Dos miradas a una misma época de la historia de México: los tiempos revolucionarios posteriores al asesinato de Madero. Dos escritores con estilos muy diferentes pero que se complementas en el mismo paisaje norteño. Dos relatos que ofrecen 2 caras de la misma moneda. Un juego de espejos donde el pasado retumba vivo y escalofriante en nuestro presente: "El delirio propio de una época empeñada en regalar la muerte a sus hijos bajo la forma de una batalla desigual y sin sentido". Un héroe nacional de fondo que da origen a un verbo de completa actualidad: carrancear: "hurtar al amparo de la ventaja política". Por un lado, la ascensión de un maestro rural a las altas esferas de la política nacional con sus mutaciones, autoengaños e ideales desdibujados y a quien no mueve la pasión sino la vanidad; por el otro, la soledad de un soldado raso que contempla el infierno nocturno y dispara desde su atalaya, buena metáfora del oficio del escritor. Porque finalmente "cada guerra tiene su trovador y cada muerte, su corrido".