Se crió en Osuna, Sevilla, que consideró siempre su lugar de origen. En 1918 se trasladó a Madrid para estudiar Derecho, carrera que no concluyó y comenzó a vivir desde muy joven una bohemia literaria que practicó toda su vida. Formó parte del movimiento poético vanguardista más importante de este siglo, el ultraísmo, y perteneció a la generación poética del 27. Colaboró en diarios y revistas de tiraje limitado. En 1921 dirigió Horizonte, que en el año de su fundación consiguió publicar trabajos de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Jorge Guillén y Federico García Lorca, entre otros. De 1923 a 1933 vivió en pueblos andaluces como Écija, Osuna, Cabra y La Carolina; en esos años fundó la revista poética ultraísta Tableros. En 1933 regresó a Madrid. Cuando estalló la Guerra Civil fue nombrado comisario político de Pozoblanco, Córdoba; en Valencia participó en el Comisariado General de Guerra. Figuró entre los fundadores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura. Pasó los dos últimos años de la guerra entre Valencia y Barcelona, donde colaboró en el periódico Frente Rojo y en las revistas Hora de España y El Mono Azul. En abril de 1939 marchó como exiliado a Inglaterra; se embarcó en el Sinaia rumbo a México, donde residió hasta su muerte. En 1942 fue nombrado profesor de la Universidad de Nuevo León, en Monterrey, y durante cinco años fungió como secretario del director de su Departamento de Acción Social Universitaria, siendo éste su único trabajo estable. A pesar de llevar una vida bohemia y errabunda, durante su exilio dio recitales y conferencias en diversas universidades del país y colaboró en revistas literarias y suplementos culturales como Romance, Cuadernos Americanos, “México en la Cultura” y “Revista Mexicana de Cultura”.

Pedro Garfias Zurita, poeta, se dio a conocer en los periódicos madrileños desde 1919, y en unión de otros intelectuales, como Guillermo de Torre, César A. Comet y José Rivas Panedas, lanzó el “Ultra”, manifiesto poético a la juventud literaria, base del movimiento vanguardista denominado “Ultraísmo”. Fue, en sus inicios, un entusiasta de los “ismos”: ultraísmo, dadaísmo, creacionismo; pero pudo trascenderlos por su sentido lirismo, llegando a tener una personalidad poética propia. Su poesía transitó por tres etapas: la de evocación a la tierra andaluza; la de poesía de la guerra, combativa y militante, y la poesía del destierro, en la que la nostalgia y el dolor por la España perdida lo sitúan como uno de los principales representantes de los poetas exiliados en México. Dentro de su primera etapa destacan los libros El ala del sur, de corte netamente ultraísta, y Poesías de la guerra y Héroes del sur, en los que compone poemas de circunstancias. De la segunda sobresalen los poemarios alusivos a la guerra y al exilio, como Poesía de la guerra española, lírica exaltada y de compromiso que se refiere al conflicto bélico. Primavera en Eaton Hastings fue definido por Dámaso Alonso como el mejor poema del destierro español. Elegía a la presa del Dnieprostroi y otros poemas se conforma de textos que se alzan como homenaje a los soviéticos que peleaban contra la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial. En su tercera etapa destacan sus poemarios De Soledad y otros pesares y Viejos y nuevos poemas, en los que prevalece el sentimiento de desarraigo y dolor por el terruño perdido y en los que se acentúa su etapa metafísica, con una voz poética barroca y existencial de marcada postura nihilista. La gran metáfora del río oscuro, revuelto, frente a la mar eterna, da título a Río de aguas amargas, su última obra. Escribió algunos textos narrativos de sus vivencias cotidianas, sus gustos literarios, las raíces de su tierra, aunque nunca con una visión costumbrista, sino con un tono crítico y mordaz.