Octavio Paz es la lucidez. La lucidez perturbadora, casi siempre molesta, que no admite ni coacciones ni engaños ni oportunismos, la lucidez de los solitarios. Hasta el milagro del «boom de la literatura sudamericana», poco se hablaba de Octavio Paz. Ahora se le nombra, sí, pero ¿cuántos conocen su obra? Los poetas, quizá… y los que siempre han amado la verdad de los poetas.
Este libro también es lúcido. Paz cree que la traducción, y en particular la de la poesía, es creación. Después del ensayo que da título a este volumen, donde expone las razones que confirman su hipótesis, traduce cuatro poemas de poetas «intraducibles»: John Donne, Stéphane Mallarmé, Guillaume Apollinaire, E. E. Cummings. Y añade comentarios analíticos sobre cada una de estas «recreaciones» o de estos poetas. Difícilmente un ensayo sobre una materia específica, en este caso la traducción poética y la poesía, es tan sugeridor para otras actividades creadoras.