"Siempre habrá una sombra que cobija. Alta, alargada, inatrapable: prueba de la existencia: de una existencia o de toda existencia. Siempre habrá un árbol y su sombra. A ellos me acojo. A ellos me someto. Un árbol y una sombra es lo que hace falta. Un buen árbol. Una buena sombra.
La sombra es lo que se ve del cuerpo que ya no se ve. Del cuerpo apartado. Del cuerpo espeso. La sombra es la prueba. La única prueba. La sombra es la realidad. El cuerpo yace en el olvido. Sólo la sombra brilla y es la memoria.
Los recuerdos a la sombra son los que quedan. La sombra enhebra la imaginación. La sombra importa. La sombra reconoce la luz. Es fuente de trasparencia y de comprensión. Borra el ceño fruncido. Hace sonreír.
Acompaña en el exilio llamado vida. Es, en verdad, fresca y se dibuja en el verdor. Si hubiera un dios, sería la sombra en el claro del bosque. Si hubiera. Y si no lo hubiera, lo que queda es la sombra.
En el claro del bosque, me senté en la orilla y dialogué con la sombra. La sombra me dijo: 'Es el momento de empezar a contar, así que reúne tus palabras.' Y le hice caso. Reuní las palabras y, a la sombra de la sombra, hallé que la primera forma del conocimiento es la nostalgia. Que la primer forma del amor es la nostalgia. Y la sombra me dijo: 'Escribe.'"