El volumen V de Sólo cuento se divide en cuatro apartados: Las almas y las letras; Disparos en la ciudad; Padres, hijos y amantes; y Los apetitos y los monstruos. En la presentación, la escritora Rosa Beltrán, directora de Literatura de la UNAM, escribe: “Una de las preguntas más acuciantes del tiempo inestable y movedizo que nos tocó vivir consiste en repensar a cada momento cómo pactar con la realidad de otro modo”. Y se pregunta: “¿Cuáles son esos nuevos acuerdos, necesarios, urgentes con los que hemos decidido afrontar una realidad sobrehumana o que, comparada con las exigencias del pasado, nos exige ir más allá de lo que hasta ahora considerábamos los límites de lo humano?”.
Esta antología, añade Rosa Beltrán, tiene que ver con esas nuevas formas “de negociación”, no sólo “con la pareja, la familia, el trabajo y los usos del tiempo, sino con aquello que llamamos o llamábamos, de común acuerdo, ‘lo real’”.
Muchos de los cuentos aquí reunidos, de acuerdo con la escritora, “confrontan el ideal posmoderno”: ser “influyente, respetado, temido”, para devolvernos, a cambio, historias inquietantes, imaginativas y extremas.
Alberto Chimal apunta en el prólogo que el “movimiento” del índice en la antología, “en una lectura corrida va de una intimidad –la de quien escribe- a otra: la de los sueños y las pesadillas, pasando por el mundo entero, cifrado en las comunidades humanas de la segunda sección y las pequeñas sociedades que se arman (y se desarman) en la tercera”.
Chimal añade que la muestra de este libro “contiene a autores vivos y activos de media docena de países, lo que significa que todos ellos están historiando, a sus muy distintas maneras, el hoy: los hechos de hoy, los reflejos de los hechos en los individuos y de los individuos en los hechos”.