Juan Rejano (Córdoba, 1903-México, 1976) publicó ensayos sobre temas mexicanos: La esfinge mestiza. Crónica menor de México (1945). 

Estudió el bachillerato en Málaga. Su interés en la literatura desde la adolescencia lo llevó a colaborar en algunas revistas de preguerra como El Estudiante y La Gaceta Literaria. Cumplió el servicio militar en África. De regreso a Málaga se inició en la poesía con Emilio Prados, y con Manuel Altolaguirre editó la revista Litoral. En Madrid se dedicó al periodismo y a la política contra la dictadura de Primo de Rivera y se incorporó al equipo de la editorial Cenit. Afiliado al Partido Comunista Español durante la guerra civil, trabajó intensamente para la prensa política en Málaga y Valencia. A la caída de la República viajó a Francia y de ahí a México, en el vapor Sinaia, a bordo del cual fundó, junto con Manuel Andújar, el primer diario de la emigración: El Sinaia (1939). Se nacionalizó mexicano en 1941 y es en México donde formalizó su labor literaria. Participó en la redacción de la revista Taller; fundó y dirigió las revistas Romance, Ultramar (1947) y Litoral (1944), y se encargó de la jefatura de redacción de Ars. Por petición de Fernando Benítez dirigió el suplemento de El Nacional: “Revista Mexicana de Cultura” (1947 a 1957) y promovió los concursos literarios del mismo, hasta 1962. Como periodista viajó por Europa, Rusia, China, África, los Estados Unidos, Centro y Sudamérica. Colaboró en innumerables revistas y periódicos de México e Hispanoamérica, principalmente en El Nacional, donde mantuvo semana a semana su columna “Cuadernillo de señales”. De 1952 a 1953 impartió en Monterrey cursos de Literatura Española en la Universidad de Nuevo León.

Aunque Juan Rejano Porras escribió y publicó la mayor parte de su obra en México, sus cantos están impregnados de España en momentos de su tragedia. Publicó sus libros de poesía y un gran número de ensayos y artículos de carácter literario y de crítica de arte. La esfinge mestiza: crónica menor de México (1945) es un conjunto de textos en los que el autor da cuenta de las visiones mexicanas de un exiliado español; relata, mediante una prosa vigorosa, su salida de los campos de concentración franceses, la travesía en el barco Sinaia, sus primeros días en el puerto de Veracruz y sus recorridos por las tierras del interior de México. En la poesía cultivó la copla, la canción, en donde radica su tono andaluz y popular (El Genil y los olivos); y el alejandrino o el endecasílabo, la elegía, la oda, el soneto, en donde expresa su poesía civil, así como la lírica más introspectiva. En El oscuro límite (1948), de tono intimista y metafísico, prevalece la desesperanza por lo irrecuperable. Noche adentro (1949) manifiesta sus inquietudes e interrogantes existenciales. En su poemario Constelación menor (1950), se asocia la nostalgia a elementos más concretos; los recuerdos cobran formas más alegres y la angustia tiende a ceder el paso a una memoria más luminosa. Canciones a la paz (1955) es un conjunto de cantos destinados al pueblo. El poeta interpreta las aspiraciones populares y les devuelve la vieja ansia de paz y vida tranquila en un mundo sin sombras ni desequilibrios. En El río y la paloma (1960) recoge poemas escritos entre 1945 y 1956, dentro de la mejor tradición andaluza. En el Libro de los homenajes (1961) reúne poemas dedicados y fundados en la personalidad de algunos amigos cercanos, como muestra de admiración y gratitud hacia ellos. La tarde (1976) –su último libro de poesía– está compuesto por treinta y nueve poemas de dieciséis versos endecasílabos, que guardan entre sí una depurada unidad conceptual, y en los que hay una profunda reflexión sobre la madurez y la soledad, a través de una lúcida melancolía.