Hizo sus estudios de bachillerato en el Colegio de El Salvador de los Jesuitas, en Zaragoza, y los profesionales en la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos de la Moncloa y en la Universidad Central de Madrid, donde estudió Filosofía y Letras; se interesó también por la Entomología (1920-1924), disciplina que determinaría su visión cinematográfica. Ingresó a la Academie du Cinéma, en París, donde se inició como asistente del famoso realizador Jean Epstein (1926-1928). Fue crítico de cine en las revistas La Gaceta Literaria, de Madrid, y en Cahiers d’Art, de París; se integró al movimiento surrealista, de cuya influencia surgieron sus primeras cintas en colaboración con Salvador Dalí y producidas en Francia: Un chien andalou (Un perro andaluz, 1929) y L’âge d’or (La edad de oro, 1930), una de las primeras películas sonoras. De regreso a España trabajó como productor ejecutivo de la Compañía Filmófono y, durante la Guerra Civil, fue contratado por la productora estadounidense Warner Bross para realizar doblajes, además de trabajar en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Luis Buñuel llegó a México en 1945 por intermediación de Fernando Benítez; se nacionalizó mexicano en 1949; en ese país reinició su carrera cinematográfica, por la cual obtuvo premios como director y guionista.
Luis Buñuel Portolés, cineasta y autor de poemas poco difundidos. Su obra es resultado del trazo entre la realidad y el sueño. Al considerar que el cine es la mejor vía para expresar el mundo onírico, estableció una relación entre el cine y la poesía, ya que ésta recuerda el trabajo del espíritu durante el ensueño, como una manifestación del instinto y del inconsciente, función que recae en la imagen, eje de la visión surrealista, muy presente en la primera etapa del cine de Buñuel y como resultado de una mirada sorpresiva y violenta, que revela la otredad y el misterio del objeto, características que el cineasta consideraba esenciales de toda obra de arte. Buñuel se valió de la técnica de quebrantar y reencontrar la imagen, al combinar realidad y sublimidad a través de sus temas más recurrentes: la libertad, el erotismo y los obstáculos de éstos: la patria, la religión y la familia. Sus personajes contradicen las figuras de la salud, la seguridad y el optimismo occidentales y simbolizan la corrupción de todas las ortodoxias. Su filmografía comprende treinta y dos títulos (entre argumentos, guiones y cintas dirigidas) y entre lo más representativo se encuentran Los olvidados, retrato de una profunda visión realista y crítica de la miseria física y espiritual de los personajes marginados de la ciudad de México a principios de los años cincuenta; Ensayo de un crimen, basada en la novela homónima de Rodolfo Usigli, comedia de humor negro (elemento recurrente en su cine) cuyo tema es la superstición; Nazarín, que retoma la novela homónima de Benito Pérez Galdós, en la que presenta a un cura de principios de siglo en México, que va minando su fe y caridad cristiana por los excesos de la sociedad que lo rodea, como la idolatría, superchería e indiferencia humana y que lo convierten finalmente en un ser escéptico, rebelde y desdichado. Viridiana, Bella de día y Tristana (esta última basada también en la novela de Galdós) son historias de mujeres que enfrentan situaciones inesperadas que las transforman en seres ambiguos que, no obstante, logran su liberación de las ataduras cristianas o sexuales. La poética de su obra cinematográfica tuvo una gran influencia y recepción en la obra literaria de sus contemporáneos mexicanos. En su ensayo, Mi último suspiro, recrea su vida íntima y su trayectoria de sesenta años de cineasta para dejar sus reflexiones de carácter filosófico.
Instituciones, distinciones o publicaciones
Premio Nacional de Ciencias, Letras y Artes