Carlos Martín Briceño es uno de los cuentistas más interesantes del sureste mexicano. De él, Ignacio Trejo Fuentes dice: "Cuida correctamente sus mecanismos narrativos, el lenguaje, arriesga con la peligrosa imbricación de lo onírico y lo concreto y por eso sus textos capturan la atención desde el principio y se sostienen". Caída libre; mereció Mención de Honor en el Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí (2008) y trata del lado oscuro del ser humano en su relación con el otro, de los juegos de poder que permiten que los personajes se asomen o se adentren al abismo. En este libro, el autor escribe tres tipos de relatos: unos, con finales amarrados a la historia que se cuenta; otros, con finales abiertos; y algunos, en apariencia, sin desenlace, pues el cuentista plasma la anécdota y deja que el lector se involucre en la incertidumbre propia de la historia. El conjunto da por resultado un laberinto con muchas entradas —psicológicas, asombrosas, malévolas, irónicas, sexuales, etcétera— y muy pocas salidas.