sufrió el cuartel de Tihosuco por parte de los indígenas rebeldes (los bárbaros) durante la Guerra de Castas y la batalla del 15 de septiembre. Finalmente, Alfredo Torroella (1845-1879) de origen cubano vivió unos años exiliado en Yucatán. Poeta y dramaturgo. En 1869 salió a la venta La mujer (poema colombiano). El poema se publicó también en el periódico Biblioteca para señoritas. Cuenta con un marco sencillo sin imágenes en su portada midiendo 14 centímetros. Muchas de sus poesías se imprimieron en La Habana desde 1864.
El nombre del tipógrafo Rafael Pedrera adquirió relevancia. Fue impresor de periódicos oficiales y de numerosas publicaciones que fueron de gran utilidad para la difusión de las acciones de los poderes estatales. A la par que vendía tarjetas, papel, libros de texto, libros religiosos y oficiales, se dio tiempo para publicar algunas obras literarias de autores no tan conocidos o reputados logrando con ello difundir las letras yucatecas entre sus paisanos.
La Imprenta de La Revista de Mérida
La Revista de Mérida fue fundada en 1869 por Manuel Aldana Rivas y por su primo Ramón Aldana del Puerto. La imprenta contó con una buena dotación de autores que en su momento gozaron de prestigio. El objetivo de La Revista era contar con un periódico literario y de variedades que contribuyera a difundir la ilustración en el país. Tuvo una larga vida y por el tiempo que permaneció como por las personas que colaboraron se le considera como uno de los periódicos de mayor impacto para la segunda mitad del siglo xix. Manuel Aldana murió en 1874. Las investigaciones que se han llevado a cabo de esta revista señalan que en octubre de 1873 “Néstor Rubio Alpuche compró la imprenta de Aldana Rivas y se hizo cargo con la ayuda de Gabriel Aznar Pérez, de la dirección y administración del periódico hasta agosto de 1876”.[5] Según Caseres, La Revista fue comprada por el comerciante Felipe Ibarra Ortoll quien la mantuvo en su poder hasta 1878 año en que la vendió.[6] A partir de ese año José Vidal Castillo es mencionado como propietario de La Revista y de la imprenta. Como “Imprenta de La Revista de Mérida” los primeros pies de imprenta con que se cuentan comienzan en los años de 1888 hasta 1910-1911 sin apreciarse cambios importantes en su razón social.
Siguiendo el orden cronológico de las publicaciones encontradas, debemos mencionar al poeta y editor Manuel Aldana del Puerto y su obra teatral La cabeza y el corazón de 1869, que al parecer nunca fue representada. El libro de 21 centímetros que se conserva en la Biblioteca Yucatanense contiene una caratula sencilla sin marcos ni figuras. La Enciclopedia Yucatanense menciona la existencia de una “Sociedad Literaria Ramón Aldana” dedicada además de difundir la literatura, a conseguir recursos para la publicación de las obras de Aldana del Puerto. Le sigue la leyenda de otro escritor que al parecer tuvo mucho que ver con La Revista de Mérida. La imprenta llegó a imprimir dos obras de Néstor Rubio Alpuche, “el cantor de la reina de los cielos”, conforme a las palabras de Peón y Contreras. En 1870 aparece Sasilná que significa "luz del hogar". La otra obra son sus Poesías prologadas por José Peón y Contreras en 1891. De este escrito se tienen mayores datos físicos: la portada agrega: “Escalante y Compañía, Editores”; lleva un sencillo marco color rojo, consta de 84 páginas y mide 16 centímetros y uno de los ejemplares disponibles conserva su encuadernado que cuenta con una etiqueta que indica “Encuadernación de Amado Cáceres R. en Mérida”. En la etiqueta de la encuadernadora Amado Cáceres decía hacer “libros en blanco y toda clase de pastas con perfección y a precios módicos”. Contaban con un agente en el puerto de Progreso llamado Regino Morales. En la contraportada como puntos de venta señala la administración de La Revista y en las librerías de Mérida. Curiosamente también refiere, en el mismo libro, que estaba en preparación las Poesías escogidas de Ramón Aldana Puerto. En esa contraportada donde se menciona que se encontraba en preparación las Poesías escogidas de Aldana Puerto, anunciaba que estaba en prensa las leyendas de Justo Sierra O’Reilly. Así fue, al año siguiente (1892) la imprenta produjo Algunas leyendas por el doctor D. Justo Sierra. En sus primeras páginas sus editores indicaban que se habían decidido a reunir en un tomo algunas de sus leyendas ya que no se había hecho a pesar de que muchas de ellas se encontraban agotadas, como era el caso de La hija del judío y Un año en el hospital de San Lázaro, refiriéndose tan sólo a sus novelas. El ejemplar contiene cuatro obras: El secreto del ajusticiado, Doña Felipa de Zanabria, D. Pablo de Vergara y La tía Mariana. La portada no cuenta con marcos ni adorno, la obra suma 102 páginas y mide 16 centímetros.
De Justo Sierra O’Reilly en 1845 sin especificar que imprenta la produjo salió su novela El secreto del ajusticiado. En 1874 la Imprenta del Comercio a cargo de J.G. Corrales publicó La hija del judío. Novela yucateca. La novela había sido publicada en el periódico El Fénix desde los años 40, por lo que no presentaba paginación y tenía muchos errores. La edición contaba con los comentarios de Carrillo y Ancona. Su portada no contiene adornos, mide 20 centímetros y tiene 728 páginas. En 1883 la Imprenta La Revista de Mérida sacó a la luz la segunda edición de la novela de Crescencio Carrillo y Ancona Historia de Welina. Leyenda Yucateca. Como veremos la historia había sido publicada por la Imprenta de los Espinosa en 1862 y volvería a publicarse en 1919 por la Biblioteca Ariel. Los estudiosos en la materia la agrupan dentro de las primeras novelas de corte indigenista para el siglo xix. Para esta edición se hicieron algunas correcciones y ligeras modificaciones. Cuenta con un apéndice con notas históricas. Al siguiente año (1884) sale la novela La hija de Tutul Xiu del literato y político Eulogio Palma y Palma (Nemo). En su portada de 19 centímetros aparecían las tradicionales imágenes de libros. Es una novela yucateca que despliega en 462 páginas la historia de los mayas a través de la dinastía Xiu. En 1892 aparece la primera obra de teatro escrita por Delio Moreno Cantón, El billete. Drama en tres actos y en prosa. Al igual que Palma y Palma se dedicó a la política y a la literatura. Llegó a fungir como director de La Revista de Mérida y también colaboró en la revista literaria de Gamboa Pimienta y Mostaza. Escribió teatro, poesía, cuentos y novelas. El billete se representó en 1906 en Mérida por la compañía dramática del actor español Leopoldo Burón. La obra que resguarda la Biblioteca Yucatanense mide centímetros y cuenta con 81 páginas. En 1905 la Imprenta de La Revista de Mérida publicaría una de sus novelas, El sargento primero editado por Juan Ausucua Alonso (178 páginas y 19 centímetros). De acuerdo con los registros a principios del siglo xx, Ausucua contaba con una librería que se encontraba en los portales de la plaza principal de Mérida.
La Revista de Mérida en sus inicios tuvo una vocación literaria de la mano de los Aldana y en ella participaron muchos escritores yucatecos con sus cuentos, leyendas, novelas y poemas. Posteriormente la parte mercantil y los anuncios fueron ganando espacio. No obstante nunca dejo de publicar sus colecciones literarias en obsequio a sus fieles suscriptores.
Un establecimiento de más de un siglo. La Imprenta José Dolores Espinosa e Hijo
El establecimiento se remonta a la época del patriarca José Martín Espinosa y de los Monteros a finales de la segunda década del siglo xix. Casi un siglo después la imprenta y librería Espinosa se enorgullecería de ser la única casa editora de novenas y devociones de cualesquiera santos, libros de religión, catecismos cristianos, libros de texto, el famoso Calendario que duraría 140 años; así como publicación de rosarios, estampas, imágenes, libros de misa y devocionarios. En cuanto a los pies de imprenta estos comenzarían a cambiar en 1832 y así continuaría hasta entrado el siglo xx dando cuenta de las generaciones que seguirían el negocio familiar y de los principales giros a que se dedicaría la empresa. “Imprenta Yucateca de Espinosa”, “Oficina de Espinosa”, “Imprenta de Espinosa. Impresor del Gobierno”, “Imprenta de José Dolores Espinosa”, “Imprenta de Espinosa e hijo”, “Imprenta de Espinosa y sobrino”, “Litografía de Espinosa”, “Imprenta y Librería de Miguel Espinosa Rendón”, “Imprenta y Librería de Espinosa y Compañía”, “Librería y Papelería de Espinosa”, “Manuel Espinosa y Espinosa”, “Librería y Miscelánea de Espinosa”, por citar algunos.
La primera antología que se publicó en estas tierras es la obra de Mariano Trujillo Ensayo poético por Mariano Trujillo y otros yucatecos aficionados a la bella literatura. Como Imprenta de Espinosa se publicó en 1839 con 106 páginas y 23 centímetros. La versión que conserva la Biblioteca Yucatanense está mecanografiada. La edición fue hecha por el propio Trujillo y señala las fechas de otras obras publicadas de su autoría: 1827 y 1835. La de 1835 no se cuenta con ella, pero se trata de su segundo libro de versos. Dentro del libro se encuentra una comedia en un acto y en verso de Trujillo: Concurso de enamorados o la mujer veleta. Además de las poesías de Trujillo también aparecen las de Juan José Hernández, Arcadio Cicero, José Eduviges Patrón y Justo Pastor Acevedo. Como se comentó corresponde a Trujillo ser el autor del primer libro de versos publicado en la península de Yucatán. Colección de poesías inéditas del género erótico. Conforme a los datos de la Enciclopedia Yucatanense fue impreso por la Imprenta Sanjuanista a cargo de Cesáreo Anguas en 1827 y valía ocho reales. Mide 14 de alto por diez de ancho contando con 94 páginas que incluyen una lista de los individuos que se suscribieron para su impresión. Historia de Welina. Leyenda yucateca en dos partes y un apéndice de notas históricas y críticas de Carrillo y Ancona fue impresa por primera vez en la Imprenta de José Dolores Espinosa en 1862. En el prólogo escrito por el obispo cuenta que la obra había sido impresa para los suscriptores del Repertorio Pintoresco. Debió tener mucho éxito, puesto que, en el prólogo escrito para la segunda edición, Crescencio Carrillo y Ancona menciona que no existían ejemplares de su primera edición. De acuerdo con su autor, la historia fue leída en 1865 con “avidez y entusiasmo” por la emperatriz Carlota, llegando incluso a pretender que la obra fuera traducida al francés.
La imprenta de los Espinosa publicó dos obras dramáticas de Ramón Aldana del Puerto. En 1856 el drama en tres actos Nobleza de corazón. La obra se estrenó el 8 de julio de ese mismo año por la compañía de Manuel Argente. Sus 42 páginas mide 22 centímetros. La portada consiste en un hermoso marco con la imagen al centro de un libro abierto. José Dolores Espinosa escribe en su contraportada enmarcada que se hallaría a la venta en el taller y en los demás puntos del estado en las agencias del Pensamiento a un precio a los suscriptores de dos reales y cuatro reales para los que no estuvieran suscritos.
Imagen 1. Ramón Aldana, Nobleza de corazón. Drama, Mérida, Yucatán, Imprenta de José Dolores Espinosa,1856, 42 pp. Biblioteca Yucatanense.
Cuatro años después publicó otro drama, también en tres actos intitulado Una prenda de venganza en ofrenda a su padre Raymundo Aldana. Se estrenó en el Teatro San Carlos de Mérida el 7 de junio de ese mismo año de 1860 bajo la dirección del actor Manuel Argente. Al igual que la anterior contó con un precioso marco en su portada con diferentes tipos de letras, midiendo 23 centímetros en 31 páginas. Se vendía en cuarto reales en la “Imprenta, Librería Meridana de Cantón” y en todas las agencias del periódico La Guirnalda.
De acuerdo con los datos ofrecidos por Esquivel Pren, la Imprenta de Espinosa publicó en 1863 la primera edición de las Poesías líricas de Ovidio Zorrilla Trujillo. Aunque no se encuentra esa primera edición que constaba de 130 páginas, la Biblioteca Yucatanense y la biblioteca de la Universidad Autónoma de Yucatán conservan la segunda edición de esta obra publicada tan sólo tres años después con 188 páginas en cuarto. Esta segunda edición fue corregida y aumentada por el autor y contenía composiciones inéditas y un prólogo escrito por su compatriota Francisco Sosa. De Francisco Sosa sólo hemos encontrado un impreso. Es de 1864 y con el título Flores del pensil yucateco Sosa escribe sus poesías. La carátula está rota y por ello no nos es posible conocer la imprenta. Como subtítulo se lee: “Revista del baile dado en la casa del Sr. Wenceslao Encalada la noche del 2 de enero de 1864”. Se compone de 24 páginas y mide 16 centímetros. Wenceslao Alpuche y Gorozica fue poeta y político. En 1842 año de su muerte sus amigos decidieron publicar sus composiciones. Por fortuna se cuenta con el prospecto de Las Poesías de D. Wenceslao Alpuche, con una noticia biográfica y algunas observaciones. En este panfleto publicitario sus editores habían logrado reunir todos los escritos hechos por Wenceslao. Las notas biográficas fueron proporcionadas por un condiscípulo y un compañero de la infancia. Las observaciones comprenden juicios de personajes de la talla de poetas como José María Heredia. La suscripción era de un peso por ejemplar. Ese mismo año la “Imprenta del Boletín a cargo de Lorenzo Seguí” publicó con 197 páginas las poesías de Wenceslao Alpuche. Cerca de medio siglo después, salida de la “Imprenta Hidalgo de J. C. Sánchez” circula su segunda edición contando con 129 páginas repitiendo la noticia biográfica de 1842. Con estos antecedentes, en 1881 la imprenta publica el libro de poesías Eloísa delirante. Llama la atención el nombre de la imprenta “Martín y Espinoza”.
Otra publicación de la Imprenta de Lorenzo Seguí en 1838 es el libro de poesías de Pedro Almeida Jiménez, Un mejicano. El pecado de Adán. Poema. Doce jornadas en doce cantos, con notas alusivas a los sucesos de la independencia mejicana en general, y relativamente a esta península de Yucatán. Para la Enciclopedia Yucatanense es una obra curiosa porque es una mezcla de poesía e historia. Cuenta con 262 páginas y 20 centímetros. En su portada presenta la imagen de una lira y una enredadera. Estudios más actuales sitúan a Un mejicano dentro del género de literatura de viajes por su sentido anecdótico y de aventuras en donde algunos sucesos son autobiográficos y refiere a hechos históricos concretos como la monarquía y la república.[7] Se trata de las aventuras de un joven que huye de la opresión de su casa con la intención de conocer el mundo. En sus andanzas vivirá experiencias que lo harán pasar de la adolescencia a la madurez. El poema es una alegoría de lo que estaba sucediendo en el país al emanciparse de España para vivir como país independiente. En sus párrafos Reyes descubre una ambivalencia de un sentimiento de pertenencia que oscila entre la nación y su región.[8] Fabián Carrillo Suaste aparece comúnmente como prologuista. Como “Imprenta y litografía Espinosa y Compañía”, se publica de este autor entre otros, Corona fúnebre a la memoria de la distinguida señora doña Cristina Farfán de García Montero. Fallecida en San Juan Bautista de Tabasco 22 de agosto de 1880, dedican sus compatriotas y amigos. Cristina Farfán fue una poeta, narradora y editora meridana. Sus composiciones pueden apreciarse en publicaciones periódicas como Biblioteca para señoritas, La Siempreviva o El Recreo del hogar. Los otros autores incluidos son: Rita Cetina, Gertrudis Tenorio, Dolores Correa, Fernando Peraza, Eudaldo A. Pérez, Amado Durand, Roberto Casellas, Roberto Castillo Rivas, Fernando (Milk) y alguien con las iníciales B.S.E.
El establecimiento de la familia de los Espinosa se enorgullecía de ser la más antigua de la Península. Por generaciones se mantuvo vendiendo libros, papelería, remedios medicinales y produciendo muchas y diversas impresiones de interés para los yucatecos. Revisando los libros, los periódicos que salieron de sus prensas e incluso su folletería, resalta lo que ellos mismos admitían como la especialidad de la casa, las obras dedicadas a la religión católica, seguidos por los manuales educativos. Los temas literarios figuraban por detrás de las temáticas de técnicas y artes, ciencia e historia. Tal vez la explicación este en los intereses personales de sus propietarios y en la historia familiar. A José Dolores Espinosa, hermanos y sobrinos los vemos participar en sociedades piadosas, incluso llegando a patrocinar algunas de ellas; son matemáticos, agrimensores, hombres de invento y negocios, y no suelen aparecer como miembros de sociedades literarias. Las afinidades imprimen las creaciones.
La imprenta de Mariano Guzmán
Mariano Guzmán trabajó en la imprenta del tipógrafo campechano José María Corrales. Luego se casó con una de sus hijas Joaquina Corrales. A la muerte de su suegro debió quedar a cargo de la imprenta. Volvió a casarse y murió en 1870. Su viuda quedó al frente de la imprenta como lo demuestran los pies de imprenta. “Imprenta a cargo de Mariano Guzmán”, “Mariano Guzmán”, “Tipografía a cargo de Mariano Guzmán”, “Imprenta dirigida por Mariano Guzmán”, “Imprenta de Mariano Guzmán”, “Imprenta Literaria de Mariano Guzmán”, “Imprenta de la viuda de Guzmán”. En sus prensas se publicaron importantes periódicos de combate como El Mus y La Píldora. Literarios como La Aurora, así como revistas dirigidas al género femenino como Biblioteca para señoritas. En cuanto a libros lo mismo sus prensas producían reglamentos de sociedades literarias, leyes y disposiciones, sentencias, estatutos, decretos, aranceles, acuerdos del Ayuntamiento, que manifiestos, catecismos políticos, leyendas y composiciones literarias.
Las obras del tipógrafo y poeta Joaquín Castillo Peraza se encuentran dispersas en diferentes talleres de imprenta: Pedrera, Gamboa y Gil Canto. Pero por temporalidad la primera que publicó fue en la imprenta donde trabajaba Mariano Guzmán. De esta manera en 1851 se publica las Composiciones leídas por sus autores en la sesión que celebró la Sociedad de Jesús María el día 22 de junio próximo pasado y que se publican por acuerdo de la misma junta. La obra celebraba la apertura de la biblioteca de la Sociedad de Jesús María y más que composiciones, en sus 14 páginas con 14 centímetros se ocupa de transcribir el discurso que dio José Tiburcio Manzanilla el 22 de junio de 1851 por la apertura de la biblioteca y una poesía de Castillo Peraza de nombre La ida del sol. La Sociedad de Jesús María fue una de las primeras en contar con una biblioteca. Carrillo Suaste fungió por un tiempo como su bibliotecario. Una gran mayoría de sus asociados eran escritores y poetas. Funcionaba desde 1848. Cámara Barbachano considera que esta biblioteca pudo ser la primera que se abrió en Yucatán;[9] formaba parte de esta sociedad el impresor José María Corrales y Pedro Gamboa. La sociedad se proponía principalmente promover la instrucción pública.
Lo mismo sucede con Juan Miguel de Losada. En el mismo año de 1851 publica sus leyendas con los tipógrafos Rafael Pedrero y Mariano Guzmán. Con Guzmán la leyenda Serafina. Al frente destaca un delicado marco conteniendo su apellido y en la portada, también enmarcada con un marco floreado los nombres de la leyenda y la figura de un corazón flechado. Pablo Oviedo es el autor de las Composiciones pronunciadas el día 12 del corriente por los señores Oviedo y Pérez a la memoria del ínclito coronel don Sebastián Molas, mártir de la libertad. Salió a la venta en 1858 con una imagen de un basamento cargando un jarrón. A un costado se dibuja una palmera, un cegador de trigo y al fondo se observan tres árboles. Contiene una oración fúnebre y un poema bajo las siglas P.I.P. ¿Pedro Ildefonso Pérez? Oviedo se mantuvo muy activo durante los movimiento separatistas de Yucatán y luego por la intervención francesa, fundando el periódico La sombra de Morelos impreso en las prensas de Pedrera junto con Eligio Ancona y participando en otros como La Píldora impreso por Guzmán. En 1859 contando con un bello marco publica el libro de poesía Ocios de Pedro Elizalde y Escudero. A Elizalde lo encontramos en las listas de diputados por Yucatán en 1851. En su introducción su autor daba cuenta que contaba con otros trabajos en prosa y en verso inéditos. En la contraportada viene la figura femenina de un ángel con sus alas soplando una corneta sobre una nube. Cuenta con 116 páginas y contiene dos poemas dedicados a Elizalde. Uno es de su amigo Pedro Ildefonso Pérez y el otro de su primo Nicanor Contreras Elizalde. Eugenio del Rosado Patrón escribió la novela El guardián del pueblo, obra novelesca ordenada en capítulos o sermones. La Enciclopedia Yucatanense menciona que escribió dos obras dramáticas en verso que no parecen haber sido representadas. Si bien Peón y Contreras destaca sobre todo como dramaturgo, la Imprenta de Mariano Guzmán circula en 1863 sus poesías con el título: Revista de salón. Los cuatro cielos. Gran baile dado en la Sociedad de la fraternidad la noche del 13 de febrero de 1863, aniversario de su instalación. Su portada ostenta un marco florido en colores sepia. Por esos años el reivindicador del teatro en Yucatán comenzaría a sobresalir con sus dramas y comedias.
En los archivos notariales encontramos algunos datos de la azarosa vida del impresor Mariano Guzmán, su relación con la familia política que deja ver conflictos a raíz del deceso de su primera esposa y luego de su suegro. Su temprana muerte terminó con su imprenta.
Un impresor desconocido. La Imprenta a cargo de Leonardo Cervera
No contamos con información de este taller ni de su encargado Leonardo Cervera, tampoco se conocen muchos pies de imprenta. Revisando los registros de la Biblioteca Yucatanense aparecen algunos de sus impresos. Las fechas de estos son de 1864-1865. Sumarios y patente de indulgencias, ensayos de topografía médica, Reglamento de la Sociedad La Esperanza y las obras de algunos escritores como Eligio Ancona y de una mujer Catalina Zapata.
La Imprenta a cargo de Leonardo Cervera publicó dos novelas del novelista, dramaturgo e historiador Eligio Ancona en 1864. La novela histórica La cruz y la espada que habla sobre la conquista de Yucatán. En su portada debajo de los títulos se puede ver la figura completa de perfil de un hombre con la melena suelta, sosteniendo en una mano el arco y en la otra la flecha. Atrás de él se observan otros hombres en sus canoas. Al fondo se aprecia tierra firme rodeada de árboles. Por la vestidura del hombre puede pensarse que se trata de un indígena. La cruz es una larga novela de 404 páginas en un formato de 22 centímetros. La otra novela histórica de Ancona es El filibustero. También ocupa 413 páginas y mide 21 centímetros. En portada figura un barco en altamar sin marcos ni adornos. La obra se vendía por entregas y se señalaba que en la última –la número 16– contendría las litografías. Para esta ocasión se cuenta con datos de la encuadernadora: “Encuadernación de Germán R. de León y Comp.” en Mérida. La Biblioteca Yucatanense tiene una transcripción de la novela de Ancona, Uno de tantos que salió por entregas en el periódico La burla entre el 20 de enero y el 11 de febrero de 1861. En 1881 Oscar A. García Solana lleva a cabo la transcripción de esta novela poco conocida incluyendo imágenes que aparecieron originalmente en el periódico La burla.
El taller tipográfico a cargo de Leonardo Cervera, publicó dos obras de Catalina Zapata de Puig. Originaria de Tabasco formó parte de la Sociedad Siempreviva de Mérida y colaboró en muchos otros periódicos protegida bajo el seudónimo de Quintiliana. En 1864 se publica Delia y Elvira. En su introducción la autora mencionaba que la obra no estaba basada en ningún hecho histórico y todo era obra de su imaginación. Confesaba que la animaba atender los deseos de los amigos y “obtener un pequeño producto que consuele en parte la triste situación de mi familia”. Sobre su seudónimo decía que no contaba con las fuerzas suficientes para afrontar la merecida crítica que la lectura de éste, su primer ensayo, levantaría. La novela consta de 45 páginas en 21 centímetros. La otra novela sale al público al año siguiente, en 1865. Sobre una tumba una flor, “novela escrita por Catalina Zapata”. La portada está elaborada en papel color azul y un marco floreado alrededor de su título. En su introducción se decía animada por la buena acogida que el público yucateco le había dado a su primera novela y por ello tomaba la pluma para narrar cuadros que le había tocado ver y hechos que sucedieron en el país. En cada capítulo toma fragmentos de composiciones de poetas yucatecos (P.I.P., José Antonio Cisneros, Rita Cetina) y sus propios versos a excepción de uno que tomaba prestado de José Zorrilla. Salió por entregas y costaba dos reales, pero “debido a que la última entrega excedía en un pliego, habiendo medio pliego mas, pedían 2 reales y medio para completar los gastos de la impresión”. Existe otra novela de 1868 de la autora impresa en la “Imprenta a cargo de Alberto González”. Amor y celos. Novela escrita por Catalina Zapata. Su portada cuenta con un encantador y adornado marco y como la anterior, se hacía por entregas; desafortunadamente se encuentra incompleta.
Imprenta de Manuel Aldana. “El inteligente y laborioso editor”
Manuel Aldana Rivas se formó en las prensas de uno de los impresores con más renombre en Mérida, Rafael Pedrera. La falta de recursos le impidió seguir su vocación literaria por lo que en 1854 aprendió el oficio. Tiempo después con ayuda de su esposa, unas cajas y una prensa logró independizarse. Los primeros pies de imprenta pertenecen a 1863. “Imprenta de Manuel Aldana Rivas”, “Tipografía de Manuel Aldana Rivas” e “Imprenta del Editor”. En 1867, cuando las tropas imperialistas estaban perdiendo la batalla su imprenta fue secuestrada con la intención de dar a conocer las incursiones y avances de los juaristas, a través de un periódico al que llamaron La Razón del pueblo. Bajo sus prensas y contando con su laboriosidad sacó a la luz impresiones y reimpresiones de importantes obras destinadas a cimentar la identidad de Yucatán. Por ejemplo, se encargó de reimprimir la Historia de Yucatán de Diego López de Cogolludo. Intentó reimprimir la obra de John L. Stephens bajo el título de Las ruinas antiguas de Yucatán. Desafortunadamente el excesivo costo de los grabados volvía la obra demasiado onerosa para los lectores. A pesar de que se publicó por entregas quedó incompleta. Fue el impresor de la publicación periódica La Siempreviva, el primer rotativo escrito por mujeres. Y La Oliva. Periódico de literatura y variedades redactado por Emilio Mac-Kinney.
Emilio Mac-Kinney mantiene vínculos de sangre con los propietarios de la Imprenta de Espinosa. Dos de sus cuentos fueron impresos en las prensas de los Gamboa. La imprenta de Aldana publicó lo que creemos es su primera y única incursión en el género novelesco. La paz del sur. Novela en tres partes (1864). Su autor la describe como una novela histórica en tanto que los sucesos que relata pasaron en diferentes épocas. Contiene una dedicatoria a sus padres, el doctor D.A. Mac-Kinney y a Tránsito Espinosa, su madre. Es una novela corta de 22 páginas con una portada simple. Ese mismo año Emilio Mac-Kinney, junto con Octavio Zorrilla, componen La esperanza. Ensayos literarios de varios jóvenes aficionados. Los poemas salieron por entregas y en total se compusieron de 28 páginas arreglados con una portada y contraportada enmarcadas. De Pantaleón Barrera con el seudónimo de Napoleón Trebarra, Manuel Aldana imprime la novela Los misterios de Chan Santa Cruz. Historia verdadera con episodios de novela (1864). Se compone de 142 páginas en 20 centímetros. Como anota su introducción no se trataba de un “cuento fabuloso ni una exageración fantástica”. Barrera fue periodista y político que llegó a ser gobernador de Yucatán en dos ocasiones. Para Napoleón Trebarra era un misterio el levantamiento de los indígenas en la Guerra de Castas y su prolongación “no sólo e[ra] un misterio, sino una afrenta también para Yucatán, para la nación mexicana y para la civilización en general”. Como refiere su subtítulo, la obra narra historias verdaderas entremezclándolas con episodios ficticios. Como era lógico el tema de la Guerra de Castas por su violencia y duración –fue un conflicto de más de cincuenta años y numerosas bajas en ambos bandos– ocupó las mentes de muchos de los escritores yucatecos.
La Imprenta de Manuel Aldana Rivas en 1865 publica de Gregorio Pérez El Ahorcado de 1848. Novela histórica. Mide 22 centímetros y se presenta con una portada sin adornos midiendo. En su introducción hace alusión a los sucesos de la Guerra de Castas. Pérez buscaba presentar cuadros históricos unidos por el atractivo de la fábula. Presenta su punto de vista del episodio doméstico. Existe otra edición de 1906 por la “Imprenta de la Lotería del Estado” y de 1949 “Editorial Club del libro”. Cierra este listado de publicaciones generadas por la Imprenta de Aldana una serie de tres obras de poesía. Benigno Osorno y Demetrio Traconis García, entre otros, en el año de 1870 presentan una Colección de composiciones patrióticas pronunciadas en la ciudad de Valladolid en las fiestas nacionales del 15 y 16 de septiembre de 1870. La Colección contiene las poesías de estos autores, declamaciones y discursos pronunciados durante el evento. La portada enmarcada presenta al centro el águila devorando a una serpiente. Tiene 14 centímetros y 24 páginas. En 1872 se edita Ramillete fúnebre compuesto por el patriotismo mexicano dedicado a la memoria del ilustre Benito Juárez. Se reproduce como interesante obsequio a la juventud yucateca de Gerardo M. Silva que incluye una poesía de José Rosas Moreno y varios discursos. Cuenta con 55 páginas y mide 21 centímetros. Finalmente no sabemos si debiera figurar aquí esta obra de poesías religiosa. El libro se llama Catedral poética de Mérida. Devocionario escrito en verso y variedad de metros (1864, 304 páginas y 17 centímetros). Su autor es Nicanor Contreras Elizalde. Esquivel Pren la considera más una curiosidad bibliográfica antes que una obra literaria. La obra recorre cada uno de los santos de la catedral dedicándole una novena u oración en verso, inclusive una misa completa en verso.[10]
Imprenta de Manuel Heredia Arguelles
La primera vez que encontramos su nombre figura como encargado en la “Imprenta del Gobierno” entre los años 1869 y 1873. Existen documentos que prueban que solía operar bajo contrata la imprenta del Gobierno hasta que en 1875 la Legislatura le otorga permiso al Gobierno para su venta. Según Suárez Molina, Manuel Heredia compra la imprenta.[11] Los pies de imprenta de alguna forma cuadran con la historia. “Imprenta del Gobierno en Palacio a cargo de Manuel Heredia Argüelles”, “Imprenta de Manuel Heredia Arguelles en el Palacio de Gobierno”, “Imprenta de Manuel Heredia Arguelles”. En sus prensas se imprimía el diario oficial del gobierno, La Razón del pueblo y El Estado. Periódico político y literario. Se sacaban leyes, aranceles, colecciones de leyes, presupuestos de ingresos y egresos de la Tesorería del estado, observaciones de la Suprema Corte, reglamentos, memorias, alegatos, litigios, convocatorias, tratados, informes oficiales, decretos, el Código Penal, el de Procedimientos, el Código Civil, programas de exámenes, libros de historia, etc.
Las dos únicas publicaciones que se conservan son de los años 1876 y 1879. La primera se inscribe en el género de poesía. Discursos y composiciones poéticas leídas en el décimo cuarto aniversario del glorioso 5 de mayo de 1862. Contiene una composición del joven Pablo Sarlat, poesía del campechano Diego Bencomo (Orión), Apolinar García y García, Santiago Villalobos Sosa y Eucario Villamil. Así como el discurso del doctor Juan Nicoli y Esteban Manzanero. Su portada está enmarcada y contiene la imagen de un águila. El otro libro es una novela de Eligio Ancona, El Conde de Peñalva. Novela histórica impresa en 1879. Incluye fotos de Ancona, José García Montero, Eudaldo Pérez, José Antonio Cisneros y José Peón y Contreras. Mide 22 centímetros y 438 páginas. Existe una publicación anterior del año de 1866 realizada por la “Imprenta Literaria del Autor”.
Manuel Heredia pertenecía a la “Sociedad Científica y Literaria Minerva” junto con otros impresores como José María Corrales y José Vidal Castillo, así como escritores de la talla de Bernardo Ponce y Font, Emilio Mac-Kinney y el historiador e impresor Juan Francisco Molina Solís. Sus prensas imprimieron una gran cantidad y variedad de impresos oficiales debido a sus contratos de trabajo con el Gobierno como empleado y luego como proveedor.
Imprenta de Manuel Mimenza. Un honrado y laborioso cajista
Son pocos los datos que se tienen de este taller impresor. Si se siguen los primeros pies de imprenta con esa razón social inicia en 1849 como “Imprenta a dirección de Manuel Mimenza”, “Oficina Tipográfica a cargo de Manuel Mimenza”, “Imprenta a cargo de Manuel Mimenza”, “Tipografía a cargo de Manuel Mimenza” y desaparecen en 1873 como “Imprenta Literaria, dirigida por Manuel Mimenza”. Revisando la hemerografía, se observan varios diarios tanto en Campeche como en Mérida. Boletín de la Patria: península de Yucatán, el semanal La Trompeta del juicio final, el periódico oficial Las Garantías sociales, El Mus que en un principio lo imprimía Mariano Guzmán y posteriormente se publicó en la Imprenta de la Sociedad Tipográfica a cargo de Manuel Mimenza en Campeche. Destaca por la temática El Álbum Yucateco redactado por escritores como Eligio Ancona, Peón y Contreras, García Montero, Manuel Sánchez Mármol entre otros. En cuanto a textos, la Imprenta de Mimenza produjo el Reglamento de la Academia de Ciencias y Literatura, la Memoria de instrucción pública, sumarios, discursos y muchos más libros de literatura como se verá.
Como Imprenta de la Sociedad Tipográfica de Manuel Mimenza en el año de 1861 Alonso de Regil y Peón y Manuel Sánchez Mármol publican una obra importante para los estudios de la literatura yucateca aún hoy en día. Se llama, Poetas yucatecos y tabasqueños. Colección de sus mejores producciones (Andrés Quintana Roo, Wenceslao Alpuche, Mariano Trujillo, Vicente Calero Quintana, Luis Aznar Barbachano, José Antonio Cisneros, Pedro I. Pérez, Miguel Duque de Estrada, Wenceslao Rivas, Nicanor Contreras Elizalde, Ramón Aldana, Joaquín Castillo Peraza, Teresa Vela, Limbano Correa, José Manuel Puig, León Alejo Torre, Manuel Foucher). Su objetivo era rendir un homenaje y a la vez estimular a las juventudes. Para ello se proponían reunir sus retratos (elaborados por José Dolores Espinosa Rendón), mostrar algunos apuntes biográficos sobre su vida y una muestra de lo que consideraban los mejores escritos. Lo que llama la atención es la voluntad que mostraban Regil y Sánchez para que los yucatecos contaran con una galería completa de los poetas yucatecos y tabasqueños. La Colección se vendía por entregas. En la contraportada se enlista los lugares de venta. En Mérida en la Imprenta y Litografía de Espinosa Rendón. Las 252 páginas valían 2 reales por la falta de la litografía y mide 23 centímetros. Tanto la portada como la contraportada tienen marco y están impresas en papel color verde. En contraportada decía que debido a que no habían conseguido el papel satinado en que se publicaba, se veían obligados a suspender la impresión hasta que recibieran de La Habana el pedido.
Impreso por Manuel Mimenza en 1865 y 1866 aparece la novela de Manuel Cecilio Villamor y Armendáriz, Agripina y su duende. Episodio histórico de la sublevación de los indios de Yucatán. Se compone de 2 volúmenes de 21 centímetros. Dedicaba su novela a la emperatriz Carlota y a Maximiliano “dignos soberanos de la nación mexicana”. Manuel Villamor es conocido como uno de los inventores de una máquina para desfibrar el henequén. La carátula presenta bonito marco y dibujos. La primera imagen es un hombre que porta un estandarte que dice: “Viva el emperador de Mejico”. Le sigue otra de otro hombre a caballo portando una gran hoja donde se lee: “Viva la emperatriz de Mejico”. Todas sus hojas están enmarcadas y sus divisiones además de contar con alguna imagen al principio y al final (querubines, aves, soldados a caballo, barcos, instrumentos musicales, jarrones…) cuenta con un marco más vistoso y elaborado. Las entregas salían semanalmente. En papel común valían dos reales, y en papel fino dos y medio reales. Como lo anunciaba el encargado de la publicación, Isidoro Villamor, se componía de 24 entregas para formar dos tomos. Cada entrega constaba de 28 páginas orladas en papel común con “tres y medio pliegos de impresión y un forro de color o blanco”. Manejaban otra presentación con papel superior. Decía contar con el manuscrito totalmente terminado y aseguraba que la novela no tenía palabras contrarias a la “sana moral”, incluso escribía Villamor que “varias personas de instrucción y buen gusto la ha[bían]n aprobado y aún exigido su publicación”. La suscripción podía hacerse en la casa de Isidoro ubicada “a un costado sur de la ermita de la Candelaria #2”.Villamor como encargado de la publicación de la novela, describe el método de que se valían los talleres para obtener suscriptores y poder publicar: imprimían la primera entrega con la intención de que el cliente conociera físicamente la calidad y contenido y se suscribiera. Después de contar con la cantidad necesaria de suscriptores para costear la impresión, se repartía la segunda entrega y así sucesivamente. El cliente podía seleccionar entre las dos versiones de la obra en papel común o papel de mayor calidad. Pasando cuatro días regresaba el agente a recoger la obra o el importe de la suscripción.
En 1879 las notas periodísticas informan del fallecimiento del cajista Manuel Mimenza. La imprenta seguiría funcionando puesto que encontramos pies de imprenta con el apellido Mimenza para el siglo xx.
Una familia dedicada a las artes. La familia Gamboa Guzmán
Hasta hace relativamente pocos años, nada se sabía de la “Imprenta Gamboa Guzmán”, “Imprenta y Litografía Gamboa Guzmán”, “Gamboa Guzmán y Hermano. Impresores-Editores” o “Imprenta de Gamboa Guzmán y Hermano”, por mencionar algunos de los pies de imprenta más usuales que se conservan. De los seis hermanos varones, de un total de diez de que se componía la familia, por lo menos cinco se encontraban involucrados en actividades que tenían que ver con el arte y el espectáculo. El pintor Juan Gamboa es el más reconocido de los hermanos. Pedro Gamboa era uno de los socios de la plaza de toros que igual funcionaba como escenario para interpretar las populares comedias y zarzuelas que tanto gustaban al público yucateco. Al magistrado Arturo Gamboa lo descubrimos en su faceta cultural colaborando en el periódico El Amigo del país a finales del siglo xix. En cuanto al impresor, José Encarnación, como tantos otros tipógrafos, aprendió el oficio trabajando en la reconocida y longeva imprenta de la familia de los Espinosa.
La idea de publicar una revista literaria que agrupara a los principales poetas y escritores, provino de un joven periodista español llamado Miguel Nogués. Arribó a la Península representando a una compañía dramática. No es descabellado pensar que entrara en contacto con la familia Gamboa Guzmán a través del empresario artístico Pedro y su Circo Teatro. Aunque otra posibilidad bien podría ser su amor compartido por la tauromaquia. Unieron fuerzas para publicar el periódico literario Pimienta y Mostaza.[12] Durante las tres épocas que se mantuvo logró conjuntar a las mejores plumas de la época, logrando ser reconocido como el órgano de la buena lectura. En esta publicación escribían autores yucatecos que gozaban de gran popularidad como Ramón Aldana (Ortiguillas), Rita Cetina Gutiérrez (Cristabela), Antonio Cisneros Cámara, Aureliano Herrera, Emilio Mac-Kinney, Ignacio Magaloni Ibarra, Rodolfo Menéndez, Fernando Juanes González Gutiérrez (Milk), Delio Moreno Cantón (Humilis), José Inés Novelo (Pif Paf), Pablo Peniche, Manuel Sales Cepeda, Javier Santamaría, Eucario Villamil, Pedro Escalante Palma, Lorenzo López Evia (Cascabel), Arcadio Urcelay (Sancho Panza o Lucio Trelles), Rodolfo Menéndez (Juan de las Veras), por nombrar algunos de los más entusiastas y fieles colaboradores. A diferencia de otras publicaciones periódicas el tipógrafo José Encarnación participó activamente desde su inicio como director, administrador y editor, o en sus propias palabras, editor propietario. Pimienta y Mostaza sirvió para aprovechar todos los talentos de esta camarilla de escritores no sólo en el periódico, también para publicar libros con sus composiciones con un sello local.
Imagen 2. Fotografía de los redactores de Pimienta y Mostaza, Enciclopedia Yucatanense. Historia de la imprenta y del periodismo, Mérida, Yucatán, 1977, p. 80. Biblioteca Yucatanense.
La colección Peón y Contreras
Haciendo una revisión de las impresiones que salieron de los tórculos del taller, sobresalen en tan sólo un año cerca de 20 obras de literatura, teatro, novela y poesía de José Peón y Contreras. Durante 1883 la Imprenta de Gamboa publicó diecisiete obras de teatro, una publicación con dos obras teatrales (Obras dramáticas Esperanza y Antón de Alaminos) y un libro de poesía; la mayoría, impresas bajo la denominación “Gamboa Guzmán y Hermano, impresores-editores”. A pesar de que una gran parte de sus obras dramáticas fueron publicadas en 1883, encontramos algunas pistas que nos indican el orden en que salieron. Todo parece indicar que el primer drama que salió a la venta fue La hija del rey. Le seguirían El conde de Peñalva, El sacrificio de la vida, Juan de Villalpando, Luchas de honra y de amor, Hasta el cielo, Por el joyel del sombrero, Vivo o muerto, Doña Leonor de Sarabia e Impulso del corazón. Dentro de esta última obra, Impulso del corazón, los editores señalaban que estaba en prensa dos obras más: Esperanza y Antón de Alaminos. Es muy factible que El capitán Pedreñales saliera después y le siguiera la obra Gil González de Ávila. En sus páginas finales, aparecen como “en prensa”, Entre tu tía y tu tío y Un amor de Hernán Cortés. No volverían a imprimir drama alguno hasta 1890 con La cabeza de Uconor bajo la Imprenta Mercantil siendo su editor José Gamboa Guzmán (92 páginas en 24 centímetros). A continuación ponemos la relación de dramas salidos de la Imprenta de Gamboa.
En cuanto a precios de las obras, en las contraportadas aparece el costo y los espacios de venta. Las obras dramáticas costaban 6 reales el ejemplar y se vendían en la imprenta. Durante 1883 los editores Gamboa Guzmán y Hermano con la intención de embellecer la colección, ofrecieron a los suscriptores regalar “una elegante portada lito-tipográfica, ejecutada por su hermano el pintor Juan Gamboa”. De igual manera sobresale el hecho de que casi todas fueran estrenadas en el año de 1876 en diferentes teatros de la Ciudad de México. En el Teatro Principal entre los años 1870, 1876, 1877 y 1879. En dos ocasiones en el Teatro Arbeu en 1878 y una en el Teatro Nacional (1878).
Del mismo autor, José Peón y Contreras, en ese mismo año de 1883 en que salieron las obras teatrales, la Imprenta de Gamboa publicó su Aguinaldo poético de la imprenta de Gamboa Guzmán y Hermano escrito por los señores Peón y Contreras, José. Rubio Alpuche, Néstor. Vadillo Arguelles, Francisco. Zorrilla, Ovidio. Milk. Ponce y Font, Bernardo. Tres años después publica las Poesías escogidas impresas de José Peón y Contreras junto con siete poetas más: Ovidio Zorrilla, Bernardo Ponce y Font, Javier Santa María, Roberto Casellas Rivas, José Peón del Valle, presbítero Francisco Vadillo Arguelles y Néstor Rubio Alpuche. Precedidas de un prólogo de Rodolfo Menéndez distribuidas en 274 páginas en 23 centímetros. De igual forma se publica la novela Taide. Contornos de la vida ideal en 1887 (16 páginas en 16 centímetros). En 1890 publicaría la obra de teatro, La cabeza de Uconor. Drama en tres actos y en verso (24 centímetros y 92 páginas). En 1893, justo diez años después de la producción masiva de dramas teatrales de Peón y Contreras, publicaría una edición especial de tan sólo cien ejemplares de las poesías dedicadas A la memoria de la señorita María Romero y Castelló y en 1902 sus Romances, cantares y líricas (117 páginas y 16 centímetros). Aunque Peón y Contreras moriría en 1907, durante el siglo xx, la imprenta continuaría editando algunas obras del dramaturgo. Como un reconocimiento de su talento en vida, el teatro principal de Mérida el San Carlos fue renombrando Teatro Peón Contreras.
La mayoría de las obras dramáticas publicadas en su imprenta tenían una medida de 23 centímetros y en algunos casos un poco menos, 20. Por lo que respecta al uso de imágenes, las publicaciones con que se cuentan carecen de imágenes en sus portadas y al interior de estas. En ocasiones solían colocar el logo de la imprenta con las iníciales “GH” en sus portadas, o imágenes de herraduras, círculos, pequeñas aves sosteniendo en su pico ramas de laurel, la imagen de una lámpara sobre un libro, de una lira y una corneta. En general las publicaciones de Gamboa se caracterizan por la sobriedad de sus portadas, líneas y sólidas imágenes. Era común que ciertas obras que buscaban rendir tributo a la muerte de alguna persona considerada importante, publicaran una fotografía. Ese es el caso de la señorita María Rosado. Su imagen aparece en las primeras páginas de la obra de Javier Santa María, Corona fúnebre a la memoria de la señorita María Rosado y Lizardi. Otro caso en el que se incluye imágenes, es la foto de Julia Febles en su Poesía (1900) una de las pocas mujeres yucatecas que escribió versos en el siglo xix.
Imagen 3. Julia Febles y Cantón, Poesías, Mérida, Yucatán, Imprenta Gamboa Guzmán, 1900, 89 pp. Biblioteca Yucatanense.
Para el caso de esta imprenta encontramos algunos rastros de los talleres de encuadernación, ya que tanto las Poesías escogidas de José Peón y Contreras como las de Carlos R. Menéndez fueron encuadernadas en el mismo año por el mismo encuadernador Pedro Arjona Peniche en su taller “El libro de oro”, ubicado en la “Librería Católica de Aznar y Solís y Compañía” en Mérida. Otro caso es el libro de poesías del que hemos hablado. Corona fúnebre a la memoria de la señorita María Rosado y Lizardi, publicado por la Imprenta Gamboa en 1882 y según se aprecia encuadernado por Luis Bros. La etiqueta pegada en el encuadernado señala que ofrecía a la clientela pasta de todas clases, sólidas, elegantes y baratas. Se ubicaba en la calle Progreso Sur, #26 en Mérida. Sabemos que por lo menos desde 1880 contaba con un taller tipográfico y una librería que justo funcionaba como expendio y se podía comprar la revista Pimienta y Mostaza. Su aparición como encuadernador es un dato novedoso que completa el tipo de negocio que llegó a tener. Corona fúnebre a la memoria de la señorita María Rosado y Lizardi reúne a las mejores plumas de la época hombres y mujeres: Gertrudis Tenorio Zavala, Juan A. Mateos, José Peón y Contreras, Fabián Carrillo Suaste, Néstor Rubio Alpuche, Octavio Zorrilla, Bernardo Ponce y Font, Ovidio Zorrilla, Rodolfo Menéndez, Alfonso E. López, Fernando Peraza, Ignacio Gil y Gil, Eudaldo A. Pérez, Pedro Rodríguez, Juan Nicoli, Manuel Fernández Alpuche, Miguel Rivero Trava, Federico Peraza, Servelión Domínguez Lara, Roberto Castillo Rivas y Fernando Cantón Frexas.
El Obispo patriota Crescencio Carrillo y Ancona
Si bien no se puede decir que la Imprenta Gamboa buscara formar una colección como en el caso de Peón y Contreras, el impresor José Encarnación llegó a publicar cinco obras escritas por Crescencio Carrillo y Ancona. Es un hecho que por afinidad de ideas, el obispo colaboró como escritor y editor con la Imprenta de José Dolores Espinosa, por lo que tal vez su participación con el impresor Gamboa obedeció más a una relación familiar. Cantón señala que los Gamboa Guzmán eran familiares de Carrillo y Ancona.[13] En todo caso el hermano del impresor, Arturo Gamboa fungió como uno de los cuatro escribientes de la Curia por los mismos años en que se publicaron. De esta manera de 1886 a 1887 imprime tres obras que pueden clasificarse como leyendas o cuentos. El santuario de la aldea (tradición popular). Van añadidas “La lámpara de tres siglos” y “Las doce estrellas”. Edición promovida por Arturo Gamboa Guzmán (consta de 31 páginas y 20 centímetros). La leyenda volvería a ser publicada en 1895 esta vez por la Imprenta y Litografía de Ricardo Caballero. Al año siguiente (1887) saldrían de las prensas una leyenda más publicada el mismo año por dos imprentas vinculadas con el impresor José Gamboa y con su hermano Arturo y el autor Crescencio Carrillo y Ancona. El árbol de luz. Historia del santísimo Cristo de las Ampollas de igual manera promovida por Arturo Gamboa. Lo que las distingue además de las diferentes imprentas es la diferencia en el número de páginas. La obra de la Imprenta Mercantil es más larga, cuenta con 47 páginas y dice estar “a cargo de José Gamboa Guzmán”. La otra es propiamente de la Imprenta Gamboa Guzmán y solamente cuenta con 24 páginas y mide 22 centímetros. En 1947 se hizo una segunda edición por la Imprenta Guerra. No sabemos en cuál de las dos se basó, aunque por el número de hojas parece más cercano al libro de la Imprenta Gamboa. Lo importante es que esta obra del 47 en su “Advertencia” escribe sobre el siempre escurridizo tema de los tirajes y la lectura. Para el editor era probable que el número de ejemplares de esa primera edición fuera “muy reducida […] puesto que muy pocos, se conservan atesorados en bibliotecas como uno de los libros raros y escogidos”. El 19 de marzo de 1897 fallecería el obispo y como sería de esperar la Imprenta Gamboa bajo la dirección de Arturo Gamboa y otros tres escritores (Delio Moreno, Andrés Sáenz y Fernando Juanes) pusieron en circulación Homenajes fúnebres tributados a la memoria del Ilustrísimo señor doctor don Crescencio Carrillo y Ancona, Obispo de Yucatán (mide 30 centímetros y cuenta con 88 páginas). Conocemos su tiraje, las personas que recabaron los fondos necesarios para su circulación y el público al cual fue distribuido gratuitamente. Los 800 ejemplares estaban destinados a personalidades como el papa León xiii, jerarcas de la iglesia, sociedades científicas nacionales y extranjeras de las que Carrillo y Ancona formó parte, así como a la prensa, escritores y funcionarios de estado de toda la República. Todavía en el año de 1892 la imprenta publicó dos obras de Carrillo y Ancona. El rayo del sol. Leyenda yucateca (16 páginas y 15 centímetros) y otro texto que es la biografía del obispo Antonio Alcalde y lleva por nombre, El fraile de la calavera o la centuria de un gran prelado, 1792-1892. Mide 21 centímetros y cuenta con 53 páginas. Destaca la foto-litografía del Alcalde hecha por el impresor Ricardo Caballero.
El escritor-botánico Emilio Mac-Kinney
Bajo Imprenta Mercantil “a cargo de José Gamboa Guzmán”, e impreso dentro del Calendario El Néctar para 1888 (77 páginas, 15 por 10 centímetros) y el de 1889 (47 páginas, 16 por 11 centímetros), aparecen dos cuentos del botánico y escritor Emilio Mac-Kinney Espinosa. ¡Pobre Micha! Cuento, con apuntes históricos y La huera. Como “Imprenta Gamboa Guzmán”, el tipógrafo llegó a publicar tres obras del profesor, político y escritor José Inés Novelo. Siguiendo la periodicidad primero apareció Versos en 1893 con 133 páginas en 20 centímetros. José como su editor decía que de esta manera colaboraba, aunque sea de forma “secundaria, en el progresivo movimiento que, felizmente se advierte en nuestras letras reuniendo en un tomo algunas de las preciosas poesías”, y como buen empresario agregaba que esperaba que el público correspondiera a sus intenciones “apartadas de toda idea de lucro[…], ofrec[iendo] otras poesías inéditas del mismo autor, bajo el título de Perfiles”. El prólogo fue escrito por el poeta Javier Santa María. Quince años después la promesa de Gamboa se cumpliría en 1908. Unos años antes, publicaría los versos de este poeta en Gérmenes (1905).
Coronas fúnebres
Como debió suceder en otras partes, en la mayoría de las imprentas yucatecas abundan las participaciones grupales ante el fallecimiento de alguna figura importante de la sociedad yucateca. El reconocido dramaturgo Manuel Irigoyen Lara es autor de Corona fúnebre a la memoria del joven Manuel Romero Flores que falleció en Mérida el 3 de enero de 1880. La publicación pertenece a 1886 y contiene escritos de Manuel Romero Flores, Oscar Osorio, Leopoldo Cantón Frexas, G.A. Rica, Gustavo Bolio, Eduardo Villamil, Máximo Ancona, Ermígenes, M.S. Rejón, Tirso Pérez Ponce y José D. Farfán. En sus últimas hojas, como era costumbre, se insertaban transcripciones luctuosas de los artículos que salían en los principales periódicos yucatecos. Tan sólo un año después (1881) muchos de los colaboradores de Pimienta y Mostaza escribirían poemas y discursos en Corona de azahares a la memoria de Micaelita. El cubano Pedro Rodríguez junto con Eucario Villamil, Emiliano Solá y Camps, R. Bolio, Rodolfo Menéndez, Eudaldo A. Pérez, Ignacio Gil y Gil, Fernando Peraza, Monraeli, Servelión Domínguez Lara y B. Sansores E. A la memoria de la señorita Libertad Menéndez fue publicada en el mismo año de su deceso (10 de octubre de 1894) por la Imprenta de Gamboa por José Inés Novelo y las poesías de Amalia Puga de Losada, Pedro Escalante Palma, Carlos R. Menéndez, Cayetano Rodríguez Beltrán, Pedro Rodríguez, Pablo Peniche, Luis Rosado Vega, Feliciano Manzanilla Salazar, Andrés T. Calcáneo, el impresor Cecilio Leal, Bruno V. Miranda y Clodomiro Betancourt.
La adolescencia literaria peninsular
Por sus prensas pasarían otros poetas. En el Álbum literario escrito por algunos jóvenes yucatecos, como bien señala en su carta-prólogo Luis Urcelay, reúne a la “adolescencia literaria de la Península” en una colección de composiciones literarias escritas por varios “jóvenes amantes de este arte”. Desfilan las palabras de Pastor Rejón, “Ramiro”, Cornelio Cárdenas Rivas, “L.L.C”, “D.M.C.”, Alfredo A. Mézquita y un escrito de “Ximen Yorik”. Joaquín Castillo Peraza escribe Rimas y prosa (1887) libro de 21 centímetros impreso por la Imprenta Mercantil “a cargo de José Gamboa Guzmán”. De igual forma salen a la venta Ovidio Zorrilla Trujillo con sus Versos (1898). Aureliano Herrera, Sombra y luz. Pequeño poema en dos cantos (1893) de 163 por 11 centímetros presentado por Milk. Por lo que se refiere a novelas y leyendas, en 1882 saldría por entregas la novela histórica de Amado Durand, El amor con sacrificio. El día primero y el quince de cada mes publicaban 8 páginas a un costo de 6 centavos garantizando su conclusión. Si se quería se podía pagar doble entrega por un real.
Revisando sus publicaciones, la imprenta de Pepe Gamboa era apreciada por la calidad de sus producciones. Por sus venas corría el amor por las artes y el entretenimiento. Como lo aceptaba su trabajo como tipógrafo era a todas luces una empresa más patriótica que lucrativa que conjuntaba en su popular revista Pimienta y Mostaza los escritores consagrados y los jóvenes que se iniciaban con sus noveles composiciones protegidos bajo sus iníciales y cobijados por Gamboa y sus amigos.
La Tipografía Gil Canto
Una publicidad dispuesta en un calendario local aseguraba que la Tipografía Gil Canto recibía toda clase de trabajos de imprenta a buen precio. Manifestaba estar provista de escogidos materiales, tinta y papel de buena calidad, así como un abundante y variado surtido de tipos modernos y para toda clase de trabajos con buenas prensas para imprimir con prontitud y elegancia en el trabajo conforme al lema del negocio. Por sus prensas se rotularon varios periódicos algunos de ellos de larga duración como es el caso de La Razón del Pueblo, La Unión Yucateca o La sombra de Cepeda. Los primeros pies de imprenta que se conocen aparecen como “Gil Canto”, “Imprenta Literaria dirigida por Gil Canto” y “Tipografía de Gil Canto” a partir de los años setenta del siglo xix. Siguiendo la cronología de los impresos encontrados toca la obra de Liborio Irigoyen Romero con sus Ensayos poéticos publicados en 1876. Se trata de un libro póstumo que su padre coleccionó y editó como celebración por el primer aniversario luctuoso. La portada luce un sencillo doble marco elaborado con puras líneas. Cuenta con unas palabras y una elegía escritas por Javier Santa María y un prólogo y una elegía de Fernando Peraza. Todo ello en 67 páginas en 20 centímetros. Le sigue la novela del general Severo del Castillo Cecilio Chi. Novela histórica yucateca por el General D. Severo del Castillo quien lo dedicó en 1869 al General D. Manuel María Escobar, su amigo y compañero de prisión en la fortaleza de San Juan de Ulúa, impresa por la Tipografía de G. Canto en 1883. Aunque la portada no lo señala, había sido impresa antes de 1869. En una lista de obras publicadas por la Editorial del Sureste, se muestra dentro de las obras publicadas bajo el título: Cecilio Chi novela histórica yucateca por el General D. Severo del Castillo (18 centímetros y 303 páginas). La edición de Gil Canto porta un nombre más largo. Esta versión mide 23 centímetros y se compone de 223 páginas. Todavía existen por lo menos otras dos ediciones del libro. En 1937 en Mérida por Talleres Pluma y Lápiz, Impresores y Editorial Yucatanense Club del Libro 1948 y 1950.
Pablo Peniche Bonilla es más conocido por sus poesías. En 1888 sale a la luz pública su tragedia en tres actos y en verso, Edipo, Rey de Tebas. Escribe una nueva versión de la tragedia de Sófocles. Desafortunadamente falleció mientras redactaba una obra sobre Maximiliano. La Universidad del Sureste publicó una segunda edición de su Edipo en 1923, obra que se compone de 39 páginas. Al año siguiente (1889) Gil Canto imprime un texto de Antonio Cisneros Cámara, hijo del poeta y dramaturgo José Antonio Cisneros. Se trata de Primorosa. Drama en tres actos y prosa. La pieza fue estrenada en el Teatro Peón Contreras la noche del 27 de diciembre de 1888. Constaba de 90 páginas en 18 centímetros. En su portada sólo se presenta al centro una imagen de un libro. Todo parece indicar que por lo menos de 1879 a 1882 la familia Cisneros Cámara mantuvo en sociedad un taller de nombre “Imprenta de Cisneros Cámara y Compañía”. En sus prensas Antonio Cisneros imprimió sus Versos y endechas (1880, 159 páginas, 17 centímetros). Tablas. Juguete cómico en un acto y en verso original. Representado por primera vez en el Teatro Peón Contreras la noche del 9 de julio de 1878 e impreso en 1879 (29 páginas, con 21 centímetros) y De la cumbre al abismo. Drama en tres actos en prosa y verso. Interpretado por vez primera en el mismo teatro el 7 de febrero de 1881 (1881, 76 páginas y 21 centímetros). En esa imprenta salieron las Composiciones poéticas de Javier Santa María en 1879. No era oriundo de Yucatán, pero la Legislatura del estado lo declaró ciudadano yucateco en 1875. De ese poeta en 1885 la “Imprenta del Eco del Comercio” publicaría El poema del dolor. La carátula cuenta con un marco y el dibujo de una cesta con flores y ramas y en la siguiente hoja un querubín tocando una armónica elaborada de carrizos. Se compone de 30 páginas.
Existe una obra que fue publicada por esta Imprenta de Gil Canto y por dos imprentas más el mismo año. El autor es Nicanor Contreras Elizalde y la obra Netzahualcóyotl. Poema azteca en diez y seis cantos. Entrega I. El costo por cada entrega era de 25 centavos. Su portada contaba con un sencillo doble marco con la imagen de una partitura, una flauta y lo que parece ser una corneta. En la segunda página escrito con su puño y letra el autor se lo dedicaba a Crescencio Carrillo y Ancona y en la siguiente hoja como antiguo compañero de armas del gobernador Daniel Traconis, le dirigía unas palabras de aliento ante las dificultades inherentes al cargo. Inicia con el canto I en la página 6 hasta la 20. La obra de la “Imprenta Manzanilla Salazar” lleva el mismo nombre. Su portada carece de marco o adorno. Inicia con el canto II a partir de la página 19 hasta la 32. La última edición salió de la “Imprenta La Razón Social”, conserva el mismo título que las dos anteriores y sólo se distingue por ser la Entrega iii con el mismo costo de 25 centavos. Va de la página 33 a la 48 que incluye justamente el canto iii. Otra publicación encontrada en la “Imprenta Manzanilla Salazar” de la cual no se tiene ningún dato es El bosque de Marta. Fantasía. Ensayo literario de Isaac Lara y Vales de 1892. La portada se encuentra impresa en papel color naranja con un marco y un bebé cuyas piernas están dentro de anillos, sus manos sostienen ramas, dos palomas juntas posan sobre otra rama y la otra paloma más grande con el pico más largo se sostiene del otro lado de la rama. El cuento se lo dedicaba a sus padres. En los años de 1895 y 1896 la Tipografía Gil Canto circula una memoria de poesías y discursos escritos por varios autores. A la memoria del Licenciado Pablo García. En sus 64 páginas participan el profesor Eudaldo A. Pérez, Pedro Rodríguez, Ramón Planas, Arcadio Urcelay, Oscar Osorio, Luz Camps C., Pedro Rodríguez Palmero y Felipe Avilés. La obra se compone de 64 páginas en 23 centímetros. Al año siguiente la Tipografía publica una segunda edición corregida y aumentada con 254 páginas y la imagen de Pablo García. En 1900 se imprime las leyendas y poesías Recreos literarios del periodista y poeta Bernardo Ponce y Font con un prólogo de Rodolfo Menéndez (22 centímetros y 252 páginas). Las poesías son una recolección de las que su autor escribía en publicaciones periódicas y otras son inéditas. En cuanto a las leyendas, Los héroes de Tihosuco y La realidad de un sueño fueron escritas para este libro. Junto con Vidal Castillo fue copropietario de La Revista de Mérida. En el año de 1913 se publicarían de este autor dos romances históricos, La cita misteriosa y Don Juan de Montejo.
Poco se sabe de la vida del tipógrafo Gil Canto, no hemos encontrado aún su nombre y lo mismo pasa con su taller tipográfico. La poca información se ha tomado de los periódicos de la época. No obstante sus prensas publicaron textos de gran valor literario ayudando con ello a conformar la identidad y la cultura de lo yucateco.
Las impresiones de un cubano en Mérida: Ildefonso Estrada y Zenea (23 de enero de 1826-2 de febrero de 1912)
Ildefonso Estrada y Zenea es conocido por ser el editor de la primera publicación periódica dirigida especialmente al público infantil en la Península: El Periquito. Periódico de los niños. Cuya lectura puede ser útil a muchos que han dejado de serlo. Nació en Cuba y debido a problemas políticos se exilió en nuestro país. En Cuba había fundado varios periódicos incluyendo El Periquito. También publicó el Diccionario de los niños, aprobado como libro de texto para las escuelas primarias. Fue redactor del periódico La Aurora. Semanario de las señoritas impreso en sus prensas; del Reglamento de la Academia Artístico-Recreativa de Mérida, del Reglamento de la Sociedad Minerva, de cartas pastorales, y de leyes como la Ley sobre arrendamiento de predios urbanos. En sus prensas se publicó el semanario El Látigo. Eco independiente de los pueblos del Estado, así como la Constitución Política del Estado de Yucatán reformada y sancionada en 1870. Las razones sociales de esta imprenta parten del año 1869. “Imprenta El Iris de Ildefonso Estrada y Zenea”, “Imprenta El Iris de I. E. Zenea” y “El Iris”. En los papeles del litigio familiar del impresor Mariano Guzmán el nombre de Estrada Zenea surge como arrendatario de la imprenta del impresor Guzmán por esos mismos años de 1869 y 1870, lo que significa que no era propietario.
Conforme a los datos de la Enciclopedia Yucatanense, con las iniciales J.K. la Imprenta El Iris publica la novela El sueño de una noche de verano. Novela contemporánea por J.K. Biblioteca de La Aurora en 1870. Infortunadamente no se encontró esta publicación. Como Imprenta El Iris, Estrada y Zenea publica sus poesías Yucatán romance histórico y geográfico en 1870.
Pedagogo, periodista, editor, orador, dramaturgo, poeta, impresor e historiador, Estrada y Zenea vivió en muchas ciudades de la República: Mérida, Campeche, Veracruz, Puebla y la Ciudad de México y en todas ellas llevó su Periquito y otras obras de valor. Es un personaje multifacético, culto y con una vocación por los niños y los jóvenes.
Imprenta de Ricardo Caballero. La pareja ganadora
El único dato con el que se cuenta de Ricardo Caballero lo encontramos en una exposición de Mérida. El litógrafo ganó medalla de segunda clase por los trabajos litográficos presentados en la Segunda Exposición Industrial celebrada en el mes de mayo de 1879. Su esposa de apellidos I. Hernández de Caballero, ganó el premio de primera clase con un cuadro elaborado con cabellos. Los pies de imprenta que se conocen parten del año de 1877 como “Litografía de Ricardo Caballero” e “Imprenta y Litografía de R. Caballero”. Una publicidad de finales de siglo xix muestra que hacía letras de cambio, pagares y libranzas, carteles para anuncios, música con impresiones de tinta de color, se calaban letras y dibujos en madera, latón y zinc y se hacían mausoleos y alegorías con cabellos. Decían contar con “elegantísimos tipos”.
Revisando sus producciones no aparece ninguna especialización de géneros editoriales como en otros casos. Alegatos, reglamentos de cofradías, de la Lonja Meridana, manuales escolares, programas de exámenes de los colegios, cartas pastorales, sermones, oraciones y epístolas. Destaca dentro de sus producciones las poesías del famoso Milk, Fernando Juanes González Gutiérrez intituladas Romances líricos. Elegías y romances de amor de Milk precedidos de una carta del Sr. D. Ignacio M. Altamirano. El libro cuenta con su fotografía en sus primeras hojas de un total de 92 con una medida de 17 centímetros. En 1896 la Imprenta de Caballero presenta una de las dos novelas que llegó a escribir Delio Moreno Cantón, El último esfuerzo. Cuatro años antes había ganado los Juegos Florales de Mérida con su “Oda a Colón”. Existe otro libro impreso por esta imprenta que no cuenta con el nombre de su autor. La obra de teatro se llama El abuelito. Zarzuela pastoril en tres actos de 1896 con 50 páginas y en portada la imagen de una lira rodeada de laureles.
Imprenta Literaria de Juan F. Molina Solís
Juan Francisco Molina Solís fue un abogado y un acreditado historiador. Su libro más conocido es la Historia de Yucatán durante la dominación española. Como impresor no se cuenta con noticias, aunque los primeros pies de imprenta pertenecen a 1866. De su imprenta salió el periódico El Mensajero (1875), discursos religiosos, programas de exámenes, cartas pastorales, el Reglamento de la Sociedad Católica (1875), prospectos, Estatutos de la venerable cofradía del santísimo sacramento de la ciudad de Izamal (1875), novenarios, Compendio del catecismo de la doctrina cristiana (1876), alegatos, Ley del timbre (1874) y el Diccionario de la lengua maya de Juan Pío Pérez (1877), entre otros folletos y libros.
Se cuenta con dos obras de esta Imprenta Literaria. El ensayo literario Sor Juana Inés de la Cruz. Estudio literario dedicado a las señoras de la Sociedad Católica. 1651-1695 y la novela Blanca de 1876. Su autor es el licenciado José de Jesús Cuevas y tiene fecha de impresión de 1875 aunque fue escrito en 1868 en México. En su sencilla carátula en lugar de imagen la imprenta colocó una cita de Sor Juana. Consta de 362 páginas y mide 18 centímetros. En la carátula de la novela Blanca. Novela original no viene el nombre de su autor, en su lugar solo escriben: “Por ****”. No trae introducción. La novela original se desarrolla en trece capítulos y abarca 63 páginas.
La Imprenta Nueva de Cecilio Leal López y el teatro regional yucateco
Son escasos los datos con que se cuenta de la “Imprenta Nueva de Cecilio Leal”. Su nombre no aparece como encargado en ninguna de las imprentas meridanas, pero si como poeta. Se trata de un impresor-poeta. Ermilo Abreu Gómez lo recuerda en sus Cosas de mi pueblo como
un viejecito que tenía una imprenta cerca de la calle del Comercio. Era una imprenta de la que salían cartelitos, tarjetas de visita, de bautizo, de matrimonio y esquelas de defunción […]. Don Cecilio vestía de blanco y no olvidaba la flor en el ojal. En la puerta de su taller se sentaba a tomar el fresco y a recitar, al derecho y al revés, los versos que componía.[14]
En el “Directorio particular y comercial de las ciudades y estados de Yucatán y Campeche” de 1918, se enlistan las imprentas existentes. Aparece como Imprenta, librería y papelería “Cecilio Leal” bajo el nombre de Emilio Leal.
Su faceta de poeta se muestra en 1884 en el Álbum literario escrito por algunos jóvenes yucatecos bajo las iníciales “L.L.C.”. En la primera página viene escrito a mano una dedicatoria del mismo Cecilio Leal a Arturo Gamboa Guzmán “en prueba de distinción y aprecio”. También escribe junto con el poeta José Inés Novelo en la obra dedicada, A la memoria de la señorita Libertad Menéndez impresa por Gamboa Guzmán en 1894. Los primeros pies de la “Imprenta Nueva de Cecilio Leal” o “Imprenta Cecilio Leal” surgen en los últimos años del siglo xix en 1898. Para los años 40 del siglo xx la memoria de los yucatecos la recuerda como una de las papelerías donde los estudiantes acudían a surtirse de material escolar. Recordemos que algunas de estas papelerías de igual manera eran imprentas y librerías. Entre 1900 y 1901 se dedicará a publicar parábolas, fábulas, artículos literarios, poesía y una gran cantidad de obras teatrales de José García Montero de forma exclusiva. En 1900 comienza publicando Obras del Dr. Dn. José García Montero. Parábolas en 225 por 15 centímetros y presenta una sencilla imagen de unos libros en su portada. En el caso de las Fábulas (1900), aunque el editor Julio Castillo Pazos inteligentemente agregaba como prólogo las expresiones grandilocuentes de Crescencio Carrillo y Ancona felicitando al autor por ser las primeras fábulas con que contaba la bibliografía yucateca, para ese año el obispo llevaba ya tres años muerto. El artículo fue escrito en 1868 para una revista yucateca. Muchos años antes de la impresión de Cecilio Leal, en 1875, José Vidal Castillo había hecho una selección de las poesías y fábulas de García Montero. La Tipografía estaba a cargo de Manuel Pastrana Lanz. Vidal no sigue la clasificación original del autor ya que el objetivo de su selección era ofrecer “un conjunto sencillo y recreativo”. En sus “Apuntes biográficos” también menciona que se acompañaba del retrato litográfico del autor, pero la impresión con que se cuenta no trae fotografía. Incluye un prólogo escrito por su amigo Fabián Carrillo Suaste. La portada de Fábulas se componía de la sencilla imagen de una hermosa lira. Además de las fábulas y las parábolas en 1901 la Imprenta Nueva publica los artículos literarios, ahora si contando con una fotografía del autor. La portada llama la atención por su abundante número de páginas (395), por su inusual tamaño y porque presenta una imagen que a diferencia de las de las otras imprentas, no aparece centrada, abarca toda la parte superior presentando la imagen de un pozo, hierba y una mariposa al vuelo. En el mismo año salen a la luz pública sus Poesías dispersas en 516 páginas bajo un formato de libro de 22 centímetros.
En 1901 la Imprenta Nueva de Cecilio Leal imprime trece obras de teatro de José García Montero. Los estudiosos sostienen que su primer drama fue escrito en 1853 con el título Las víctimas del amor. Al parecer no se publicó. Le sigue, Engañar con la verdad o un laso en una carnestolendas. Zarzuela en un acto en prosa y verso. Y como su portada lo indica fue “estrenada en febrero de 1870, en el Teatro casero de la Academia artístico-recreativa con buen éxito”. La zarzuela El rábano por las hojas o una fiesta en Hunucmá es considerada la primera comedia de teatro costumbrista al integrar diálogos en maya lo que en su momento se consideró una locura por parte de su autor. El 22 de octubre de 1875 se estrenó en el Teatro San Carlos, repitiéndose la función el 27 del mismo y el 13 de enero de 1876. Las últimas páginas contienen algunos de los comentarios de la prensa. Tiró el diablo de la manta… es otra zarzuela en dos actos estrenada el 28 de agosto de 1875. Secretos de naturaleza como su título lo indica es una comedia sacada de un cuento popular y se estrenó el 21 de abril de 1896. En su portada trae la imagen de un dragón. Otra comedia en un acto se llama Las indirectas del padre Cobos y fue presentada por primera vez en el Teatro San Carlos el 18 de septiembre de 1862, bajo la dirección del primer actor Manuel Martínez Casado. Consta de 31 páginas y exhibe una austera portada sin imagen. Como quieras es una comedia en un acto y en verso, estrenada en Mérida el 6 de diciembre de 1872 y luego en el Teatro Lagunero en noviembre de 1881. Trae en su portada un círculo con flores. Al final el editor insertó algunas hojas con los comentarios de la prensa lo que permite conocer el programa de ese día. Primero se presentó la sinfonía con el telón corrido para pasar a la presentación del drama La hermana del carretero arreglado por Mariano Godoy. La compañía de Baltasar Torrecillas se interesó por presentar una pieza para el final. Fue así como se representó esta obra dramática de García Montero. Cónyuges y Cócoras es otra obra cómica en un acto y en verso del poeta García Montero estrenada en Tabasco en el teatro de la ciudad el 4 de marzo de 1888. La verdad desnuda es el nombre de otra obra cómica escrita en un acto, su sencilla portada presenta una cruz.
García Montero escribió otras obras de corte más dramático. Una de ellas se intitula El que llora será consolado, drama en un acto y en verso estrenado el 18 de diciembre de 1872. Vida y muerte. Drama en un acto, fue presentado por vez primera el 21 de abril de 1896. En su portada aparece un barco. Dos años más tarde se presentaría De interés. Cuadros dramáticos el 23 de noviembre de 1898. De las obras dramáticas más largas de este autor es La caridad cristiana, con cuatro actos “sin monólogo ni partes y con la imagen de un flechero en su portada. Y por último, la obra El matrimonio ilusorio o locuras de un soltero “dividido en tres monólogos”. En cuanto a la materialidad de las obras dramáticas, podemos decir que las publicaciones por lo general tenían una medida de 22 y algunas median 20 centímetros como es el caso de La caridad cristiana o Secretos de naturaleza. En las piezas cómicas es en donde encontramos menos paginado: 12 en el caso de La verdad desnuda y la obra más larga es la zarzuela Tiró el diablo de la manta… con 39.
Imprenta de Loret de Mola: ¿un camagüeyno?
Un anuncio publicado en Pimienta y Mostaza de principios del siglo xx (1903) permite conocer con cierto detalle la Imprenta de Loret de Mola. Se ofrecía todo lo referente a los ramos de imprenta, papelería y librería e incluso por una comisión llegaba a importar obras. También hacía trabajos de encuadernación. Urzáiz recuerda al cubano Mario Loret de Mola como “un joven alto y muy buen mozo, de tipo aristocrático siempre como un figurín”.[15] El único pie de imprenta conocido es “Imprenta Loret de Mola” y parte de los últimos años del siglo xix, de 1896. De su imprenta salían leyes, códigos sanitarios, penales, compendios de teneduría de libros y novelas. El logo de la imprenta era la imagen de un copista trabajando frente de una de las cajas.
Los Estudios estéticos y entretenimientos literarios de Manuel Sales Cepeda (1896) son una mezcla de ensayo y texto literario. En sus 535 páginas de 15 centímetros se cuestiona sobre qué es la estética, la belleza, el arte, la poesía, lo cómico, la inspiración o la imaginación; y en su parte de entretenimiento reúne artículos cortos como el discurso que se dio en la velada para conmemorar el deceso del pintor Juan Gamboa y cuadros de costumbres como la danza macabra o el carnaval. Del cantor yucateco José Inés Novelo la Imprenta Loret de Mola llegó a imprimir dos libros de poesías. De mi musa de 1896. La introducción fue escrita por Manuel Gutiérrez Najera, El Duque de Job. La obra contiene las últimas poesías que su autor había escrito, se compone de las siguientes divisiones que comprenden varias poesías. Secciones: Mármol antiguo, Ternuras, Hoja de álbum, Crespones, Odas, De mi tierra, Mosaicos y Cromos. La portada menciona como editores M. Yenro y Cía. Dentro del libro se insertan algunas pequeñas imágenes como querubines entre poesía y poesía y en su contraportada aparece la imagen del logo de Loret de Mola. Esta es la única obra que encontramos con una empresa de encuadernación foránea. La “Bouligny and Schmidt Suos. S en C. México Rebeldes 1ª 4”. Cuenta con 192 páginas y mide 22 centímetros. El otro texto de Novelo no tiene fecha de impresión. Hojas de álbum. Curiosamente una de las divisiones de sus poesías de su libro De mi musa lleva el mismo título, pero el número de hojas es superior con 190 páginas.
Abanico de imprentas y una curiosidad manuscrita encuadernada
Existen otras imprentas en las que sólo se encuentra una obra o acaso dos, es el caso de la llamada “Imprenta Hidalgo” que publica en 1866 dos libros de versos de Eucario Villamil Vales. Versos por Eucario Villamil y Páginas negras. Ambas cuentan con 64 páginas y la primera llega a medir 15 centímetros. De igual forma la “Imprenta a cargo de L. Ancona” en ese mismo año de 1866 saca a la luz de Juan A. Mateos, Composición leída por D. Juan A. Mateos la noche de 18 de octubre de 1866, en la función a beneficio de las viudas y huérfanos de los valientes que sucumbieron en el asedio de Tihosuco en diez páginas. La “Imprenta del Comercio a cargo de Ignacio L. Mena” en 1881 imprime el tomo I de La colección literaria. Obras publicadas y otras inéditas del doctor Fabián Carrillo Suaste fungiendo como editor Vidal Castillo. La Enciclopedia Yucatanense asegura que se publicó por entregas de septiembre de 1879 hasta abril de 1881 y contiene toda su obra literaria en su mayoría de corte costumbrista desde 1846. Como “M. (Manuel) Yenro y Compañía” en 1896 aparece la colección de poesías de varios autores, Lira yucateca: Andrés Quintana Roo, Ramón Aldana del Puerto, Joaquín Castillo Peraza, Pedro I. Pérez, Bernardo Ponce y Font, Ovidio Zorrilla, Pablo Peniche, Eucario Villamil, Pbro. Francisco Vadillo Arguelles, José Inés Novelo, Francisco Peniche López, Delio Moreno Cantón, Miguel Rivero Trava y Antonio Espinosa son los autores participantes de esta colección sumando 244 páginas en 21.5 centímetros. Como “Imprenta de la Librería Meridana de Cantón” sólo se encontró un registro, Composiciones leídas en el Conservatorio Yucateco el 16 de septiembre de 1876, aniversario 3 de su instalación (1876) de Javier Santa María y las señoritas Rosa Lavalle, Leonor Cuevas, Gertrudis Tenorio Zavala y Rita Cetina. Su portada enmarcada contiene la imagen de un libro abierto rodeado de guirnaldas y consta de 17 páginas. La “Editorial del Sureste” en 1869 imprime La aventurera. Leyenda histórica yucateca de Ramón Aldana del Puerto contando con una fotografía del autor y sobresale la portada con una imagen que representa una escena donde aparecen un hombre y una mujer en una habitación con una mesa y una silla de tipo colonial y portando ropa de la misma época que el mobiliario. El editor se llamaba Felipe Rosas Garibaldi.
Imagen 4. Ramón Aldana, La aventurera. Leyenda histórica yucateca, Mérida, Yucatán, Editorial del Sureste, 1869, 64 pp. Biblioteca Yucatanense.
La Biblioteca Yucatanense cuenta de Ovidio Zorrilla el título Sin nombre. Antología de versos sobre flores y árboles sin fecha y sin editorial. Por último, se encontró un curioso libro de la poeta Rita Cetina Gutiérrez. Ensayos poéticos (1892) se divide en dos partes: poemas y rimas. Aunque no se puede considerar como un producto salido de los tórculos de un taller de imprenta, representa un bello trabajo manual. Cuenta con 114 páginas escritas a mano en letra manuscrita. Esta encuadernado con tela de color café con flores bordadas a mano que sirven de marco para su portada y contraportada. Al centro trae otro bordado de flores que dice “Yucatán” y en su contraportada viene bordado una corona de olivos, esta curiosidad mide 27 centímetros.
Imagen 5. Rita Cetina, Ensayos poéticos, Mérida, Yucatán, sin editorial, 1892, 114 pp. Biblioteca Yucatanense.
Imprentas en otras ciudades
En la búsqueda del material bibliográfico se encontró algunos datos de otras imprentas repartidas en Yucatán. Del puerto de Campeche, el puerto de Progreso y Motul. Campeche siempre fue el puerto principal por donde se importaba y exportaba todo tipo de mercancías incluyendo libros y papel de todos tipos. En el caso del puerto de Progreso sólo se encontró un registro para esta temporalidad. Está ubicado en la región norte a 36 kilómetros de Mérida y su puerto se inauguró en 1871. El municipio de Motul de Carrillo Puerto se encuentra ubicado a 40 kilómetros al oriente de la ciudad de Mérida. Destaca la presencia del periodista, político y literato Eulogio Palma y Palma como impresor. De acuerdo con los datos de la página Yucatán Literario nació en Motul, fundó varios periódicos y construyó el teatro de la ciudad. Por otra parte los datos del Boletín de Estadística de 1896 reporta para esa ciudad un tipógrafo y dos encuadernadores.
Entre los años 1944 y 1947 el gobierno del estado dio a conocer la Enciclopedia Yucatanense. En un principio contaba con ocho volúmenes temáticos. En 1977 se agregan cuatro más actualizándose la información. En dicho año se acaba de anunciar la actualización del primer tomo de esta Enciclopedia y se pretende actualizarla nuevamente ahora en seis tomos. Constituye un punto básico de referencia para los estudios de lo yucateco al compendiar una gran cantidad de temas sustantivos sobre Yucatán. En el tomo cinco se expone la historia de la imprenta, la poesía, la novela y el teatro. Tanto la historia de la poesía como de la novela lo escribe José Esquivel Pren. La historia del teatro pertenece a Arturo Gamboa Garibaldi, hijo de Arturo Gamboa Guzmán, hermano del impresor. En 1998 se presenta otra enciclopedia Yucatán en el tiempo, organizada en forma alfabética y con ilustraciones. En 2003 sale el Diccionario de escritores de Yucatán que se suma a los esfuerzos anteriores por contribuir en la difusión del campo de las letras yucatecas en los siglos xix y xx.
En lo que atañe a obras generales, sobresale por su extensión Historia de la literatura en Yucatán (1975) en 18 volúmenes escrito por José Esquivel Pren. Por su extensión y por la gran cantidad de datos que presenta la obra de Pren es valiosa para los estudios literarios en la región. Desde el año de 1946 junto con otro poeta, Filiberto Burgos Jiménez, presentó una Antología de poetas de Yucatán, organizados en cuatro épocas: 1821-1849, 1850-1899, 1900-1915, 1916-1946. En 1995 Rubén Reyes Ramírez escribe La voz ante el espejo, Antología general de poetas yucatecos en dos tomos. Recientemente (2010) el Departamento de Fomento Literario de la Secretaria de la Cultura y las Artes del estado, aprovechando la tecnología, formó una página en internet para difundir las producciones literarias yucatecas. La página Yucatán Literario es una antología virtual que contiene un conjunto de escritores, incluyendo una selección de sus obras literarias desde el siglo xix hasta la fecha y una breve semblanza que toma del Diccionario de escritores de Yucatán. Como su página lo indica, el proyecto busca hermanarse de forma literaria con proyectos afines como Córdoba Literaria (Argentina), Panamá Literaria (Panamá) y Pinar del Río Literario (Cuba).
Bibliotecas consultadas
Hemeroteca Nacional Digital de México (hndm).
Biblioteca Yucatanense (by).
Bibliografía
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Almeida Jiménez, Pedro, Un mejicano. El pecado de Adán. Poema doce jornadas en doce cantos, con notas alusivas a los sucesos de la independencia mejicana en general, y relativamente a esta península de Yucatán, Rubén Reyes Ramírez (est. introd.), Mérida, Instituto de Cultura de Yucatán, 2010.
Cámara Barbachano, Fernando, “Apuntes para la historia de las bibliotecas en Mérida”, en Boletín Bibliográfico Yucateco (Mérida), núm. 8, 1939.
Cantón Rosado, Francisco, Historia del Seminario Conciliar de San Ildefonso de Mérida, Mérida, s.e, 1976.
Enciclopedia Yucatanense, Gobierno del Estado de Yucatán, 1977.
Esquivel Pren, José, Historia de la literatura en Yucatán, 18 vols., Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 1975.
Peniche Vallado, Leopoldo, José Antonio Cisneros. Poeta, dramaturgo y servidor público, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 1996.
Suárez Molina, Víctor M., Los libreros de Mérida en el siglo xix y algunos más del siglo xx, Mérida, Ediciones de la Librería Universitaria, 1977.
Urzaiz, Eduardo, Cartas de un exiliado, Mérida, Universidad Autónoma de Yucatán, 1990.
Yucatán en el tiempo, 6 vols., Raúl Caseres G. Cantón, Silvio Zavala, et. al., Mérida, Yucatán, Inversiones Cares, 1998.
Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán, a través del Departamento de Fomento Literario y Promoción Editorial, Blog Yucatán Literario, (consultado el 14 de noviembre del 2018).
Biblioteca Virtual de Yucatán.
Cultura editorial de la literatura en México / CELITMEX