La poesía de Israel González siempre es una respuesta al conjuro de uno mismo. Al evocar los recuerdos, tristes o alegres, oscuros o llenos de luz, el poeta nos introduce en ese mundo ajeno a la ciudad.
Leer Lunas áridas equivale a recorrer, de la mano del autor, un determinado trecho de su vida. Alejado de hallazgos que pudieran oscurecer el poema (romper la sintaxis, por ejemplo) Israel busca llegar al lector utilizando un lenguaje sencillo en situaciones también sencillas.
De fácil lectura, impregnada de una gran intensidad lírica, Lunas áridas presenta al lector no solamente poesía de buena factura, sino también la manera en que el autor ha sabido rescatar del olvido la vida en provincia.
Juan Carlos H. Vera
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2009. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.