Enciclopedia de la Literatura en México

Antipsicóticos

La guerrilla no ha terminado: sólo hiberna. Durante esta pausa, el conflicto ha dejado en el pueblo muchos fantasmas, un hospital y una singular compañía de teatro que monta exclusivamente obras de Shakespeare. Don Evaristo, el empresario más exitoso de la localidad, es el que se ve rondando día y noche por tales fantasmas: el de su hija Próspera, "una mujer hecha de la misma materia que las desilusiones", que ha decidido sumergirse en la locura para vengarse de quienes la han decidido sumergir en la locura para vengarse de quienes la han dejado sola; el de Ariel, la otra hija, quien toma como penitencia el cuidado de su hermana; el de Casio, su hijo ilegítimo, quien es el más cercano al padre pero tiene prohibido llamarle así; el de Aníbal, su nieto, enfermero de profesión, quien ha vuelto al pueblo para cuidar a su madre, Próspera; el de la guerrilla misma, que aguarda como volcán dormido.

Pero el fantasma más grande es el de Justina, la esposa muerta de don Evaristo, cuyos restos no acaban de conseguir descanso por dos exhumaciones ilegales. Rondan la casa del viudo, murmuran, mueven objetos. Don Evaristo se convence que tal espíritu no sólo está allí para cobrar las deudas maritales, sino también las que él ha ejecutado contra sus hijos y nieto. Allí, en ese escenario, la palabra que acecha es "parricidio". De Próspera y Ariel contra don Evaristo; uno velado de Casio, quien se convertirá en su Telémaco; otras de Aníbal, que aguarda sigiloso la llegada de un involuntario enemigo: padre ex guerrillero, Eleazar.

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2013. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.