Desde su primera juventud Tomás Segovia llevó un diario, o mejor dicho unos cuadernos de apuntes, en los que reflexionaba sobre la vida, la literatura, el amor, la amistad, el acontecer inmediato y el sentido de su vocación. A lo largo de años fue constituyendo el río subterráneo que fluía bajo los poemas, los ensayos y narraciones que hacía públicos. Hace unos años el poeta decidió hacer tirajes caseros muy reducidos —20 o 30 ejemplares— para los amigos. Él decía: para quien me los pida. Ante la envergadura de la tarea decidió después subirlos a la web. Los que tuvieron la fortuna de leerlos supieron desde el principio que estaban ante una "obra" mayor del escritor, a la que habría que quitarle las comillas y hacerla de todos. La editorial Pre-Textos publicó en 2009 este primer tomo de El tiempo de los brazos (1950-1983) que hoy aparece en su edición mexicana. En una literatura —la escrita en español— en donde no son abundantes los libros de este tipo, estos dos volúmenes están llamados a volverse un hito.